




Capítulo 88
Maximilien salió a toda prisa rumbo al hospital, el tráfico no ayudaba mucho, pues la gran congestión que existía en la calle imposibilitaba que pudiese llegar lo rápido que a él le hubiese gustado.
—por Dios, ¿por qué no se mueven? —Gritaba desesperado.
—por favor resiste, Helena , no me puedes dejar solo —repetía envuelto en lágrimas.
1000 pensamientos llegaban a su mente, recordaba como había desperdiciado un tiempo valioso a causa de los malos entendidos que en el pasado los separaron, y ahora que por fin la vida les estaba dando una segunda oportunidad, llegaba precisamente esto a convertirse en un obstáculo, también pensaba en sus hijos, los cuales eran pequeños e inofensivos, Tenía tanta ilusión de llegar a conocerlos, a brindarles lo mejor de sí mismo, que ahora pensar en el hecho que algo malo pudiera pasarles, definitivamente lo destrozaba por completo. Saltándose los semáforos, esquivando coches, por fin logró llegar al hospital, e inmediatamente se dirigió a la sala de espera para solicitar información sobre su mujer. Se encontró con Matt, quien lo esperaba con el rostro desencajado, algunas lágrimas empapaban las mejillas del hombre mayor, por lo que seguramente el panorama era peor de lo que le habían dicho por teléfono.
—viejo, por favor dime que ella está bien —exclamó con voz suplicante.
—quisiera decirte lo que me pides, hijo, pero lamentablemente no es posible, parece qué las cosas están bastante delicada tanto con ella como con los bebés —le informó.
—¿Pero cómo es posible?, Yo la dejé bien en la mañana, cuando nos despedimos todo parecía marchar de manera normal —.
—lo sé, pero —Matt guardó silencio pues no quería echarle más fuego a la herida.
—Habla ya, ibas a decirme algo, te conozco muy bien así que te exijo que me digas la verdad —lo instó el .
—Aprovechando un descuido, la señorita Diana ingresó a la casa, y seguramente discutieron, por lo que creo que eso fue lo que le provocó el episodio a la señora Helena —dedujo.
Al escuchar las palabras del mayordomo, Maximilien sintió como le hervía la sangre por el coraje que sentía, golpeó el suelo con su pie y su gesto se tornó enfurecido.
—maldita Diana, pero que imbécil soy, ¿cómo pude descuidarme de esa manera? —Se repetía.
—no tienes por qué culparte, nadie imaginaba lo que esa perversa mujer haría, ahora lo importante es que Helena se reponga y que los niños puedan salir adelante —dice Matt tratando de tranquilizarlo.
—te juro que si algo le pasa a Helena o a mis hijos, esa mujer se va a arrepentir hasta de haber nacido, desde hace mucho de mí ponerle un alto a sus estupideces —espetó.
—no te llenes de rencor, Maximilien, ahora sólo debes enfocar tu energía en tu mujer y tus hijos —sugirió el mayordomo.
El asintió, pero en el fondo sentía como el odio recorría su mente y su cuerpo, quería hacerles pagar ese trago amargo que le estaban haciendo pasar tanto a Helena como a él.
—familiares de la señora Helena Baker —se escuchó una voz al fondo del pasillo.
—aquí estoy Doctor, soy su esposo —dijo.
—Siento decirles que el estado de la señora es delicado, así como también lo es la situación de los bebés —le informó.
—tiene que tomar una decisión, Señor Baker, si llegamos al extremo de tener que salvar a alguien, a quien prefieres qué prioricemos, ¿a su esposa o a sus hijos? —Le dijo el doctor con profundo pesar.
El sintió que su mundo se derrumba, era la decisión más difícil de su existencia, siempre fue un hombre de negocios, astuto y decidido, siempre dispuesto a hacer lo necesario para conseguir sus objetivos, pero en ese momento su mente estaba completamente nublado, sería terrible tener que elegir entre la vida de su esposa y la de sus hijos , no quería dejar morir a nadie, los cuatro para él eran importantes, con los niños constituía la posibilidad de poder formar una familia, pero Helena , ella era su mundo entero, si no la tuviera a su lado, para él todo habría terminado, así que con todo el dolor de su corazón tuvo que decidir.
