




Capítulo 68.
El momento de las despedidas llegó, Karen, Michael y Maximilien debían regresar a la ciudad, pues la campaña de lanzamiento estaba muy cerca y era necesario ultimar los preparativos, al principio las cosas se habían salido de control, pero haciendo honor a su investidura, Maximilien lo resolvió todo en un abrir y cerrar de ojos.
—quisiera poder estar contigo en todo este proceso, cariño, pero mi deber es acompañar a mamá durante su tratamiento, hemos perdido tantos años, qué es lo menos que puedo hacer es apoyarla ahora que me necesita tanto —expresó Helena debatiéndose entre su pareja y su madre.
—a mí también me gustaría que pudieras acompañarme, Helena , pero entiendo perfectamente qué tengas que quedarte aquí, tu madre te necesita más que nunca, vendrán muchos proyectos y estarás conmigo de igual manera, cualquier cosa que necesites, por favor no dudes en llamarme, ya estoy viendo todo lo concerniente a la estancia de tus abuelos y de tu mamá en nuestra ciudad —le informó con gran emoción.
Ella le dio un fuerte abrazo, estaba muy contenta, pues en este poco tiempo sus abuelos se habían convertido en una parte fundamental de su existencia, y que decir de su mamá, si lograba salir adelante de esa difícil prueba que le había puesto en la vida 20 años atrás, definitivamente quería tenerla junto a ella.
—Necesito comentarte algo, amor, no te lo había querido decir porque ya tienes bastantes problemas, pero quedamos que no habría secretos entre nosotros —agregó Maximilien.
—me asustas, ¿sucede algo grave? —Preguntó ella impaciente.
—Hubiese podido ser algo muy peligroso si no lo detenemos a tiempo —le dijo.
—por Dios, me pones nerviosa, habla —reclamó.
—Diana y Toni están coludidos, son cómplices desde hace mucho tiempo —dijo por fin.
—¿Pero es eso posible?, Son tal para cual, no sé cómo pude vivir engañada por tanto tiempo, estaba cegada por la supuesta bondad y generosidad de Toni—.
—Todos lo estuvimos, a mí me pasó con Diana, jamás imaginé que fuera esa clase de persona, pero ya me encargue de ella—espetó.
—¿Qué hiciste Maximilien? —Cuestionó preocupada.
—le dejé muy claro que conmigo nadie juega, disolví la sociedad con su familia, y eso para ellos significa la bancarrota —expuso.
—me da miedo que quieran tomar represalias contra ti, amor, debiste dejar las cosas de ese tamaño —le aconsejó.
—no, Helena , ya me cansé de sus juegos sucios, y no pienso permitirles un truco más —dijo con determinación.
—te entiendo, cariño, pero la venganza no deja nada bueno, al final de cuentas nosotros somos felices, no lograron su objetivo —señaló.
—pero ese infeliz nos separó durante dos años, y eso nunca se lo voy a perdonar, ese tiempo fue un verdadero tormento para mí, por supuesto que yo también tuve mi parte de culpa, pero el orquesto todo, y no pienso permitirle que se siga metiendo en nuestras vidas, Infiltró con ayuda de mi madre y de Diana a una mujer para que intentará seducirme —soltó el dejando salir todo el coraje que sentía.
La expresión en el rostro de Helena cambió radicalmente, le parecía increíble que esos dos tuvieran tantos alcances y que siguieran representando un obstáculo para su relación.
—malditos, ¿qué se piensan que pueden jugar con nosotros cada vez que se les antoje? —gritó enfurecida.
—tranquila, no te alteres por favor, por eso no quería decirte nada—.
—Karen me lo advirtió, ella me dijo que había algo raro con esa mujer, pero me parece increíble que tu madre también se preste para esas barbaridades, sé perfectamente que nunca le he caído bien, pero ni siquiera se conmueve por mi embarazo, estoy cansada de qué la gente me juzgue y busque aprovecharse de mí —.
—entiendo cómo te sientes, también yo pasé por ese proceso, mi vida, pero no tiene caso, esos dos jamás volverán a molestarnos, no se los voy a permitir —le aseguró.
