




Capítulo 91.
Había pasado una semana desde que Helena tuvo a sus bebés, ella estaba a punto de abandonar el hospital, pues su recuperación había sido exitosa y el doctor consideró que ya era tiempo suficiente para que pudiera marcharse a casa. No obstante, el caso de sus hijos era completamente distinto, pues aún debían permanecer en la incubadora para terminar su madurez y poder irse hasta que todo estuviera marchando correctamente.
—¿Estás lista, mi amor? —Preguntó Maximilien con visible emoción porque ya podría llevarse a su esposa a casa.
Helena tenía el rostro desencajado, no estaba nada contenta y él se dio cuenta de inmediato.
—Quisiera decirte que sí, pero la verdad es que no puedo dejar de pensar en que mis hijos se quedarán aquí, sé que es por su bien, pero siento una opresión en el pecho, un extraño presentimiento.—Le explica.
—Te entiendo, amor, pero no quiero que te preocupes, tendré un fuerte equipo de seguridad vigilando la clínica, sé perfectamente a qué se debe tu preocupación y créeme que no voy a permitir que nadie vuelva a hacerles daño, te lo juro.—Le dijo.
—¿Entonces lo sabes todo?—
—Claro que lo sé, Matt me lo contó, y te aseguro que esto no se va a quedar así, Diana se va a arrepentir por habernos causado ese dolor.—Señaló.
—Ya deja las cosas así, cariño, no quiero seguir viviendo con el rencor a cuestas.—
—No puedo hacer lo que me pides, Helena , estoy cansado de qué siempre nos hagan daño y que nos quedemos de brazos cruzados, Diana excedió todos los límites y tendrá que asumir las consecuencias.—Dijo tajantemente.
—Lo sé, Maximilien, pero esos infelices son capaces de todo, y no quiero que te veas expuesto a peligros innecesarios, nosotros te necesitamos, amor, no te expongas, por favor.—Le pidió .
—Sabes que no puedo prometerte eso, mi deber es protegerte y proteger a los niños, ya mucho tiempo fui benevolente con ellos, pero no pienso tolerar nada más.—Espetó.
Maximilien había llegado al límite de su paciencia, Tony y Diana habían excedido lo permisible, y él ya no pensaba tolerarles un incidente más.
—Es hora de irnos, todo estará bien, no te preocupes, cambia esa carita.—Expresó.
—Tienes razón, este es un día de felicidad, y debo prepararlo todo para la llegada de los niños.—
A las afueras del hospital todos la esperaban con júbilo, tanto los amigos como la familia se habían dado cita para desearle lo mejor.
—Hija, qué alegría que por fin te hayan dado de alta, que tenemos una sorpresa, iré contigo para ayudarte con tu recuperación.—Le informa su mamá.
—Pero qué maravilla, nadie mejor que tú, mamita.—
Sigo la petición de tu marido, él me lo propuso y la verdad es que se lo agradezco mucho porque no quería perderme esos momentos, y más porque serán muy difíciles para ti, no debes preocuparte mi cielo, los niños pronto estarán con nosotros en casa.—
Helena mira a su esposo con ojos llenos de ternura y agradecimiento, pues en esos momentos en los que se sentía tan sensible, nada mejor que la compañía de su madre para sentirse mejor.
—Muchas gracias por pensar en todo.—susurró ella.
—Lo hago porque te amo, y quiero que estés bien.—Musitó.
Pronto estaban llegando a casa, Hanna la recibió con la hospitalidad que le caracterizaba, su cuarto estaba listo con todo en orden tal como ella necesitaba, estaba terminando de recuperarse, pues su parto había sido a través de cesárea, y era necesario llevar reposo hasta que la herida terminara de cicatrizar.
—Adaptamos la habitación la primera planta para que no tengas que hacer esfuerzos, mi niña.—Le informó el ama de llaves.
—Gracias Hanna, tú siempre tan linda.—Contestó Helena con amabilidad.
—La señora Carolina se quedará en la habitación de invitados, ya todo está preparado para que pueda instalarse cuando guste.—Puntualizó.
