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Capítulo 53.

Hacía mucho tiempo que Gregory Baker no se aparecía por la empresa, pero esta mañana, decidió hacer una excepción para ver con sus propios ojos el excelente manejo que su hijo le estaba dando a la compañía familiar. Una vez al llegar a los pasillos del impresionante edificio, todas las miradas se posaron sobre él, ese hombre era temido, pero también respetado, y desde que había dejado en manos de Maximilien las riendas de la compañía, era muy poco lo que se aparecía por allá. La primera en darle la bienvenida fue Rachel, la asistente personal que por tantos años estuvo trabajando junto a él, y ahora lo hacía junto a su hijo.

—Señor Baker, bienvenido, como sabe su hijo se encuentra de viaje, así que no creo que venga a visitarlo a él—exclamó la amable asistente.

—Tú tan atinada como siempre, Rachel, en efecto, no vengo a verlo a él, vine a echar un vistazo para ver cómo está todo por aquí, de repente extraño andar por estos pasillos—acertó a decir.

—Y la dirección de su hijo es impecable, todo funciona tal como a usted le gusta —puntualizó.

—Fue la mejor decisión que pude haber tomado, poner a mi hijo al frente de todo esto, fue una buena jugada —señaló.

—El no sólo es exitoso en los negocios, también lo es en el amor, muy pronto le darán un hermoso nieto con la señorita Helena —.

—Ese niño serán mis ojos, porque estoy seguro que será un hermoso varón, digno de los Baker—expresa con orgullo.

La conversación no podía ser más animada, pero su rostro se ensombreció cuando vio sentada en uno de los escritorios a una mujer que le resultaba sumamente familiar. Trato de hacer memoria hasta que por fin recordó el lugar donde la había conocido, se trataba de un club, esa mujer era una de las damas de compañía y él por supuesto que jamás olvidaría un rostro al verlo.

—¿Cómo llegó esa mujer hasta aquí? —Preguntó mientras señalaba a Elena.

—Es la señorita que la señora Ema recomendó, me dijo que yo necesitaba apoyo, pero honestamente esta chica no tiene ni la menor idea de cómo llevar una oficina, si le soy sincera —contestó ella con determinación.

—Eso es porque hay mujeres para toda clase de cosas, Rachel, y esta señorita se ve que sólo sirve para, bueno, tú ya sabes —observó de manera despectiva.

La asistente se sonrojo, de cierta manera comprendía lo que su ex jefe quiso decir, pero con la discreción que la caracterizaba, prefirió omitir el comentario.

—Habla con el personal de recursos humanos, dile que no quiero a esta mujer ni un día más en la oficina —ordenó.

La secretaria asintió, sabía que era mejor no contradecir las indicaciones de Gregory, pues si Maximilien era estricto, el viejo lo era mucho más.

La presencia de esa joven representaba un peligro para la reputación de Gregory, quien siempre navegaba con bandera de hombre moralista e intachable, y si esa mujer por algún motivo hablaba sobre sus continuas visitas a esa clase de lugares, podría quedar expuesto ante los demás y eso para nada le convenía.

—Mañana regreso, y no quiero que esa mujer siga aquí, encárgate, Rachel, lo dejo en tus manos y espero no tener que volver a dar la indicación —dijo saliendo a toda prisa del lugar para evitar que ella lo reconociera.

Gregory iba que echaba chispas, no se esperaba que su buen humor pudiera verse opacado por un recordatorio de sus oscuras obsesiones. Camino hasta el aparcamiento hasta que le trajeron su coche, subió y el chofer ya lo estaba esperando. Frunció el señor y empezó a hacer memoria y recordó que había pasado muy buenos momentos en compañía de esa mujer que había visto trabajar muy cerca de la oficina de su hijo.

—Maldita sea, pero me las vas a pagar Ema, te juro que vas a lamentar haberme desobedecido —espetó con rabia.