—Dios mío, esto es terrible, no puedo hacerlo —dijo.
—tiene que hacerlo, no hay tiempo que perder, necesitamos una decisión —señaló el médico.
—si no tengo otra alternativa, tendré que decirle con todo el dolor de mi alma que, prefiero priorizar la vida de mi esposa —dijo por fin.
—lo mantendremos informado, pero no podemos garantizarle nada, las próximas horas serán determinantes —.
El destino estaba siendo muy injusto, lo estaba poniendo en una encrucijada espantosa, tener que decidir entre seres tan importantes para él, definitivamente lo desequilibraba, se sentía con mucho remordimiento, pero también pensaba que si Helena no estuviera más junto a él, definitivamente su vida se acabaría.
—Fuerza, hijo, el doctor te puso en esa encrucijada, no por gusto, está haciendo hasta lo imposible, y no siempre tiene que ocurrir algo malo, ha habido muchos casos de éxito, así que aférrate a la esperanza, pídele a Dios que te ayude y que te dé la fortaleza necesaria para que puedas Salir adelante—aconseja Matt.
—Quisiera ser tan optimista como tú, Mucho, pero la vida me ha causado tanto dolor que me cuesta mucho trabajo creer que las cosas pudieran mejorar, sin embargo deseo con toda mi alma que ellos puedan superar el trance, me moriría si algo les pasa —dice.
Maximilien se encontraba consternado, por primera vez dejaba salir las lágrimas sin que le importar el qué dirán. No paso mucho tiempo para cuando Karen y Michael llegaran a la clínica, se veían realmente preocupados, después de todo la amistad que había entre ellos era única, y para Karen, Helena era como una hermana.
—cuñado, dime por favor que mi amiga está bien —solicitó ella con la voz entrecortada.
—quisiera poder decirte que todo está bien, Karen, pero no es así, su estado es grave —dijo con voz débil.
Karen empezó a llorar desesperadamente, no soportaría que algo malo pudiera sucederle a Helena, ella había sido la hermana que nunca tuvo, y siempre bien encontrado en su amiga la comprensión y el afecto que tanto le había faltado.
—tranquila, mi amor, estoy aquí contigo, ya verás que ella va a estar bien, tiene que estar bien —señaló Michael.
—no puedo con todo esto, ¿por qué la vida tiene que ser tan injusta?, Precisamente ahora qué todo estaba saliendo bien, por qué, porque —se preguntaba ella una y otra vez lanzando gritos de desesperación.
Las horas pasaban, no había ninguna noticia y los corazones de todos los presentes latían descontrolados, era una incertidumbre terrible que se había instalado dentro de todos, los pensamientos iban y venían como terribles marañas obstruyendo su tranquilidad. Maximilien ya no podía esperar más, así que estuvo a punto de entrar corriendo al quirófano para cerciorarse de qué todo estuviera bien.
—señor Baker, la operación aún continúa, pero tiene que firmar esto por favor —explicó el doctor .
El de inmediato revisó el documento y vio que se trataba de una carta responsiva, le estaba diciendo que no le aseguraban que la vida de su querida Helena pudiera salvarse, así que comenzó a gritar de impotencia.
—Todos ustedes son unos ineptos, ¿cómo me pueden decir algo como esto?, No sé cómo van a hacerle, pero yo quiero que salven a Helena y a mis hijos, no importa lo que cueste, me escucharon —inquirió Maximilien.
—trate de tranquilizarse, señor Baker, su esposa todavía sigue en el quirófano, las cosas están muy mal, pero debe conservar la calma —le pidió el médico.
Maximilien ya no podía soportar palabras de aliento ni consejos que en ese momento le resultaban innecesarios, así que fue corriendo a toda velocidad e ingresó al quirófano saltando sé todos los protocolos de seguridad.
—¿Pero se ha vuelto loco?, Usted no puede estar aquí, podría alterar el proceso y eso sería fatal para su esposa —le dijo uno de los asistentes médicos.
Helena estaba allí, tendida sobre esa plancha en el quirófano, pálida y con un semblante demacrado, sus ojos habían perdido todo el brillo y él se sintió morir.
—los valores descienden, Doctor, la perdemos —dijo la enfermera bastante preocupada.
