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Capítulo 87.

Los días de la luna de miel terminaron, la felicidad para la nueva pareja de recién casados había sido absoluta, pero era momento de regresar a la realidad, faltaba tampoco tiempo para el parto, que resultaba mejor permanecer en la ciudad por cualquier cosa que pudiera pasar.

—¿Cómo te sientes cariño? —Preguntó Maximilien.

—Estoy muy cansada, mi amor, veo una cama y sólo quiero echarme a dormir. —Reconoció bastante fatigada.

—Entonces descansa, yo debo ir a trabajar, pero trataré de regresar lo más pronto posible para estar contigo. —Dijo.

—Ve sin pendiente, de cualquier manera, Hanna está aquí, y te prometo que te mantendré informado, mi amor. —

Él se despidió con un tierno beso y salió rumbo a la oficina, tenía el presentimiento de qué ese día sería muy distinto, pero no entendía por qué, al embarazo todavía le faltaban aproximadamente dos semanas, y según el doctor lo más probable era que el parto no se adelantaría. Llegó a la oficina y por fortuna encontró todo en orden, excepto por el mundo de trabajo que tenía por resolver, debido a su ausencia, las reuniones se acumularon, y ahora tenía que poner manos a la obra en acabar con todos los pendientes. En la entrada se cruzó con Karen y Michael, quienes se veían profundamente enamorados, los saludó con una cálida sonrisa y se detuvo un momento para charlar con ellos.

—Me da mucho gusto verlos así, a ver cuándo se animan a dar el siguiente paso. —Les dijo infundiéndoles ánimo.

Karen se ruborizó, pero Michael sonrió con satisfacción tras el comentario de su amigo.

—Nada me haría más feliz, pero no quiero apresurar las cosas, si ella me acepta alguna vez, quiero que sea porque está completamente segura.—Comentó el.

—Ya veremos cómo se desarrollan las cosas, por ahora estamos muy felices, y tú no deberías estar aquí, tendrías que estar acompañando a mi amiga en esas últimas semanas que le quedan.—Recomendó la joven.

—Tienes razón, pero debido a la luna de miel el trabajo se acumuló, y sigo platicando con ustedes no lo voy a terminar, cuídense chicos, y sigan tan felices como hasta ahora.—

Expresa con alegría.

Los chicos se marchan y el ingresa a la oficina para empezar con su maratónica jornada, por fortuna, su asistente ya lo tiene todo preparado, pero no contaba con qué alguien entraría sin ser anunciado. Se trataba nada más y nada menos que de su padre, quien estaba furioso y así lo dejaba ver en su rostro.

—Te atreviste a casarte y ni siquiera tuviste la decencia de decirnos nada.—Le reclamó.

—¿Y para que hacerlo?, Si en la cena familiar quedó más que demostrado que con ustedes no se puede convivir.—Espetó.

—Me duele que digas eso, Maximilien, es cierto que en el pasado estuvimos en desacuerdo en tu relación con Helena , pero ahora ya no es así.—Le aseguró.

—Me imagino porque, como ya te enteraste de la nueva familia de mi mujer, vas en busca de una relación comercial.—Intuyo.

—Por supuesto que no, los Baker nunca hemos necesitado del apoyo financiero de nadie.—

—Por Dios, viejo, te conozco mejor que nadie, sé perfectamente cuando haces el cálculo de las estrategias que seguirás, tú mismo me lo enseñaste, pero déjame decirte que no voy a hacer nada para que exista un trato financiero entre las familias.—

—Pues deberías, de nada te sirve tener a tu lado a una futura heredera si no le sacas provecho.—Le aconsejó.

—He dicho que no lo haré, y creo que me conoces lo suficiente como para saber que no me vas a hacer cambiar de opinión, y ahora si no te importa, tengo mucho trabajo.—Le dijo.

Gregory salió hecho una furia de la oficina, estaba seguro que si su hijo no accedía, tal vez a Helena si pudiese llegar a convencerla, pero por el momento dejaría que las cosas se tranquilizaran, pues conociéndolo, seguramente su hijo sería capaz de echar abajo cualquier tipo de negociación que lograra.

Por otra parte, Helena recibió una visita inesperada, aprovechando una distracción de Hanna, la perversa Diana entró a la casa por la puerta del jardín donde Helena tomaba un poco de sol. Cuando la chica la vio, se sobresaltó, no esperaba volver a ver ese rostro nunca más.

—Veo que no me esperabas, Helena. —Dijo Diana de repente.

—Por supuesto que no, y no entiendo qué es lo que haces aquí, vete ahora mismo o llamó seguridad para que te eche. —Le dijo con determinación.

—Vaya, ya das órdenes como toda una señora, veo que intentas ocupar el lugar que me robaste. —

—Yo no te robé absolutamente nada, te recuerdo que yo estuve en la vida de Maximilien mucho antes que tú. —Se defendió con coraje.

—Pero tú ya habías desaparecido de su vida, y sólo regresaste para arruinarlo todo, maldita intrusa. —Espetó.

