




Capítulo 73.
La tensión se podía sentir en el aire, la reacción de Maximilien tomó por sorpresa a todos, en especial a Helena que no entendía porque él se comportaba de esa manera.
—te dije que la sueltes —inquirió el con rudeza.
—basta, Maximilien, el doctor Stuart sólo me estaba ayudando, eso es todo, me iba a caer y él me sostuvo —le explicó.
—nada que venga de este tipo puede ser bueno —contestó en forma hostil.
—no es necesario que te alteres, recuerda que Helena está embarazada, y ese tipo de cosas le hacen mal —soltó el doctor a propósito.
—tú no me dices cómo debo comportarme con mi mujer, el único capaz de hacerle daño aquí eres tú —lo acusó directamente.
—no entiendo de qué estás hablando, si tienes algo que decirme aquí estoy —enfatizó.
—necesitamos hablar, Maximilien, por favor acompáñame —le pidió Helena tratando de qué se tranquilizara.
—Déjenos a solas, este sujeto y yo tenemos bastantes cosas de qué hablar —pidió Maximilien dirigiéndose a todos los presentes.
—vamos, Helena , dejemos que ellos hablen —intervino Michael.
—no entiendo de qué deberían hablar, lo que acaba de pasar es un malentendido, no es para tanto —agregó ella.
—Deja de defenderlo, Helena , ni siquiera sabes de lo que este tipo ha sido capaz, si sabes lo que te conviene será mejor que vengas conmigo Stuart —inquirió completamente enfurecido.
Ellos se alejaron, y aun cuando Helena quiso ir tras los dos para evitar que pudieran enfrentarse, Karen y Michael se lo impidieron, una vez en el jardín de la casa, Maximilien se le fue encima el doctor, sentía mucho coraje por lo que él había sido capaz de hacer al poner la serpiente en la cama de Carolina.
—¿Qué rayos te pasa? Baker, te has vuelto loco ¿es eso? —Gritó el médico envuelto en pánico.
—el único loco aquí eres tú, ¿cómo te atreviste a poner a mi esposa y a su madre en peligro infeliz? —Gritó descontrolado.
—no entiendo de qué hablas —contestó.
—no tiene caso que te hagas el imbécil, lo sé todo, y te voy a desenmascarar frente a los demás, no vas a seguir ocupándote del caso de Carolina, y mucho menos te voy a permitir que estés cerca de Helena —espetó.
Maximilien sacó la serpiente falsa de su chaqueta y empezó a golpearlo frenéticamente con ella, el doctor respondía a sus golpes y trataba de esquivarlo, pero la fuerza y la destreza de Maximilien era superior.
—¿Qué pretendías lograr con esto?, Maldito enfermo, vamos a ver cómo reaccionas ante los tribunales cuando te demande por mala praxis —lo amenazó.
—no tienes ninguna prueba de lo que estás diciendo, me estás acusando sólo por los celos enfermizos que sientes —le dice retándolo con la mirada.
Al escuchar tales palabras, Maximilien se abalanzó sobre él y continuó golpeándolo, el médico al principio respondía sus golpes, pero al ver que todos empezaban a llegar, se hizo la víctima.
—Detente, Maximilien, deja de comportarte como un troglodita —gritó Helena bastante exasperada.
—te he dicho que dejes de defenderlo, este animal se atrevió a colocar esta serpiente en la cama de tu madre, y por eso tú te pusiste mal, Michael y yo la encontramos en su habitación, a ver si después de lo que te he dicho sigues justificándolo —contestó enfurecido.
Helena se quedó paralizada ante las afirmaciones de Maximilien, sabía que aunque él estuviera muy enojado, jamás sería capaz de inventar algo semejante, y si el médico pudo atreverse a algo tan terrible, entonces Maximilien tenía toda la razón para reaccionar como lo hizo, quiso ir tras él, pero todos se lo impidieron, en ese momento no había nada que ella pudiese hacer, era mejor que se calmara y ya después podrían hablar.
—confiamos en usted, Doctor, nos ha decepcionado por completo —le dijo Helena directamente y mirándolo a los ojos con una profunda decepción.
—nada de lo que él dijo es verdad, Helena , todo lo inventó a causa de sus incontrolables celos —argumentó falsamente.
—deje de mentir, nosotros entramos a su habitación y encontramos esta serpiente oculta, y de acuerdo con las declaraciones de Helena , esta serpiente apareció sobre su cama el día que tuvieron que llevársela de emergencia al hospital.
—sí, esa serpiente estaba sobre la cama de Carolina, yo mismo la encontré, y pensaba decírselos, pero quería esperar el momento preciso para hacerlo —mintió para tratar de librarse del problema que le esperaba.
—Comprenderá qué después de lo ocurrido, no podemos creer en usted —intervino el abuelo bastante molesto también por lo sucedido.
—siento mucho que por el carácter impulsivo de una persona mi credibilidad sea puesta en tela de juicio, así que me iré de aquí, he cumplido mi propósito con Carolina, pero si ustedes no confían en mí, será mejor que me vaya —señaló haciéndose la víctima.
—en cuanto venga otro médico a atender a mi hija, usted tendrá que irse de esta casa —indicó Max.