—Muchas gracias Hanna, también quiero agradecerle por todo este tiempo que ha cuidado de mi hija, usted le ha brindado todo el cariño y eso es algo que yo nunca podré pagarle.—Dice Carolina afectuosamente.
—Por favor, señora, no me agradezca, a la señora Helena es imposible no quererla.—
—Eres afortunada, hijita, ahora tendrás dos mamás y una abuela para cuidar de tí.—Pronunció la señora Victoria llena de alegría.
—Y también una hermana.—Soltó Karen llegando de repente con un enorme ramo de rosas.
—Loquita, qué gusto verte, pensé que jamás volvería abrazarte, tuve mucho miedo de perderlos cuando estuve en peligro.—Manifestó.
—No digas tonterías, Dios jamás permitiría que algo malo te pasara, eres la persona más buena que conozco y aun cuando seguramente ya debes tener tu lugar en el cielo, seguramente está reservado para unos 300 años más.—Bromeó.
—Que ocurrencias tienes, Karen, pero aun así extrañé mucho tu sentido del humor.—
—Yo también me moría por verte, pero las visitas en el hospital estaban restringidas y entre tu marido y tu mamá, acaparaban los únicos espacios.—Reclamó ella.
—Está muy buena la plática señoritas, pero está hermosa niña tiene que descansar, el doctor ordenó mucho reposo.—Les recordó Victoria.
Luego de abrazarla y llenarla de cariño absoluto, todas abandonaron la habitación dejándola a solas, estaba acomodada en su cama con todas las comodidades para pasar su convalecencia de una buena manera, y entonces la puerta se abrió, se trataba de Maximilien, quien llegaba para darle un beso de buenas noches.
—Cariño, ven aquí.—exclamó ella.
De unas cuantas zancadas él estaba junto a su cama abrazándola y llenándola de besos.
—Por fin me dejan un poco de tiempo para estar contigo, pensé que nunca se marcharían.—Refunfuñó.
—Pero mira nada más que celoso me resultaste, ellas sólo quieren cuidarme y procurar que esté bien.—Le dice mientras acaricia su cabello.
—Lo sé, pero me roban un tiempo valioso, te extrañado tanto, me hacía falta verte en la casa, me resultaba tan difícil llegar a nuestra habitación y no verte.—Dice con sinceridad.
—Pero ya estoy aquí y aunque aún no pueda subir a nuestra habitación, por lo menos podemos estar juntos y eso es lo importante.—
—No me hagas caso, lo único que me interesa es que tú y nuestros hijos están bien, no importa el tiempo que tenga que pasar, siempre estaré con ustedes, cuidándolos y protegiéndolos de todo y de todos, y ahora me voy para que puedas descansar, necesitas dormir para reponer fuerzas.—
—Pero no tienes que irte, no quiero quedarme sola, quiero que te quedes conmigo.—
—Amor, pero no sé si sea conveniente, tú necesitas comodidad, y yo voy a querer abrazarte todo el tiempo, te echo tanto de menos qué necesito sentirte cerca para convencerme de qué no es un sueño, que estás aquí, conmigo.—
—No digas tonterías, yo lo único que necesito es a tí, tu amor, tu calor, tu presencia protectora, mi príncipe, así que ven y deja de decir locuras, quédate aquí a mi lado.—Le dice.
El asintió y se quedaron juntos, se necesitaban tanto qué con el solo hecho de estar cerca el uno del otro, era suficiente, ella estaba en recuperación y él era demasiado comprensivo, estaba dispuesto a vivir el proceso paso a paso hasta que ella pudiese restablecerse por completo y ahora si poder estar juntos dando rienda suelta a lo que sentían y que seguía estando tan latente como el primer día. Por otra parte, Diana se había enterado de lo que sucedió con el embarazo de Helena , después de todo no había logrado sus obscuros propósitos y eso le molestaba de sobremanera, pero sabía qué Maximilien no se quedaría de brazos cruzados, seguramente a éstas alturas ya estaría enterado de lo que realmente sucedió.
—Tony, me preocupa el silencio de Maximilien, me preocupa mucho lo que está planeando, él es implacable cuando se trata de sus enemigos.—Pronuncia preocupada.
