Read with BonusRead with Bonus

39. Planes macabros

Nadia.

Golpeé la mesa junto a la maldita cama una y otra vez, desahogando mi frustración. ¿Cómo era posible que ni siquiera mis propias hijas quisieran verme? ¡Maldita sea! ¿Cómo podía estar pasando esto? Algo tenía que hacer. Incluso humillarme ante Enzo —mi única esperanza— Arthur no me creyó cua...