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HUIDA.

Hayami sonrió ligeramente y colocó un mechón de su cabello rojo detrás de su oreja, y bebió un sorbo del vino que tenía entre sus manos. Era un buen vino en sus años de vivir alcoholizada; había aprendido de los buenos vinos y de los buenos tragos.

—¿Hayami?

Iván la miró a los ojos con un ligero bri...