Dentro de poco llegó a la mansión, sentía que la cabeza le iba a explotar debido al coraje que tenía. Subió las escaleras hasta llegar a la habitación de Ema, ella como siempre se estaba pintando las uñas, arreglando el cabello y haciendo todas las cosas frívolas que acostumbraba. Azotó la puerta con rabia y se presentó junto a ella para después tirarla por el cabello.

—¿Cómo te atreves a meter a la empresa a una mujerzuela? —Gritó con todas sus fuerzas.

—no entiendo de qué me hablas, ¿qué mujer?, Por Dios, suéltame, me lastimas —le suplicó Ema.

No terminaba de decir la frase cuando se escuchó el estruendoso ruido de una cachetada que le provocó una terrible hinchazón en la mejilla.

—no te hagas la tonta, sabes perfectamente a lo que me refiero, metiste a trabajar a la empresa a una prostituta, todo para metérsela por los ojos a Maximilien, como no pudiste separarlo de Helena Andrews, entonces le contratas a una meretriz sin importarte que la reputación de la compañía se venga abajo —mintió.

—tú eras el más interesado en separarlos, no entiendo porque ahora te pones así, yo sólo hice lo que tú jamás te atreviste —contestó la mujer llena de furia.

Al escuchar tal cosa, Gregory la tomo por los hombros y bruscamente la empujó contra la pared, y luego la sujetó fuertemente para lastimarla, no soportaba que nadie le llevara la contraria, no soportaba que la gente lo pusiera en predicamentos, pero lo que más le molestaba era tener qué recordarse asimismo que no era el hombre respetado que intentaba hacerles creer a los demás.

—Cuida muy bien tus palabras, a mí no me hablas así, te dije claramente que mientras Helena estuviera embarazada, era intocable, y no me importa si te gusta o no, mientras mi nieto permanezca en su vientre, la dejas en paz —exclamó furioso.

—espero que me hayas entendido, Ema, no voy a volver a decírtelo, la próxima vez lo vas a lamentar, y ya me conoces, sabes que no hablo nada más por hablar —advirtió.

Gregory se retiró y Ema se quedó llorando, buscó cubrir con un poco de hielo en la mejilla para que la hinchazón desapareciera.

—Te odio, maldito Gregory, algún día me voy a deshacer de ti —rugió Ema enfurecida.

Por otra parte, Gregory fue directo a su estudio, tomó una de las botellas y empezó a beber desmesuradamente, recapitulaba los momentos en los que frecuentemente visitaba esos clubs para caballeros, recordó la belleza espectacular de Elena, pero también esa sutileza que tenía para envolver a los hombres, tuvo una muy mala experiencia con ella, por eso la recordaba con tanto odio, y por eso también quería sacarla de la empresa a como diera lugar. Uno de los pasajes que recordaba era cuando se presentó en ese club y solicitó la presencia de Elena en una de las habitaciones que había reservado, la encargada le dijo qué ella no estaba disponible, que justo en ese momento iba para atender a otro cliente y eso lo enfureció por completo.

—dígale que le pago lo que sea, pero que la quiero aquí, ahora —le indicó a la responsable del lugar.

La encargada fue a decírselo a Elena, pero ella al estar junto a un hombre mucho más joven y apuesto, rechazó la petición.

—lo siento señor, pero ella está ocupada ahora, le he dicho que viniera, pero se niega a hacerlo, si gusta podemos llamar a otra de nuestras muchachas —le dice.

Los ojos de Gregory se llenaron de rabia, estaba tan molesto de qué una prostituta lo hubiera rechazado, que no deseaba seguir en ese lugar ni un segundo más.

—déjelo así, iré a otro lugar —contestó secamente para luego darse la vuelta y terminar de marcharse.

Desde ese momento, un terrible complejo se formó en el interior de Gregory, quien con tan sólo volver a verla, despertó de golpe toda la frustración, el odio y el resentimiento hacia la mujer, por lo que la quería fuera de la empresa para después encargarse personalmente de ella. Mientras tanto, Rachel se disponía a cumplir con las órdenes del viejo señor Baker, ya había hablado con el personal de recursos humanos para conseguir una buena liquidación para ella, Elena intuía que algo malo estaba sucediendo, y terminó de constatarlo cuando Rachel la llamó a su oficina.