Ella respiro profundo, trato de calmarse porque no le convenía estar mal, por sus hijos, y por salud mental era preciso que se mantuviera tranquila. Tenía en el amor de Maximilien toda la confianza y lo necesario para obtener las fuerzas que le hacían falta, sabía que tendría que enfrentar muchas otras pruebas en el camino, no obstante, ella no era de las personas que se daban por vencidas, así que si tenía que luchar con todas sus fuerzas para quitar los obstáculos de su camino y alcanzar la verdadera felicidad, lo haría sin dudarlo.
—tengo que irme, pero regresaré pronto a verte, mi amor, quiero que estemos en contacto, y de preferencia no salgas sola, mientras esos desgraciados estén al acecho, será mejor que estés fuera de su alcance —sugirió.
—no lo haré, Maximilien, no les daré el gusto a esos infelices de verme acorralada —contestó desafiante.
—no es por ellos, amor, es por ti, necesito que estés bien, tú y nuestros hijos —puntualizó.
—pues no estoy dispuesta a darles el gusto, así que ahora más que nunca sabrán de mí —dijo.
—basta, Helena , este no es un buen momento para tratar de hacerse la heroína, tienes que cuidar de ti y de nuestros hijos, y mi deber es protegerlos—enfatizó.
Helena salió corriendo a su habitación, Maximilien quiso detenerla pero ella se lo impidió, en ese momento traía las hormonas a flor de piel, y un humor muy cambiante. Estaba subiendo a la habitación, pero en el camino el abuelo Max, lo detuvo.
—ahora no es buen momento, hijo, cuando las mujeres embarazadas se ponen en ese plan, no es bueno discutir con ellas, es mejor entenderlas y escucharlas, y dejar que se les pase el enojo—le explica.
—no sé porque se pone así, yo sólo quiero que ella y nuestros hijos estén bien, pero parece que no lo entiende, y no sé cómo explicárselo —decía tratando de contenerse lo más posible.
El abuelo sonrió, y emitió un largo suspiro.
—no trates de entenderla, no podrás hacerlo, tú haz lo propio pero no intentes explicárselo, porque en este estado en el que ella se encuentra, no hay razonamientos que valgan—señaló.
—¿Y entonces qué debo hacer?, Quedarme como si nada y dejándola hacer locuras que puedan ponerla en peligro —.
—tienes qué actuar desde lejos, en estos momentos es muy mala idea contarle tus planes o pedirle que haga cosas como las que le dijiste, a una mujer embarazada no le puedes decir que no salga sola, lo tomara a mal, pensará que quieres aprisionarla —exclamó.
—sí, tiene razón, creo que fue una muy mala idea, y ahora tengo que ver cómo calmarla, porque no me quiero ir así, ya estuvimos mucho tiempo enfrentados, y es una sensación que no quiero repetir —argumentó.
Max le dio una palmadita en el hombro y lo miró con compresión para infundirle serenidad, era un hombre muy sabio que siempre encontraba las palabras precisas para hacer la diferencia. Maximilien subió a la recámara, le pidió algunas veces que abriera la puerta, pero Helena estaba bastante molesta y por supuesto no lo hizo, y como él era bastante intransigente también, en un segundo olvidó los consejos del abuelo y empezó a empujar la puerta hasta que se abrió.
—¿Pensabas dejar que me fuera así?, ¿no te parece que ya estuvimos mucho tiempo enfrentados como para seguir? —la cuestionó perdiendo prácticamente la paciencia.
—no entiendo porque quieres tenerme prácticamente en una jaula, sólo porque esa mujer, tu ex prometida está despechada —manifestó.
—no hacen falta las ironías, Helena, si no quiero que salgas sola, no es porque dudes de tu capacidad o de qué sepas defenderte, simplemente estás en un estado vulnerable y necesito cuidarte, ¿por qué no puedes entender eso? —le dijo haciendo acopio de las últimas fuerzas que le quedaban.
—¿Y por eso tienes que gritarme?, no te basta como me siento, que soy un desastre, que me estoy poniendo gorda, que siento que el mundo se me cae a pedazos, ¿no es suficiente para ti? —Contestó con un abrupto cambio de humor típico de las embarazadas.
