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Capítulo 55.

Todo estaba preparado para que esa fuera una gran noche, Helena se arregló para la ocasión, estaba bellísima, con un vestido que resaltaba su figura y que seguramente despertaría la envidia de todos los presentes, así como también cautivaría sin duda las miradas de todos, pues a pesar del pequeño vientre que se asomaba, la belleza de la joven se dejaba ver en todo momento. Maximilien entró a la habitación para percatarse de qué su mujer estuviera preparada, y se llevó una gran sorpresa al ver lo linda que estaba esta noche, se acercó a ella y la miró con ojos intensos desbordantes de deseo.

—nunca dejas de sorprenderme, mi amor, estás hermosa, seguramente tendré que espantar a todos los admiradores que busquen acercarse a ti —le dijo mientras la rodeaba con sus fuertes brazos.

—pero mira nada más, creo que el hombre más cotizado del país, el playboy que todas las chicas quieren, está celoso, eso sí que es una novedad —bromeo ella.

—pues claro que lo estoy, no me gusta que nadie se acerque a la mujer que me tiene loco, el gran amor de mi vida, la madre de mis hijos, y que además es todo mi mundo —le decía mientras la besaba en forma sugerente.

—Maximilien, no sigas, cariño, tenemos que irnos —contestó con la voz entrecortada.

—Es que cuando te tengo así, me cuesta mucho trabajo guardar la compostura, ¿y si nos quedamos aquí toda la noche? —Le preguntó con vos susurrante.

Ella no pudo evitar sonreír, y aun cuando era una propuesta muy tentadora, los dos sabían que la celebración estaba dirigida a ellos para festejar el nacimiento de esos tres bebés que les traerían alegría a todos.

—no te voy a negar que me encanta la idea, pero, creo que esta vez no podré complacerte, así que señor Baker, respire profundo y trate de guardar energías para cuando regresemos —respondió de manera insinuante.

—prometido, y ya vámonos, porque entre más pronto nos vayamos, mucho antes regresaremos —musitó.

Definitivamente esa sería una noche muy especial, los invitados empezaron a llegar, y estaban sumamente sorprendidos al ver a aquella joven radiante y hermosa, la nueva integrante de la familia Adams estaba llegando con el pie derecho a la alta sociedad de aquella ciudad.

—su nieta es hermosa, Victoria, definitivamente tiene mucho parecido con Carolina —decía una de las invitadas.

—no sólo se parece a ella, son idénticas, Helena es la viva imagen de Carolina cuando era joven —añadió otra de ellas.

—me van a disculpar, pero yo no creo que se parezcan tanto, siento si soy impertinente, pero ¿están seguros de que se trata de su nieta legítima? —Preguntó Úrsula en forma maliciosa.

La tensión reinó en el ambiente, hasta que Bianca convenientemente intervino en la conversación.

—pero madre, ¿qué preguntas son esas?, si mis tíos están presentando a Helena con nuestras amistades, es porque están seguros que se trata de su nieta —mintió para seguir gozando de la simpatía de sus parientes.

—no tenemos ninguna duda, Úrsula, Helena es nuestra nieta, el llamado de la sangre no miente, sin mencionar el enorme parecido con nuestra hija —agregó la abuela Victoria.

—nosotros no necesitamos pruebas de ADN, nos basta con verla a los ojos para ver en el fondo de su alma, es tan transparente como lo era mi hija —intervino el abuelo.

Helena sonrió, y en su rostro se veía la satisfacción de saber que por primera vez, la vida le estaba haciendo justicia, al ponerla frente a su verdadera familia, dos seres que harían lo que fuera por ella, situación que no había ocurrido en el pasado, pues su padre era demasiado débil, y Clarisa se aprovechó de eso para atormentarla y hacerla sufrir.

—me encanta que tus abuelos hayan puesto en su lugar a esa mujer tan odiosa—dijo Maximilien de repente.

—Es lógico que desconfíe, pero creo que la tía Úrsula está bastante amargada, y al parecer no goza de la simpatía de mis abuelos —agregó Helena .

—pues los entiendo perfectamente, con tan sólo verla me pareció una mujer nefasta —.

—no digas eso, cariño, esperemos que pronto pueda ganarme su corazón, y si no, pues simplemente ignoraré sus comentarios malintencionados —dijo ella.

—esta es tu noche, princesa, y ahora ven conmigo, bailemos un poco—.

Llegaron al centro de la pista y todas las miradas se posaron en ellos, definitivamente formaban una pareja espectacular que robaban la atención de todo aquel que tenía la oportunidad de conocerles. Entre los espectadores, se encontraban Bianca y su esposo, el cual se percató de inmediato la manera en que ella miraba al acompañante de Helena.

—¿Te gusta el marido de tu prima? —Le preguntó bastante molesto.

—y a quien no le gustaría semejante hombre, pero no te preocupes, no voy a dejarte por el —contestó cínicamente.

—más te vale, querida, porque de lo contrario, muchos secretos tuyos podrían salir a la luz, y no creo que eso te convenga —le advirtió.

El rostro de Bianca se desencajó, no soportaba que nadie le hablara de mala manera, y mucho menos el hombre que por tanto tiempo había sido su cómplice y su lacayo a la vez.

—cuida como me hablas, un día me puedo cansar de ti, ¿quién te dice que no me puedo encontrar alguien mejor?, así que procura mantener el lugar que te pertenece, sin mí no serías nadie, recuérdalo —dijo con tono amenazante.

