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15. La despedida

—¿Querías verme? —digo una vez que me dejan entrar, toda temblorosa por los nervios y una pesadez que crece en mi estómago por tener que hablar con él y estar en su presencia. Que me jodan, la verdad. Dios, pero nunca de esa manera. Aunque fuera guapo, que no lo es, es atroz en todos los demás aspec...