Al verla en ese estado tan vulnerable, a Maximilien se le pasó el enojo instantáneamente, recordó en ese momento las palabras del abuelo, que como siempre tenía razón, así que la abrazo fuertemente y empezó a llenarla de besos para tratar de qué se tranquilizara.
—lo siento, estoy de un humor terrible, no sé qué me pasa —se disculpó.
—ya, princesa, no te preocupes, sé perfectamente que estos cambios de humor son normales, y quiero que sepas qué de aquí en adelante trataré de entenderlos, y te pido que me perdones también a mí, porque me excedí, debí hacerle caso a tu abuelo, cuando me dijo que en este estado, es mejor no llevarte la contraria —dijo tratando de controlar la risa.
Los dos se abrazaron, una vez más habían pasado la prueba, pero ahora era momento de despedirse, pues ellos debían regresar a la ciudad.
—Quiero que pienses todo el tiempo en mí, voy a estar muy pendiente de ese doctorcito que te anda rondando —le dijo.
—soy yo quien debería de estar preocupada, con tantas lagartonas persiguiéndote, imagínate —contestó.
El soltó una sonora carcajada, le gustaba esa forma tan particular de Helena qué tanto lo cautivaba. Bajaron a la sala, todos ya los estaban esperando para despedirse, Karen la abrazo y fue inevitable que las lágrimas rodaran por los ojos de Helena , debido a la sensibilidad que estaba experimentando a causa del embarazo.
—amiga querida, pero por favor no llores, me duele dejarte en este estado, pero soy una de las principales diseñadoras de la campaña, y tengo que estar presente para supervisar los últimos detalles —dijo su amiga bastante comprensiva.
—no me hagas caso, estoy sensible, sólo eso, estoy segura que tendrás mucho éxito, y el día de la presentación yo estaré ahí con ustedes, en primera fila disfrutando de su triunfo —contestó ella.
Luego se despidió de Michael, le había simpatizado bastante, y sabía qué su amiga y él harían una estupenda pareja.
—haz feliz a mi amiga, por favor, nadie más que ella se lo merece —le dijo.
—Es lo que más quiero, deseo con todo mi corazón que podamos tener una relación maravillosa —contestó el.
—cuídate mucho, cariño, te voy a extrañar —le dijo Helena al oído a Maximilien.
—estaré contando los días para volver a verte y para volver a tenerte entre mis brazos —contestó el haciendo que una corriente de electricidad recorriera a Helena de pies a cabeza.
Bastaba con ver sus rostros, para saber lo que estaba pasando entre ellos, así que todos se alejaron un poco para darles privacidad. Llegó el momento en el que tuvieron que irse, y una profunda nostalgia invadió a Helena, así que fue directamente al cuarto donde estaba su mamá, quería ver cómo iban evolucionando las cosas.
—hola, Stuart, ¿ha habido alguna novedad? —Le preguntó.
—sí, Helena, Carolina cada vez responde a más estímulos, vamos avanzando favorablemente —le informó.
—qué felicidad, Stuart, ojalá que muy pronto mi madre pueda salir de ese letargo, dios quiera que así sea —expresó ella llena de emoción.
—voy a salir un rato, necesito que te quedes con ella, aún falta algo de tiempo para aplicar el tranquilizante para que pueda relajarse —explica el médico.
—no te preocupes, yo me quedaré con ella, puedes irte tranquilo —autorizó.
El doctor salió de la habitación, pero a propósito había dejado una serpiente de juguete que a la vista parecía real, Helena se acomodó junto a ella en la cama, abrazándola suavemente, necesitaba respirar su aroma, ese olor tan particular que tienen las madres que hacen que todo fluya mejor, pero no se esperaba lo que vería en sus ojos, en cuanto se dio cuenta de qué aquel animal que el doctor había montado en la cama de Carolina, Helena empezó a gritar desesperadamente, Stuart había puesto en riesgo el embarazo de ella, era un médico muy extremista en sus acciones, pues quería sacar de su letargo a Carolina a como diera lugar, sin importarle las consecuencias.