




Capítulo 52.
Una sensación extraña se había formado en el pecho de Helena , sus abuelos y Maximilien la acompañaban a la habitación especial donde le dijeron que se encontraba su mamá, sus pasos eran firmes y decididos, pero una terrible angustia se vislumbraba en su rostro al imaginar lo que presenciaría.
—¿Estás segura de qué quieres hacer esto?—Le preguntó Maximilien.
—Nunca he estado más segura de algo en mi vida.—Contestó con firmeza.
La puerta se abrió y sobre la cama se encontraba el cuerpo de una mujer, ella era hermosa, pero se veía muy pálida y apagada debido al estado en el que estaba sumergida.
—Acércate hija, ella es tu madre.—Le indicó la abuela Victoria.
Las lágrimas empezaron a descender por el rostro de Helena , miraba incrédula a la persona que se encontraba tendida sobre el lecho de aquella habitación, rodeada de tantos aparatos.
—Háblale hija, no sabemos si ella nos escucha, pero el doctor dice qué tal vez si lo haga.—Puntualizó el abuelo.
—Quisiera quedarme a solas con ella si fuera posible.—Dijo Helena con la respiración entrecortada y con las emociones a flor de piel.
Todos asintieron, era su derecho, nunca había visto a su madre y era lógico que quisiera hablarle a solas, así que todos empezaron a salir para permitirle ese espacio de intimidad con aquel ser tan importante para ella.
—Estaré aquí afuera por si me necesitas, amor.—Se despidió dejándole un beso en la frente.
La puerta se cerró y un terrible escalofrío recorrió el cuerpo de Helena , era una sensación muy extraña, miles de sentimientos revoloteaban en su interior, no sabía qué pensar ni que sentir, lo único que tenía claro era que de un momento a otro la vida se le había transformado por completo.
—Mamá, la vida nos ha robado muchos años, hemos sido víctimas de la fatalidad, pero quiero decirte que me habría encantado crecer a tu lado, estar contigo, porque estoy segura que tú si me habrías dado todo el amor que me hizo tanta falta durante todos estos años.—Le decía envuelta en llanto.
—Le pido a Dios que puedas despertar, que algún día podamos ser testigos de ese milagro de tu regreso, te cuento qué voy a tener un bebé, tu nieto, no sé qué será todavía, si una hermosa niña o un guapo niño, pero lo traeré aquí para que te conozca y le hablaré mucho de tí, no quiero que te preocupes por nada, yo vendré a verte muy seguido y estaré cerca de ti como siempre debió ser.—Repetía ella en voz alta sin parar de llorar.
Muy poca luz entraba a esa habitación, el resto de la mujer se iba a marchitando poco a poco conforme pasaban los años, pero aún conservaba una belleza cálida y etérea, tenía un rostro angelical y seguramente un alma noble y generosa, Helena la miraba con abnegación, tratando de encontrar en ella los años perdidos. Se acercó lentamente y le dio un beso en la mejilla, tomó su mano con cariño y empezó a hablarle muy cerca, le iba contando aspectos de su vida, sobre sus gustos, como si se tratara de una conversación normal entre madre e hija y cuando estuvo a punto de despedirse, un pequeño movimiento de la mano se pudo dejar ver.
—Moviste la mano, madre, vuelve a hacerlo, por favor. —Gritó ella emocionada.
El amor de una madre es lo más grande y Helena lo estaba experimentando al tener la oportunidad de ser testigo de ese pequeño paso que pudiera significar la recuperación de Carolina qué se aferraba a la vida para poder regresar junto a ella.—Mamá, estoy segura que no fue mi imaginación, moviste la mano, te estás recuperando, no importa lo que digan los médicos, tú te vas a recuperar y podremos comenzar de nuevo juntas.—Exclamó.
Helena llamó a todos y en el momento ya estaban junto a ella, y entonces empezó a relatarles el pequeño acontecimiento que acababa de presenciar.
—¿Estás segura de lo que estás diciendo hija? ¿Tal vez lo imaginaste? Sería comprensible debido a la emoción que sientes. —Decía el abuelo.
—Estoy segura de lo que vi, ella movió la mano, estoy segura de que se está recuperando, sentí que me escuchaba cuando le contaba de mí. —Respondió.
—A estas alturas de mi vida, sé que los milagros existen y la prueba de ello es que tú estás aquí Helena , Dios nos haga el milagro de qué Carolina despierte y que ustedes dos puedan tener la oportunidad que tanto se merecen.—Añadió Victoria.
—La tendremos abuela, de eso no tengas duda, pero por ahora me gustaría descansar y dejarla descansar también a ella, mañana vendré a verla, quiero estar todo el tiempo que pueda antes de regresar.—Les dijo con una gran sonrisa y con una actitud diferente.