El asintió, pero necesitaba trazar un plan que le permitiera salir bien librado de todo aquello, pues no podía arriesgarse a una demanda, o bien al escarnio público, ya que no quería perder su cédula profesional ni el prestigio que había ganado durante todos esos años de trabajo. Por otro lado, Helena regresó a su recámara, y allí estaba Maximilien, limpiándose los golpes que el médico había alcanzado a darle, pues aun cuando no resultó tan lastimado como Stuart, si tenía algunas heridas superficiales.
—Déjame ayudarte —dijo Helena mientras se acercaba a él.
—no hace falta, estoy bien —contestó secamente.
—Siento haber dudado de ti, cariño, pero es que yo no sabía —se justificó ella.
—no te preocupes —contestó fríamente.
Helena comenzó a limpiarle las heridas y a desinfectarlas, pero Maximilien se mantenía distante y en silencio.
—necesito que hablemos, no podemos seguir así —expresó ella.
—no hay nada de qué hablar, tú piensas que soy un hombre violento, un tipo qué simplemente se deja llevar por sus celos, pero preferiste creer en ese doctor que en mí que soy el padre de tus hijos y la persona que está contigo —le dijo con un aire de desilusión en su voz.
—no lo veas así, sabes que nunca fue mi intención hacerte sentir mal, simplemente que cuando te vi reaccionar de esa manera, pensé que lo estabas haciendo porque Stuart me estaba ayudando para no caerme, y luego cuando te vi golpeándolo, pensé que un ataque de celos se había apoderado de ti —confesó de corazón.
—sabes perfectamente que he cambiado mucho, Helena , ya no soy el mismo tipo impulsivo intransigente con el que te casaste hace años, te prometí que haría las cosas bien, pero parece que tú sigues sin poder confiar en mí por completo, y eso no me gusta —enfatizó.
Ella se quedó en silencio después de escucharlo, sabía que cualquier cosa que le dijera sería en vano en ese momento, estaba bastante enojado, y tenía razón, aun cuando era entendible la reacción de ella también al ver que no decía nada, Maximilien se marchó de la habitación, las lágrimas empezaron a brotar de los ojos de Helena , en ese instante la sensibilidad por el embarazo y el resultado de la pelea con el hombre que amaba, le estaban jugando una mala pasada y no pudo controlarse. Al cabo de un rato, su abuela Victoria fue a buscarla, llevaba una taza de té para los nervios, sabía qué le serviría mucho después de todo lo que sucedió. Y ahí estaba ella, tumbada sobre la cama, llorando en silencio. La abuela dejó la taza de té sobre la mesita de noche y la abrazó con mucha ternura.
—Cálmate mi amor, no te hace bien ponerte así, recuerda que estás embarazada, y el doctor te dijo que tenías que cuidarte —le dice buscando tranquilizarla.
—me equivoqué, abuela, desconfié de Maximilien y ahora él está molesto conmigo, soy una tonta, abuelita, debí creer en lo que me dijo y no lo hice —se lamentó.
—era lógico que pensaras de esa manera, hija, tú no sabías lo que había hecho el doctor, lo lógico era que tratarás de evitar un enfrentamiento entre ellos —.
—él siempre fue bastante celoso, y pensé que se trataba de otra escena, pero no fue así, esta vez sólo buscaba protegerme —menciona mientras las lágrimas se deslizan por su rostro.
—ya se le pasará, cariño, ahora debes dejar que se sienta mejor, verás como mañana regresa y podrán hablar con calma —le dice su abuelita con una gran sabiduría digna de las personas de esa edad.
—Dios te escuche, no me gusta que estemos mal, estuvimos separados por tanto tiempo y fue terrible, no quiero repetir algo como eso, y mucho menos ahora que el nacimiento de nuestros hijos está tan cerca —pronunció con tristeza.
Victoria la abrazo con mucho cariño y una infinita ternura, luego se quedó junto a ella hasta que se durmió, en ese momento la puerta se abrió y vio que era Maximilien quién regresaba seguramente a intentar solucionar las cosas con su mujer.
—menos mal que ya está usted aquí jovencito —le dijo la abuela mirándolo firmemente.
—señora Victoria, no sabía que usted estaría con ella —respondió bastante apenado.
—Adoro a esa niña, y siempre que me necesite allí estaré, su madre se encuentra convaleciente, tiene un embarazo de siete meses, ¿cómo crees que reaccionaría al ver a su marido batirse a golpes con otra persona? —lo increpó.
—tiene toda la razón en lo que me dice, y siento mucho mi comportamiento en su casa, pero ese tipo se merecía todo lo que le hice y más, puso en peligro a Helena y a Carolina, y por poco perdemos a nuestros hijos, era lógico que reaccionara como lo hice, ¿no lo crees? —Contestó.
—conmigo no tienes que justificarte, hijo, yo te entiendo perfectamente, pero también la entiendo a ella, lo único que buscaba era protegerte, ella no reaccionó así por ese doctor, no, lo hizo por ti, y es verdad que no debió dudar de lo que le decías, pero un error lo tiene cualquiera, tengo entendido que en el pasado también tú lo hiciste y ella te perdono, así que déjate de tonterías y no desperdicies un tiempo valioso en discusiones sin sentido —le aconseja con una gran sonrisa y luego le dio una palmadita en el hombro y se marchó.
Maximilien se acomodó en la cama junto a ella, y la brazo suavemente para no despertarla, luego se quedó mirándola fijamente, no quería seguir molesto con ella, así que en cuanto despertara, buscaría solucionar las cosas, pues tal como había dicho la abuela Victoria, estaban desperdiciando un tiempo valioso por alguien que no lo merecía.