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Capítulo 9.

Edson.

Sin despegar mis ojos de los suyos, ella se acercó lentamente sin una expresión legible en su cara.

Yo me quedé tan quieto como una estatua, mientras pensaba en que mi vida era una tragicomedia de la que Nuestra Gran Madre debía de estar partiéndose de risa.

Alli estaba yo, rogándole que m...