




Capítulo 65.
Las sesiones con el doctor transcurrían sin arrojar ninguna novedad, y Helena estaba comenzando a desesperarse, no entendía porque Carolina no daba manifestación alguna, si con ella fue todo lo contrario.
—no lo entiendo, abuela, mi madre en repetidas ocasiones me hizo saber que me escuchaba —repetía Helena dejando salir la frustración que sentía.
—a veces las cosas no salen como uno quiere, hijita, tal vez sólo fue parte de tu deseo por verla recuperarse —contestó la abuela un tanto decepcionada.
—¿por qué nadie me cree?, Si les digo que yo misma la vi, no entiendo porque siguen dudando —espetó Helena .
—Nadie dice que no la viste, Helena , sólo qué tal como tú también comienzo a desesperarme —comentó Victoria.
Helena asintió, pero no tenía las fuerzas suficientes como para seguir hablando con su abuela, así que se dirigió a su habitación, quería dormir por un rato prolongado, ya que ese día sería de descanso para Carolina, puesto que las jornadas anteriores habían sido extenuantes y era preciso darle un periodo de tiempo para asimilar el tratamiento. Maximilien estuvo llamándola varias veces, pero ella no le contestó, no tenía las fuerzas para decirle que las cosas no estaban saliendo bien, él se preocupó, así que decidió llamar al abuelo Max para ver lo que estaba pasando.
—señor Adams, me alegra escucharlo, lo estoy llamando porque toda la mañana he querido comunicarme con Helena, pero ella no me atiende el teléfono, ¿está todo bien? —Preguntó preocupado.
—sí, Maximilien, está todo bien, sólo que el tratamiento no está funcionando como nosotros esperábamos—le informó.
—lo siento mucho, señor, pero aún es muy pronto, tal vez un poco más adelante las cosas cambien —dijo.
—ojalá hijo, rogamos al cielo porque así sea, sobre todo por Helena , que estaba tan ilusionada con este nuevo procedimiento —exclamó.
Se despidió del abuelo y cortó la comunicación, Maximilien sabía que en este momento tan difícil, no podía dejar sola a Helena , ella lo necesitaba más que nunca, así que le pidió a Rachel que lo tuviera todo preparado para qué su avión privado pudiera llevarlo hasta donde se encontraba ella, pues aun cuando sólo fuera por poco tiempo, quería brindarle el consuelo y el apoyo que su mujer tanto necesitaba. Por otro lado, Karen no había podido apartar sus pensamientos de lo que había sucedido con Michael, sin duda esa había sido una noche increíble, digna de repetirse, pero estaba avergonzada por su comportamiento, pues pensó qué si él no le había llamado hasta entonces, seguramente había sido porque no quería saber más de ella. Salió de la empresa y justo cuando estaba a punto de subirse a su coche, se giró al escuchar una voz que la llamaba.
—Karen, por favor espera —dijo el levantando un poco la voz para que ella pudiese escucharlo.
El corazón de Karen dio un vuelco, no podía creer lo que sus ojos veían, era aquel hombre tan simpático y apuesto, aquel excompañero de la universidad que ahora le robaba el sueño y la respiración.
—hola preciosa, no me pude resistir y vine a buscarte, ¿podrías dejar tu coche aquí e irnos en el mío? —Propuso.
—no sé, quizá haya algún problema si dejo mi coche estacionado aquí —dijo ella.
—ningún problema —se escuchó otra voz que llegaba al estacionamiento.
—hola, Maximilien, te presento a Michael, Michael, él es Maximilien Baker, mi jefe y esposo de mi mejor amiga —señaló.
Los jóvenes estrecharon sus manos y se saludaron con bastante cordialidad.
—Vine a buscar a Karen, pero si hay algún problema podemos llevar su coche hasta su edificio —dijo Michael.
—claro que no, el coche puede quedarse aquí sin problema, vayan a divertirse, pensaba pedirle a Karen que me acompañara a ver a Helena , ella está en otra ciudad y ahora creo que está teniendo algunos problemas, parece que el tratamiento de su madre no está funcionando —relató.
—hay, no puede ser, lo siento Michael, pero debo ir con ella, mi amiga me necesita más que nunca —contestó la joven.
—no te preocupes, Karen, lo importante es que ella esté bien, y ahora te necesita, así que tu deber es acompañarlas —contestó comprensivo.
—¿Y por qué no nos acompañas? Michael, sólo será un día, estaremos de regreso mañana por la noche —sugirió.
Los dos se quedaron mirando, a Michael le parecía una idea fabulosa, pero no sabía si Karen estaría de acuerdo.