—Baker es un idiota, si no hizo nada en el pasado, no lo hará ahora, Diana, deja de ser tan paranoica.—Se burló él .
—Jamás subestimes a Maximilien, él puede ser muy bueno con las personas que quiere, pero suele ser despiadado con quien le hace daño.—
—Mi informante en el hospital me dijo que Helena ya había sido dada de alta, pero que los mocosos aún permanecían hospitalizados, tal vez esta sea nuestra oportunidad para vengarnos definitivamente de ellos, que mejor que destrozar su dicha haciéndole daño a lo que más quieren.—Mencionó Tony en forma retorcida.
—No lo sé, Tony, tenemos que pensar muy bien nuestro siguiente golpe, y no dejar cabos sueltos, porque presiento que si no lo logramos, ahora si será nuestro fin.—
—No dramatices, Diana, eso no tiene por qué salir mal, tenemos tiempo para pensar con detenimiento, es más, podemos matar dos pájaros de un tiro, Baker y los mocosos.—Sugiere.
—Está bien, hagámoslo, si él no es para mí, tampoco será para ella, y ese será el dolor más grande que pueda experimentar, maldita, se merece sufrir por siempre por haberme lo arrebatado todo.—Dijo la mujer con un odio atroz.
Esos malvados estaban al acecho, y era cuestión de tiempo para que dieran ese golpe que ellos consideraban definitivo para Maximilien y sus hijos, estaban en un grave peligro, pues quién sabe qué macabro movimiento harían este par de desalmados. Por otro lado, en el corporativo Adams, las cosas no marchan bien, tras la situación que se presentó entre Bianca y Paul, las cosas estaban demasiado tensas en aquella familia del terror, él bebía en forma descontrolada, y Bianca se aprovechaba de eso para hacer malos manejos en la compañía a la que el juró proteger.
—Vaya, qué novedad que estés borracho a esta hora de la mañana, querido esposo, hay varios asuntos que necesitan tu firma, y si no piensas presentarte en el corporativo, por lo menos ten la bondad de firmar estos papeles para que yo pueda llevarlos.—Soltó Bianca al hombre que se encontraba tirado sobre la cama con una botella a lado.
—Que puedes saber tú del corporativo, a tí sólo te interesaba saquearlo, querías robarme las contraseñas para poder disponer a tu antojo, pero no voy a darte ese gusto, no, cariño, voy a salir de esto y recuperaré al hombre que se ganó la confianza del señor Adams.—Dijo .
—Eres un pusilánime, dudo mucho que eso suceda, tan sólo fue suficiente con una pequeña decepción para que te vinieras abajo, todos seguramente ya deben estar comentando los serios problemas que se están generando en el corporativo, pronto mi tío estará de regreso y tú quedarás reducido a cenizas como siempre.—Espetó.
Él se levantó de un salto y quiso abofetearla, pero esta vez y aunque fue mucho más rápido y le pegó con la botella en la cabeza, Paul empezó a sangrar de manera descontrolada, y poco a poco iba perdiendo la conciencia hasta caer desmayado.
—Pero por Dios, ¿Qué hice?—Gritaba completamente enloquecida.
—Mamá, ven aquí, lo maté mamá, tienes que darte prisa.—Decía .
Úrsula llegó a toda prisa, y en cuanto vio a Paul lleno de sangre sobre la cama, se llevó una mano al pecho y se quedó completamente pálida.
—Eres una estúpida, Bianca, ¿Cómo pudiste hacer algo así?, No ves en los problemas que nos puedes meter, vas a arruinarlo todo, niña idiota.—Gritaba su madre completamente fuera de sí.
—Ayúdame mamá, no quiero ir a la cárcel, yo no quería hacerlo, sólo quería conseguir las firmas, eso es todo. —
—Pídele al cielo que no le pase nada a tu marido, porque si no ese será tu fin y también el mío. —Dijo la mujer fríamente.
Nuevamente los problemas regresaban, la vida de todos se estaba descontrolando, y muy pronto los acontecimientos vendrían a ponerlo todo de cabeza no sólo para los buenos, sino también para los malos.