Helena dio un paso atrás, y estaba a punto de darse la vuelta para marcharse cuando Diana la sujeto por el brazo.

—Suéltame, si no me obligas a gritar.—

—Haz lo que quieras, no te tengo miedo, estaría feliz si tú y esos mocosos que llevas dentro desaparecieran para siempre de la vida del hombre que amo.—Dijo furiosa.

Diana empezó a zarandearla, olvidándose por completo del estado en el que Helena se encontraba, pues a ella no le importaba en absoluto lo que pudiera pasarle, Helena por su parte trataba de defenderse, pero estaba muy débil y cansada debido a su estado, así que no era mucho lo que podía hacer.

—Pobre idiota, eres tan débil y poca cosa, sería tan fácil acabar contigo en este momento.—Mencionó con actitud amenazante.

Helena tuvo mucho miedo, y no por ella, sino por sus hijos que estaban a punto de nacer, pero le faltaba todavía algo de tiempo para que eso sucediera, no obstante, debido al gran disgusto que se estaba llevando, la fuente se rompió y entró en labores de parto.

—Ay, me duele, necesito llegar a la casa.—Decía ella con mucha dificultad y tratando de hacer un esfuerzo para caminar.

Diana se percató de lo que estaba pasando, pero por supuesto que no iba ayudarla, por el contrario, comenzó a reír como loca desenfrenada haciéndola perder un tiempo que podría ser valioso para salvaguardar su vida y la de sus hijos.

—Mira nada más que contrariedad, se te adelantó el parto, cariño, cuánto lo siento, pero no hay nadie que pueda ayudarte, así que tendrás que enfrentar todo esto tú sola, porque yo tengo que irme, adiós Helena , ojalá que cuando te encuentren sea demasiado tarde.—Dijo soltando una carcajada y marchándose a toda prisa después.

Helena lloraba desesperada, las piernas le temblaban, y muy pronto se quedó sin fuerzas cayendo al suelo, se veía muy pálida y su semblante parecía desencajado, por su parte, cuando Diana salió corriendo, Matt pudo alcanzar a verla, por lo que intuyo que algo malo podría estar ocurriendo, así que fue hasta el jardín para cerciorarse de qué Helena estuviera bien.

—Por Dios, Helena , ¿Pero qué te ha pasado?—Repetía el hombre con desesperación.

—Hanna, ven rápido por favor, llama a los servicios médicos, tenemos que llevar a la señora Helena al hospital.—Agregó.

El ama de llaves vio a Helena tirada en el suelo, e inmediatamente se dio cuenta de qué había entrado en labores de parto, ella estaba inconsciente debido al gran dolor que estaba experimentando, por lo que los dos se tenían lo peor.

—Mi niña, por favor resiste, ya viene el servicio médico para llevarte al hospital.—Decía la mujer bastante preocupada.

Dentro de algunos minutos la ayuda llegó, trasladaron a Helena a la clínica, pero su pulso estaba muy débil y sus valores descendían considerablemente.

—Su estado es crítico, tenemos que llegar al hospital lo más pronto posible.—Comentó uno de los paramédicos.

—Haga todo lo posible por favor, tiene que salvarla a ella y a los niños.—Intervino Matt.

—Ojalá lleguemos a tiempo, desde aquí es muy poco lo que podemos hacer. —

El mayordomo se había ido con Helena en la ambulancia, y mientras tanto, Hanna trataba de comunicarse con Maximilien para informarle lo sucedido.

—Contesta mi niño por favor, contesta. —Decía Hanna mientras escuchaba repicar una y otra vez el teléfono.

Tras percatarse de qué él no contestaba su celular, llamó a la oficina le informó de inmediato a la asistente de lo que había ocurrido con Helena.

—Tienes que avisarle lo más pronto posible, se llevaron a la señora Helena al hospital central, dile que vaya de inmediato por favor.—Solicitó ella.

El señor Baker se encontraba en una importante reunión, pero si Rachel sabía perfectamente qué para él, la familia estaba en primer lugar, así que sin perder tiempo fue corriendo a la oficina, entrando de manera intempestiva ante la sorpresa y el asombro de todos los presentes.

—Qué sucede, Rachel?, No entrarías así si no se tratara de algo grave.—Exclamó Maximilien.

—Tiene que irse, señor Baker, ha pasado algo terrible.—Le dijo.

Maximilien sintió un vuelco en el corazón, se temía lo peor, pensaba que si su asistente había entrado de esa manera, era porque seguramente algo le había pasado a Helena , y si algo malo llegara a sucederle a ella, él no podría soportarlo, un miedo atroz se apoderó de él, y de inmediato la lluvia de preguntas.

—Le pregunté qué sucede Rachel, habla ya.—La presionó.

—La señora Helena ha entrado en labor de parto, pero parece que su estado es grave. —Le informo.

En ese momento, Maximilien, sintió como su mundo se derrumba, pensar que pudiera perder a su amada Helena o que algo malo les sucediera a sus hijos, destrozaba por completo su atormentado corazón.

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