El corazón de Maximilien comenzó a latir desesperadamente, el miedo se apoderó de él, sentía como una corriente de adrenalina llenaba todo su cuerpo, por primera vez se sintió vulnerable y se dio cuenta que ni su poder, ni su dinero, ni nada de lo que poseía le serviría ante una situación tan adversa como la que estaba atravesando.
—no la podemos perder, desfibrilador ahora —indicó el médico.
Helena sentía como su alma abandonaba poco a poco su cuerpo, veía las figuras de sus hijos apagándose también, una maraña de emociones encontradas se podía sentir dentro de todos los que estaban presentes.
—Uno, dos, tres, ahora —decía el médico mientras hacía lo propio con el desfibrilador.
—no responde Doctor, los valores siguen descendiendo, está entrando en paro —informó la enfermera.
—Hagan algo, no la pueden dejar así, tiene que reanimar a Doctor —exigía Maximilien fuera de control.
—tiene que salir de aquí, Señor Baker, no es prudente que vea esto —.
—ni lo piense Doctor, no pienso moverme de aquí, Eliza, mi amor, vuelve, no me puedes dejar, no puedes, te amo demasiado, si tú no estás mi vida no tiene sentido —le dijo envuelto en lágrimas.
En ese momento, Helena escuchaba a lo lejos las voces de su esposo y de los médicos que hacían hasta lo imposible por tratar de salvarla y cuando avanzaba hacia la luz, vio a un hombre fuerte y con un rostro iluminado, se trataba de su padre, quien ya le estaba esperando del otro lado para recibirla , ella quiso seguir avanzando, pero algo se lo impedía, no podía desconectarse por completo de este plano terrenal, pues la fuerza del amor hacia sus hijos y hacia su marido, le impedían seguir su paso.
—mi hermosa hija, me alegra verte una vez más —exclamó su padre.
—sé que vienes para llevarme contigo, papá, y aunque reconozco que a mí también me hace muy feliz volver a verte, no sé si estoy preparada para marcharme —dijo sinceramente.
—no, Helena, aún no es tu momento, todavía tienes muchas cosas porque vivir, debes emprender el camino de regreso —señaló.
—pero no puedo, me faltan las fuerzas —.
—mira, allá te esperan todos los que te quieren, tu familia está muy preocupada por ti, además tres pequeños Ángeles dependen de tu amor y de tu cuidado —le dijo.
Ella veía a lo lejos los rostros de sus seres queridos, y una fuerza muy especial la invadió por completo.
—te amo papá, y quisiera poder estar contigo también, sin embargo, sé que algún día nos volveremos a encontrar —.
—así será, mi cielo, pero por ahora tienes que irte, perdóname por todo lo que sufriste en el pasado, si yo no hubiese sido tan débil, tú no habrías tenido que pasar por tanto —le dijo su padre mientras la abrazaba.
—no sabes lo bien que me hace este abrazo, estuve anhelándolo por mucho tiempo, pero ahora pude reencontrarme con Mamá, y con unos abuelos maravillosos que me adoran, además está mi esposo y mis hijos, y también Ana y Karen, todos ellos son muy importantes para mí —.
—dile a tu madre que, ella fue y siempre será la única mujer que mi corazón ha podido amar —le dijo mientras se desvanecía.
Helena veía como su padre desaparecía en el horizonte, y una fuerza misteriosa la empujaba a ella de regreso, mientras tanto en el quirófano, los médicos hacían todo lo posible por reanimarla, pero habían intentado una y otra vez sin éxito que su corazón volviera a latir.
—no podemos seguir intentándolo, es el fin, la perdimos —pronunció el doctor.
—no, no, no, no podemos darnos por vencidos, intente una vez más, vamos Doctor haga lo que le digo —decía Maximilien.
—Hagámoslo una vez más, uno, dos, tres, ahora —.
Abruptamente, los valores empezaron a cambiar en el monitor y su corazón nuevamente empezó a latir, se sentía el júbilo en esa sala de operaciones, todos festejaban este gran logro que se había producido, Maximilien se acercó y le dio un beso en la frente, sabía que la recuperaría, y que los doctores lograrían salvar a sus hijos, y esa noticia definitivamente le devolvía el alma al cuerpo.