—¿Pasa algo señorita Rachel?, ¿Acaso he hecho algo malo? —Preguntó la muchacha insistentemente.

—Tengo que darte una mala noticia, Elena, a partir de este momento ya no podrás seguir trabajando aquí —informó apesadumbrada.

—pero no entiendo, he hecho todo lo que me han pedido, he cumplido a cabalidad con todo lo que se me ha indicado, ¿por qué me despiden? —Cuestionó con impaciencia.

—Tenemos suficiente personal aquí, si tú entraste fue por la recomendación de la señora Ema, pero vino el dueño de la compañía y considero que no era necesario tener tanto personal, lo siento mucho, Elena, no puedo hacer nada —expresó la mujer.

—Permítame hablar con el dueño de la compañía, o tal vez con el señor Maximilien—le pidió ella.

—eso no puede ser posible, sabes muy bien que Maximilien está fuera de la ciudad y que no se le puede molestar, en cuanto al señor Gregory, déjame ver qué puedo hacer, le diré que quieres hablar con el —le aseguró.

El nombre de Gregory le resultaba a Elena sumamente familiar, sabía que en algún momento de su vida había conocido a alguien con ese nombre, pero en el momento no recordaba de quién podía tratarse. Tal como Rachel se lo prometió, decidió llamar a Gregory para informarle que su petición estaba hecha, pero que Elena deseaba hablar con él para intentar convencerlo de seguir ocupando su puesto.

—Señor Baker, ya está hecho lo que me pidió, pero la señorita Elena insiste en verlo para hablar con usted —informó la secretaria del otro lado de la línea

—no tengo nada de qué hablar con esa mujer, sácala a la calle inmediatamente —indicó para después colgar la comunicación.

Elena entró a la oficina de Rachel nuevamente, y ella no tuvo más al medio que informarle lo que había acontecido.

—lo lamento, Elena, el señor Baker no quiso hablar contigo, y quiere que te vayas en este momento —le dijo.

Elena era de armas tomar y estaba furiosa, nadie le echaría a perder sus planes, era su oportunidad de salir de aquella vida que tanto despreciaba y a la que se había visto obligada a entrar para obtener dinero, por lo que nadie le arruinaría esa oportunidad que había llegado a sus manos.

—esto no se va a quedar así, los voy a demandar por despido injustificado, no van a sacarme a la calle como si yo fuera un animal—espetó.

—si me aceptas un consejo, es mejor que no te metas con el señor Baker, es un hombre muy peligroso y no sabemos lo que podría hacer, es totalmente distinto a su hijo Maximilien—le recomendó .

—Ahórrese sus consejos, ese hombre se va a acordar de mí, se lo aseguro —dijo.

Elena tomó sus cosas y salió como alma que llevaba el diablo, estaba indignada porque sus planes estaban a punto de irse a la basura, como podría enfrentar a Toni, y decirle qué las cosas no habían salido tal como ellos querían, estuvo pensando mientras caminaba por los pasillos de la empresa y de repente un flechazo llegó a su memoria y recordó que Gregory Baker había estado en el club para caballeros donde ella trabajaba. Recordaba la escena en la que ella lo había despreciado por irse con un hombre más joven y apuesto, en la miró con unos ojos llenos de rabia que en ese momento no le provocaron ningún temor, pero ahora sabía que él seguramente lo había recortado y se estaba vengando de ella por lo que pasó esa noche.

—Maldito viejo decrépito, ¿ por qué tenías que ser tú?, Y ahora cómo voy a salir de todo esto, seguro Toni y Diana querrán que les regrese el dinero que me dieron como adelanto —pensó en voz alta.

Iba saliendo cuando un coche negro le interceptó, abrió bruscamente la puerta del vehículo y unos guardaespaldas la introdujeron al interior del vehículo, luego le cubrieron la cara inmediatamente perdió la conciencia. Gregory era un hombre muy vengativo, y al enterarse de qué Elena saldría de la empresa, quiso desquitarse de ella por la afrenta que le había hecho en el pasado.

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