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Capítulo 35

Empujo la puerta para cerrarla detrás de mí y, en ese momento, mis ojos revolotean por el gran salón delantero de nuestro piso. Un olor a quemado sale de la cocina del fondo y, a través del salón, me paro. Nada menos que mis dos personas favoritas del mundo, pero también los mierdecillas más malvado...