Él la miró con actitud retadora, y no tardo en contestarle, sus palabras no eran las de siempre, y eso dejó helada a Bianca.

—no, cariño, el que se puede cansar de ti soy yo, no te confíes, recuerda qué me sé mover muy bien en el mundo de la alta sociedad —le dijo mientras miraba a Helena con intensidad.

El animador propuso un cambio de parejas y casualmente Helena terminó bailando con un atractivo hombre que no dejaba de mirarla, lo cual no le pareció para nada a Maximilien, pero trato de controlarse para no hacer un escándalo que terminara arruinando la noche de su adorada Helena .

—el que está bailando con tu mujer, es uno de los hombres más ricos del país, tiene fama de ser infalible con las mujeres —dijo Bianca tratando de provocar un problema entre Helena y Maximilien.

—puede ser, pero siempre hay una excepción, y Helena lo es, confío plenamente en ella y sé perfectamente lo que tenemos —contestó tratando de controlar los terribles celos que estaba experimentando.

Ese tipo de situaciones resultaban un predicamento para Maximilien, pues ese era uno de sus principales defectos, y es lo que le causó tantos problemas en el pasado, no obstante, le había prometido a Helena que cambiaría su manera de ser, y que trataría de no ser tan impulsivo aun cuando por dentro sólo deseaba quitar a ese hombre del lado de su mujer.

—me alegro que le tengas tanta confianza, pero los ojos de ese hombre no mienten, y por la forma en la que la está mirando, se ve que se muere de ganas por tratar de conquistarla —siguió insistiendo la perversa mujer tratando de dejar sembrada la duda.

—aun cuando no me guste, no lo culpo por mirarla, tengo la mujer más hermosa de todas, pero despreocúpate, Bianca, si en alguien confío en este mundo, es precisamente en mi Helena , y creo que llegó el momento de regresar con ella , ve y busca a tu esposo, aunque pensándolo bien, creo que está muy contento con aquellas chicas de la otra mesa, digo, es una percepción solamente —contestó Maximilien desquitándose por los comentarios malintencionados de la prima incómoda.

—buenas noches, creo que es hora de qué me regrese a mi pareja —dijo de repente.

—por supuesto, ha sido un placer señorita Andrews —contestó el joven amablemente.

El hombre se retiró aun cuando sus ojos no dejaban de fijarse en la belleza de Helena , Maximilien la abrazó. Le dio un apasionado beso en los labios, sabía perfectamente que él los estaba mirando, y aun cuando se había controlado muy bien, quería dejar muy claro que ella era una mujer comprometida.

—¿Marcando tu territorio? —Preguntó tratando de disimular una sonrisa.

—no puedes culparme por hacerlo, tengo a la mujer más hermosa de todas, es lógico que quiera cuidarla, aún embarazada despiertas sentimientos en los hombres, y no los culpo, si yo estuviera en su lugar, haría exactamente lo mismo, jamás te dejaría ir —susurró.

—loquito, como si yo pudiera pensar en otro hombre que no seas tú, no lo hice en el tiempo que estuve sola, mucho menos ahora que estamos juntos —le dijo.

—lo sé, tengo plena confianza en ti, cariño, además si algún tipo intenta lo contrario, no saben lo que les espera —.

Los dos soltaron una carcajada, su relación había cambiado mucho, y ahora ya no habían sombras que se interpusieran en la confianza y el respeto que se tenían. La pasaron increíblemente, los abuelos estaban felices presumiendo a su encantadora nieta, y los invitados estaban fascinados con tan finas atenciones por parte de los anfitriones de la fiesta. Llegó el momento de despedirse y uno a uno los invitados se fueron marchando, pero Helena no quiso marcharse a dormir sin antes pasar por la habitación de su madre, Maximilien quiso acompañarla, pero ella prefirió ir sola, necesitaba tener ese espacio de intimidad con su mamá para contarle la felicidad tan grande que estaba sintiendo debido a la llegada de sus tres hijos. Avanzó hacia la habitación donde ella se encontraba, abrió la puerta despacio, camino hacia ella, encendió la luz y la miró fijamente, después tomó su mano y se acercó para darle un beso en la frente.

—mamita, estoy aquí contigo, porque quiero contarte algo muy especial, estoy embarazada, vas a ser abuela, no de un niño, sino de tres, hoy el doctor me lo confirmó y yo estoy muy feliz, y quería compartir mi felicidad contigo, me encantaría que pudieras estar aquí conmigo compartiendo esta dicha tan grande, ojalá pudieras abrir tus ojos y vivir esta etapa junto a mí —le decía en voz alta.

Por un momento, el rostro de Carolina se iluminó, Helena pensaba que se trataba de una mala pasada de su mente, pero no, y pudo constatarlo cuando unas lágrimas se asomaron en los ojos de su madre.

—Mamá, ¿pero será posible?, me estás escuchando, claro, empiezas a recuperarte, te prometo que mañana mismo me encargaré de qué los especialistas te revisen nuevamente, no sabes la gran felicidad que siento en este momento, eres muy importante para mí, y te prometo que vamos a recuperar el tiempo perdido —decía completamente enternecida por el gran momento que estaban viviendo.

Era la mejor forma de terminar la noche, un bello milagro se estaba gestando, y eso hacía que el corazón de Helena rebozara de alegría.

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