—Es una ciudad preciosa a la que vamos, les servirá de paseo, y para que se conozcan un poco más —dijo Maximilien.
—yo estoy de acuerdo, y agradezco mucho la invitación, sólo tendría que recoger algunas cosas personales, pero no sé si a Karen le gustaría —.
—por qué no, puede ser una buena oportunidad para que todos nos conozcamos mejor —contestó por fin.
—entonces está decidido, los dos me acompañaran, los espero en una hora y media en el hangar, hasta entonces, mucho gusto Michael —expresó Maximilien.
Él se marchó dejándolos a solas, y entonces Karen y Michael partieron hacia sus respectivas casas para recoger todo lo necesario y así poder acompañar a Maximilien en aquel viaje que también sería una oportunidad perfecta para que ellos pudieran acercarse mucho más. Helena no había querido cenar, había estado bastante triste, por lo que decidió quedarse en su habitación. Vio las llamadas y los mensajes de Maximilien, los cuales decidió ignorar para no preocuparlo, pues consideraba que ya bastante tenía el con sus problemas como para añadirle uno más.
—me encantaría que estuvieras aquí, mi amor, seguro tu encontrarías las palabras exactas para consolarme, Dios mío, ¿hasta cuándo se terminarán mis problemas? —Se preguntaba ella en busca de una respuesta a la desesperación que estaba experimentando.
Se escucharon unos pasos y luego unos nudillos tocando la puerta.
—Sea quien sea, por favor déjenme sola, necesito descansar —dijo ella.
Pese a las palabras que acababa de decir, la persona que estaba en la puerta siguió insistiendo, hasta que Helena bastante molesta se levantó para averiguar de quién se trataba.
—He dicho que quiero estar sola, no quiero ver a nadie —espetó.
Ella abrió la puerta, y luego estuvo a punto de cerrarla
en la cara del alto y atlético hombre que estaba frente a ella.
—vengo desde muy lejos para poder verla, Sra. Baker, pero he escuchado que no quiere ver a nadie, ¿eso significa que debo irme? —Dijo el tratando de mejorar su ánimo.
Helena no podía dar crédito a lo que estaba viendo y escuchando, se trataba de la persona a la que más deseaba ver en este momento, así que se lanzó en sus brazos refugiándose en su pecho y volcando en Maximilien todos los sentimientos encontrados que tenía en ese momento.
—¿Pero qué estás haciendo aquí?, tenías que estar resolviendo el problema de la empresa—preguntó preocupada de qué él hubiese descuidado sus asuntos por ir a buscarla.
—¿Cuándo vas a entender que mi prioridad eres tú? —Preguntó Mirandola directamente a los ojos.
—te lo agradezco, cariño, pero no debes preocuparte por mí, ¿seguro alguien te contó lo que sucedió verdad? —Cuestionó.
—Debiste contármelo tú, quedamos en que estaríamos juntos en las buenas y en las malas, y este es un momento difícil para ti, tenía que estar contigo, Helena —.
Ella puso su cabeza en el pecho de ese hombre al que amaba con locura, el único capaz de hacer que las cosas adquirieran sentido nuevamente, respiro profundo para impregnarse de ese aroma masculino que tanto le gustaba, lo abrazo fuertemente, pues sólo con él se sentía protegida.
—siempre encuentras la forma de hacerme sentir bien, te amo tanto, y no sé qué haría sin ti —susurró.
—no tienes que estar sin mí, no te lo permitiré, pues aun cuando decidieras apartarme de tu lado, yo te seguiría hasta el fin del mundo de ser necesario, y ahora por favor cambia esa cara y dame un beso, te necesito, mi amor, me has hecho mucha falta todos estos días —musitó con voz seductora.
Helena cerró la puerta de su habitación, la atmósfera era inmejorable, pues sólo bastaba esa fuerza magnética que arrasaba con todo a su paso, la química sobresalía por todos lados a través de esos corazones desbordantes de amor que reclamaban estar cerca el uno del otro. Sus labios se unieron con un beso ardiente que no daba tregua a nada más, sus manos se deslizaban por todas partes y sus cuerpos, hambrientos de deseo por encontrarse. Todo iba de maravilla hasta que alguien tocó la puerta de su habitación.
—Tengo que abrir, Maximilien, puede ser algo importante —dijo ella con la respiración entrecortada.
—no abras, no ahora, quiero estar contigo, Helena , me has hecho mucha falta —contestó con vos anhelante.
Los besos continuaron, pero el toque en la puerta los devolvió a la realidad súbitamente.
—no puede ser, pero que inoportunos, vayamos a ver quién es, pero tú y yo tenemos algo pendiente —le dijo mientras la besaba en el cuello.
