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Capítulo 84.

Helena camino hasta la entrada del lugar, era una residencia preciosa con amplios jardines, una edificación antigua como las que describían en los cuentos de hadas que tanto la hicieron soñar; en el pasado no tuvo la oportunidad de tener una boda de ensueño, pues todo entre ella y Maximilien sucedió muy rápido, pero le encantaría que cuando volvieran a casarse, fuera en un lugar como ese.

La arquitectura clásica del lugar le daba un toque muy interesante, tenía unas escalinatas por las que Helena caminaba encantada, al término de los escalones una hermosa fuente adornaba el entorno, se detuvo un momento, contemplando obnubilada la fachada de la gran casa, que deslumbraba con su majestuosidad.

— Hola, ¿alguien que pueda ayudarme? —preguntó ella a grito abierto.

— Maximilien la veía desde los enormes ventanales que se hallaban en la mansión, y para no hacerla esperar, se dio la vuelta y fue a abrir la puerta.

— Parece que alguien viene —pensó.

— Bienvenida a su castillo, princesa —dijo Maximilien de repente.

Helena abrió los ojos como platos debido a la impresión que le causó verlo en ese lugar.

—¿Qué haces aquí?, Karen te llamó también para que le ayudaras con la fiesta sorpresa de Michael supongo —dedujo ella.

Él sonrió y se acercó más a Helena , lo cual provocó que su respiración se acelerara, ese hombre ejercía un magnetismo descomunal sobre ella, y entre más tiempo pasaba todo lo que sentían el uno por el otro se intensificaba.

— Si habrá una fiesta, pero no de cumpleaños, sino una boda, claro si tú estás de acuerdo —soltó de repente.

A ella le temblaron las piernas, y sus sentidos se dispararon al instante; parecía que el corazón se le iba a salir del pecho.

—Nunca te han dicho que a una mujer embarazada no puede recibir emociones fuertes —lo reprendió Helena casi sin aliento.

En ese momento sintió los fuertes brazos de su futuro esposo sujetándola y estrechándola más a él.

— Esa no es una respuesta, lo que me encantaría saber es si, ¿quieres casarte conmigo? —preguntó.

— Pero, ¿aquí?, ¿ahora? —.

— Sí, claro, todo está listo, solo faltabas tú —le dice mientras la abraza aún más fuerte y la besa con intensidad.

— pero mira como estoy, no luzco como una novia, Maximilien —argumentó.

— Eso tiene solución, me tomé la libertad de prepararlo todo, le pedí a Karen, a tu mamá y a tu abuela, y ellas se las ingeniaron para elegir tu vestido de novia, así que no tienes ningún pretexto para librarte de mí —agregó.

Sus labios se unen en un beso ardiente, y él desliza sus manos por la espalda y la cintura de Helena imprimiéndole una mayor sensualidad al momento.

— No quiero librarme de ti, lo único que deseo es quedarme a tu lado para siempre, así que acepto, volvamos a casarnos, seamos uno solo para toda la vida —musitó ella.

Al escuchar la respuesta, Maximilien sintió una emoción indescriptible, ahora eran mucho más maduros, y además pronto tendrían la fortuna de convertirse en padres de unos hijos que necesitarían de todo su amor y su cuidado, él no quería que los niños nacieran fuera del matrimonio, y no por lo que los demás pudiesen pensar, sino por el significado que para Maximilien tenía la familia.— Entonces vayamos adentro para que te prepares, mi amor —dijo.

Maximilien la tomó en sus brazos e ingresó con ella a la casa, y subieron a una hermosa habitación donde todo estaba listo para que pudiera prepararse para la boda.

—fuera de aquí, Maximilien, a partir de este momento nosotras nos encargamos —dijo Karen que había entrado a la habitación con Carolina y Victoria.

— hmm, entiendo, está bien, pero por favor no se tarden, estoy ansioso por casarme con esta hermosa mujer —contestó Maximilien.

—Pues entre más rápido se vaya jovencito, mucho más rápido terminaremos —intervino Victoria.

Él asintió y cerró la puerta para que ellas pudieran desenvolverse con tranquilidad, y se fue al gran salón donde se llevaría a cabo la ceremonia, allí lo aguardaban los invitados, entre ellos se encontraba Michael, quien al ver su cara de nerviosismo se acercó para apoyar a su amigo.

— Estás hecho un manojo de nervios, Maximilien, toma esto te va a relajar —le dijo ofreciéndole una bebida.

Él lo tomó y agradeció el gesto, y de unos cuantos tragos se bebió el contenido de la copa, quiso servirse otra, pero Michael lo evitó.

—Solo era una, para los nervios, ¿supongo que no quieres ponerte ebrio antes de la boda? —lo reprendió.

— para nada —contestó con una risa coqueta.

Mientras tanto en la habitación, todas estaban a toda prisa preparándolo todo para que Helena se convirtiera en la novia más espectacular de todas.

— Agradezco tanto a Dios, por permitirme presenciar este momento, hija de mi corazón —exclamó Carolina.

— Y yo estoy feliz de haberte encontrado, gracias a eso podrás acompañarme en un momento tan maravilloso como este, mamita —señaló.

Madre e hija se abrazan con infinita ternura, en ese abrazo estaba puesto el gran amor que había nacido entre ellas, tenían poco tiempo de haberse encontrado y aun así, sentían como si hubiesen estado juntas toda la vida.

Fue inevitable que las lágrimas se deslizaran por el rostro de Helena , la vida siempre le negó la posibilidad de saber lo que era tener una verdadera familia, y ahora estaba a punto de conseguirlo.

