Read with BonusRead with Bonus

EPÍLOGO

SIGO ESCURRIENDO POR TI…

Alessia, con sus rizos oscuros y ojos vivaces, corría descalza por el suelo de madera con una muñeca en brazos, mientras su madre, la perseguía entre risas. A sus tres años, irradiaba una energía inagotable y una alegría contagiosa.

—¡Alessia, ven aquí! —exclamó Alana entr...