Salieron de la habitación y la abuela Victoria le pidió al mayordomo que les indicara dónde estaba el cuarto donde se quedarían, eligieron un lugar especial para ellos, la familia Adams al parecer era una familia prominente, lo decía el lujo con el que vivían y todos los recursos que tenían para el cuidado de Carolina. Dentro de un rato la cena estaba lista, y todos bajaron al comedor para reunirse, el timbre sonó, al parecer alguien más se uniría a ellos para acompañarlos. En un momento una joven pareja llegó hasta el comedor, la chica tenía más o menos la misma edad que Helena , y el hombre era un poco más grande.
—Buenas noches, lo siento, no sabía que tenían visita, de haberlo sabido hubiésemos venido en otra ocasión.—Pronunció la joven al percatarse de la presencia de Maximilien y Helena .
—Bienvenida hija, no te preocupes, ellos no son una visita, ella es Helena Andrews, la hija biológica de Carolina.—
Informó la abuela a la joven mujer que no le quitaba los ojos de encima.
Una mueca retorcida se dibujó en el rostro de la recién llegada, era como si el comentario que había hecho su tía Victoria, no le hubiese gustado para nada.
—Qué bueno, me da mucho gusto que la hayan encontrado. Pensé que habían decidido de buscarla, pero al parecer me equivoqué.—Exclamó Bianca.
—Es verdad que habíamos perdido la esperanza, pero ocurrió el milagro y ella se presentó ante nosotros, y no hay duda, es ella, nuestra querida nieta.—
—Enhorabuena señores, entonces creo que eso hay que celebrarlo.—Intervino Edward.
—Mi esposo tiene razón, esta noche es digno de celebración, mucho gusto querida prima, soy Bianca, la hija de una de las sobrinas de tus abuelos.—Se presentó la mujer no con muchas ganas.
—Encantada de conocerte Bianca.—Dijo extendiendo la mano.
—Él es Maximilien, mi esposo.—
Pronunció ella para presentarlo.
La hostilidad que la joven sentía hacia Helena era más que evidente, seguramente porque Helena llegaba a interrumpir algún interés en particular que ellos pudiesen tener al ser los únicos en la vida de los señores Adams.
—Cuéntanos Helena , ¿cómo fue que supiste de nuestros tíos?, Extraño que no te hayas presentado aquí hasta ahora.—
—No vine antes porque ni siquiera sabía sobre ellos, toda mi vida pensé que otra persona era mi madre, no fue hasta antes de morir que ella me confesó toda la verdad, y fue entonces que decidí venir a buscarlos.—
—Entiendo, pero lo importante es que ya estás aquí, esperemos te sientas como en casa.—Dijo hipócritamente.
Esa mujer sin duda sería una piedra en el zapato para Helena , su presencia no le agradaba para nada, y desde que la vio supo que su presencia le incomodaba totalmente. La cena transcurrió con algo de tranquilidad, pero en el ambiente se vislumbraba una situación incómoda, una atmósfera de recelo, se veía que Bianca era de armas tomar y Helena suponía una amenaza para ella, se despidieron y cuando iban en el coche, Bianca le hizo saber a Edward lo que sentía respecto a la aparición de la nieta legítima de los Adams.
—Maldita la hora en que esa recién llegada vino a estropearlo todo.—Espetó Bianca.
—Basta Bianca, tal vez sólo venga a conocerlos, tu misma la escuchaste, está casada y tiene su vida, además vive muy lejos de aquí.—Decía Edward tratando de calmarla.
—No seas estúpido, esa mujercita se convertirá en la heredera de los viejos, muy pronto estarán comiendo de su mano, ya lo verás, y se irán al demonio todos nuestros planes de quedarnos con la herencia.—Gruñó la mujer completamente enfurecida.
—Si eso sucede, entonces ya veremos qué hacemos, pero por lo pronto no te adelantes, cariño.—Contestó.
—Suficiente tenemos con la muerta en vida de Carolina, como para venir a soportar que otra recién llegada nos quite lo que nos pertenece.—Dijo.
—Carolina no es un problema, lleva años así y nunca se va a despertar, así que por ella no hay que preocuparnos.—
—Espero que así continúe, si no también tendré que buscar la manera de deshacerme de ese bulto.—Espetó con rabia.
Era de esperarse, Bianca tenía las intenciones de convertirse en la única heredera de Frank y Victoria Adams, y al aparecer Helena , esos intereses se veían expuestos, y lo peor de todo es que esa mujer parecía capaz de todo con tal de lograr sus planes.