—No llores, amiga, mira que se te va a correr el maquillaje —refunfuñó Karen.

Helena sonríe, y abraza a Karen, después de todo ella fue la hermana que Ana nunca pudo ser, y ahora estaban compartiendo algo tan grande juntas.

Karen mejor que nadie sabía lo difícil que había sido su separación, y ese tiempo lejos de Maximilien, fue testigo de todo su sufrimiento, y siempre estuvo con ella brindándole su apoyo incondicional.

—Te quiero mucho, loquita, y quiero que tú y tus bromas siempre me acompañen —dijo ella entre sollozos.

—Claro que lo haré, a nosotras no nos separa nadie, por algo somos las dos mosqueteras, y ya, no sigas diciéndome esas cosas porque ya me conoces lo sensible que soy, y al paso que vamos terminaremos llorando las dos —.

Las risas no se hicieron esperar, y entre consejos y una amena charla, muy pronto terminaron de arreglar a Helena , y cuando tuvo frente a ella el flamante vestido de novia que habían elegido, se emocionó profundamente.

Era el vestido más lindo que hubieran visto sus ojos, tal como ella lo soñó, en el pasado su boda solo fue un sencillo evento, pero esta vez tendría la oportunidad de vivir todo lo que siempre había deseado.

— Es hermoso, es como si lo hubiese elegido yo, muchas gracias a todas por todo lo que están haciendo por mí, hoy es el día más feliz de mi vida, porque voy a casarme con el hombre que amo, y porque tengo la fortuna de tenerlas —exclamó.

Definitivamente ese era un día maravilloso, y el momento más especial de todos estaba por llegar.

—Estás lista, te vez hermosa, mi amor —dijo su madre profundamente emocionada.

— Te deseo toda la dicha que te mereces, mi niña —externó su abuela con lágrimas en los ojos.

—Muchas gracias abuelita —.

—Solo falta un detalle para que luzcas increíble, este collar me lo regaló tu padre cuando se enteró que tu venías en camino, y ahora me gustaría mucho que tú lo tengas —expresa Carolina con las emociones a flor de piel.

—Esto significa tanto para mí, es como tener un pedacito de él, te lo agradezco tanto, mamita, mi padre fue el único que me quiso dentro de esa familia a la que creí pertenecer por tanto tiempo—.

— Ya no pienses en eso, preciosa, ahora las cosas son muy diferentes, y tienes a mucha gente que te ama, y que estaríamos dispuestos a todo por ti —.

Por fin había llegado el momento de que la novia se presentara ante todos, primero las chicas llegaron al salón, Maximilien estaba impaciente y con los nervios al límite, y al ver que Helena no aparecía, comenzó a preocuparse.

—Pensé que Helena vendría con ustedes —dijo angustiado.

—Tienes una carita de preocupación, Maximilien, tranquilo, las novias siempre se hacen esperar —aseguró el abuelo Max.

— si no viene es porque seguro se arrepintió, probablemente el pasado sigue atormentándola —supuso.

—No digas tonterías, Helena jamás permitiría que los fantasmas del pasado acaben con su felicidad —lo reprendió Karen que conocía a su amiga mejor que nadie.

—¿Entonces qué pasa? —cuestionó.

Maximilien tenía miedo de volver a perder a Helena , después de todo el matrimonio era un paso que debía decidirse con detenimiento, y él prácticamente la había empujado a tomar una determinación apresurada al organizar todo aquello sin comunicárselo.

No entendía que podía haber pasado, ella estaba decidida, lo había aceptado, su relación pasaba por el mejor momento y no sabía que pudo suceder para que ella no hubiese llegado todavía.

Helena se estaba tardando más de lo normal, ellas la habían dejado en el cuarto, y ya todo estaba listo para que ella saliera luego de unos minutos.

Se miraban unas a otras, no sabían que decirle a Maximilien que estaba a punto de salir a buscarla.

Ya no solo estaba nervioso, sino que empezó a pensar que la tardanza podría tratarse de algo más.

Miles de cosas pasaban por su cabeza, y los invitados comenzaban a especular.

— ¿Helena te dijo algo mi amor? —preguntó Michael.

—No, todo estaba listo, ella tenía que haber estado aquí desde hace unos minutos, nos pidió que la dejáramos asolas, y que vendría después —explicó.

Maximilien ya no pudo contenerse más y salió a toda prisa a buscar a Helena , todos intentaron detenerlo, pero fue inútil, siguió avanzando Karen y Michael fueron tras él y hablaron un poco buscando tranquilizarlo.

—Espera, no puedes ver a la novia antes de tiempo —argumentó la joven.

—¿Por qué se supone que es de mala suerte?, no creo que algo más grave que esto pudiera pasar —contesta muy molesto.

—Deja de especular, Maximilien, recuerda lo que ha ocasionado tu temperamento, no puedes estar pensando siempre lo peor —le recriminó.

Él suspiró profundamente una y otra vez, tenía la cabeza convertida en un mar de confusión, por una parte Karen tenía razón, pero por otra, el miedo que sentía era tan fuerte que le resultaba muy difícil poder controlarse.

—Permite que Karen vaya a buscarla, quédate conmigo, verás que todo estará muy bien —propone Michael.

Él asintió muy a su pesar, no quería esperar más, pero tampoco deseaba arruinarlo todo con sus actos impulsivos, así que, tendría que esperar un poco más.

Deseaba que todo se tratara de un mal entendido, que su adorada Helena entrara vestida de novia y pudieran unir sus vidas para siempre; la felicidad siempre se les había esfumado, por lo que resultaba comprensible sentir temor de que una vez más el destino les estuviera haciendo una mala jugada.

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