Helena sonrió, le encantaba ver ese brillo en la mirada de su amado, esa complicidad sin duda era lo que mantenía viva esa inmensa llama de la pasión que existía entre ellos.
—Helena , debes venir a la habitación de Carolina, ahora mismo —dijo una voz familiar.
—¿Pasa algo Stuart? —Contestó ella con la misma confianza con la que él se había dirigido a ella.
—no se preocupe, Doctor, mi mujer y yo iremos a la habitación de la señora Carolina en un momento, si nos permite por favor —contestó un tanto celoso.
—lo siento, no sabía que estabas acompañada, te espero, Helena —respondió el médico algo desafiante.
Cuándo la puerta se cerró, Helena vio una chispa extraña en los ojos de Maximilien, sabía perfectamente cuando su marido estaba celoso, conocía esa expresión en el rostro que le decía qué no le gustó para nada que Stuart se hubiese dirigido a ella con tanta familiaridad.
—no puedes estar celoso, Maximilien, por Dios, es el médico de mi madre —trata de explicarle.
—sí, claro, pero también es hombre, y vi cómo te miraba —inquirió.
—sólo venía a informarme algo respecto al caso de mi mamá, eso es todo —se defendió ella.
—¿Y no pudo pedirle a alguien que viniera a decírtelo?, no, claro que no, tenía que venir él personalmente a informártelo —decía cada vez más enojado.
—quedamos en no desconfiar el uno del otro, Maximilien, si vino hasta acá, seguro es porque se trata de algo importante, nada más —argumentó.
—en ti confío plenamente, pero en el no, pero no me hagas caso, es que no soporto que otro hombre te mire como él lo hizo, eso es todo —explicó con voz seria.
Ella se acercó y acarició su rostro, y luego lo miró a esos intensos ojos azules que en ese momento parecía que iban a echar chispas.
—Loquito, como si yo pudiera pensar en otro hombre que no fueras tú, te amo, y nunca quiero que dudes eso, nadie tiene oportunidad conmigo, porque mi corazón sólo te pertenece a ti —exclamó con una sonrisa que lo dejaba completamente desarmado.
—Sabes que tu sonrisa es mi punto débil , y por eso te aprovechas, cuando sonríes de esa manera, me tienes rendido a tus pies —dijo él ya más tranquilo.
—así me gusta, ese es el hombre que amo, seguro de sí mismo y de lo que tenemos, ahora ven conmigo, acompáñame a la habitación de mi mamá, quiero ver qué sucede con ella —indicó.
—no es conveniente que te acompañe, tal vez no pueda resistirme y terminé rompiéndole la cara a ese doctor cuando lo tenga frente a mí, así que mejor ve a ver a tu mamá, te espero aquí, tengo una sorpresa que quiero mostrarte cuando vuelva —.
Helena asintió y le dio un apasionado beso en los labios, luego se marchó rumbo a la habitación de Carolina, necesitaba saber qué sucedía con su madre, esperaba que el retroceso no continuará más, al contrario, deseaba que fueran buenas noticias las que el doctor Stuart tuviese que compartir con ella.
—¿Puedo pasar doctor? —Preguntó.
—por supuesto, Helena, pasa por favor —la instó el.
—¿Todo está bien con mi madre? —Cuestiona preocupada.
—por el contrario, Helena , tengo excelentes noticias para ti, la señora Carolina está reaccionando favorablemente al tratamiento, le hablé sobre ti y tuvo un leve movimiento, lo cual nos indica que estamos haciendo las cosas bien, lo estamos logrando, Helena —le informó el médico.
Helena no podía contener la emoción que sentía, el corazón se le quería salir del pecho de la felicidad que significaba el hecho de que su madre pudiese recuperarse por fin, por lo que abrazo al doctor como agradecimiento por lo que estaba haciendo por ella. Pero en ese momento, la puerta se abrió, era Maximilien a quien por supuesto no le gustó verla en esa situación con el médico.
—espero no interrumpir, sólo venía para ver si todo estaba bien, Helena —dijo fríamente.
Helena se dio la vuelta y corrió hacia Maximilien, y le dedicó una de esas hermosas sonrisas que se dibujaban en su rostro cuando algo maravilloso acababa de suceder.
—Está funcionando, Maximilien, mi madre acaba de dar indicios de qué nos escucha —le contó.
—qué bueno, mi amor, me alegro muchísimo por ti y por ella por supuesto —contesta tratando de olvidarse de ese malentendido.
En ese momento, de manera instintiva le dio un beso ardiente y apasionado delante del doctor a quien consideraba su rival, el médico los miraba con molestia, al parecer no le gustaba que ella estuviese tan enamorada de él.