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Capítulo 51.

Cuando el avión aterrizó, Helena se dio cuenta que estaba dejando atrás todo lo pasado para sumergirse en un nuevo comienzo. Clarissa, la mujer que ella pensaba le había dado la vida, resultó no ser su verdadera madre, y Ana, su hermana menor, ahora estaba lejos intentando recomponer su existencia, por lo cual ella tenía qué mirar hacia otros horizontes. Sabía que Maximilien jamás la dejaría sola en todo esto, por lo que en él tenía un gran apoyo, situación que resultaba demasiado reconfortante. No quería que sus hijos crecieran en un mundo lleno de mentiras, por lo que sería mejor averiguarlo todo sobre sus orígenes, antes de morir, Clarissa no le había dado grandes detalles, y su padre no había dejado demasiados datos, le había contado lo más importante, lo realmente relevante, pero ella tenía muchas más dudas y necesitaba que alguien pudiese aclarárselas, y que mejor que sus abuelos, ellos vivieron de cerca todo ese proceso, tuvieron contacto con su padre, así que no podía esperar para descubrir todo cuánto le había sido oculto. Helena se recostó en la cama y entrecerró sus ojos, quería encontrar en el descanso la lucidez que en ese momento le hacía falta, Maximilien la miraba y sabía perfectamente que la angustia que estaba experimentando sólo desaparecería cuando la verdad fuera expuesta, tomó su mano para infundirle tranquilidad, y luego se sentó junto a ella para hablar un poco antes de qué se durmiera.

—¿Quieres que llame a tus abuelos para anunciarles sobre tu llegada?—Preguntó de repente.

—Creo que es lo mejor, ellos ya deben ser grandes y una noticia así sería muy impresionante.—Reconoció ella.

—Entonces así lo haremos, mañana será un nuevo día y estoy seguro que será muy bueno para todos.—Señaló.

—Sólo espero que así sea, por lo pronto ya no quiero tener miedo, necesito enfrentarme a lo que venga, porque siempre es mejor conocer la verdad a seguir viviendo engañada, amor te agradezco mucho por estar aquí conmigo, no sé qué haría sin ti.—Reconoció.

—Comparado con todo lo que tú me has dado, hermosa, lo que yo hago por tí no es nada, vas a darme la dicha de ser padre por primera vez, y eso no tiene precio.—Exclamó feliz.

—Siempre soñé con tener un hijo contigo y ahora que por fin lo tendremos, no hay nada que me haga más feliz.—

Poco a poco, ella se fue quedando dormida y él salió de la habitación para hacer la llamada a los abuelos de Helena . El teléfono sonó en varias ocasiones, hasta que por fin el mayordomo contestó.

—Buenas noches, quisiera hablar con el señor Frank Adams, mi nombre es Maximilien Baker, soy el esposo de Helena Andrews.—Le informó.

Cuándo el mayordomo escuchó el nombre de Helena , se quedó de piedra, hacía tantos años que estaban buscándola, y ahora simplemente aparecía, eso sin duda representaría una gran felicidad para sus señores, por lo que no perdió tiempo y fue a llamar a Frank de inmediato para comunicárselo a Maximilien.

—Señor, ha sucedido un milagro, está al teléfono alguien de nombre Maximilien Baker, dice ser el esposo de su nieta Helena .—Le dijo con la respiración entrecortada debido a la emoción que sentía.

—Dios mío, ¿Será posible después de tantos años?—Exclamó el anciano con visible exaltación.

—¿Quiere que se lo comunique señor?—Le pregunta el mayordomo.

—Hazlo rápido Bruno, no pierdas tiempo.—

Le pasó el teléfono y Frank lo saludo con cortesía, estaba un poco escéptico, pues había tenido que enfrentarse en el pasado con personas que le proporcionaron información falsa y ya estaba cansado de eso, no obstante, necesitaba aferrarse a la última esperanza que le quedaba.

—Buenas noches señor Baker.—Lo saludó.

Señor Adams, es un placer, entiendo que mi llamada debió sorprenderle mucho, pero nos enteramos sobre su existencia hace muy poco y Helena necesita conocerlos, saber de ustedes, de sus orígenes.—Le informó con prontitud.

—Perdone mis reservas, señor, pero como podrá darse cuenta, a lo largo de los años nos han llenado de falsas ilusiones, y por eso no puedo decirle que me siento seguro de qué esta vez sí se trate de alguien cercano a mi nieta.—Dijo el hombre sinceramente.

—Créame que lo entiendo perfectamente, soy empresario y constantemente tengo que verme expuesto a diferentes situaciones, pero no se preocupe, esta vez no se trata de un espejismo, su nieta Helena realmente quiere conocerlos y mañana usted tendrá la prueba de qué se trata de ella.—Contestó con determinación.

—Usted parece una buena persona, escucho seguridad en el tono de su voz, y le pido al cielo que sea verdad todo lo que me dice, los esperamos mañana, me bastará con verla para saber si se trata de ella.—aseguró.

—Así será, nos veremos mañana.—Dijo para después cortar la comunicación.

El corazón de los ancianos se llenó de ilusión, nuevamente se habría una posibilidad de volver a encontrarse con esa pieza del rompecabezas, Helena era la hija de Carolina, y desde que ella había quedado en estado de coma, no volvieron a saber nada de ella, su padre se la había llevado y tal vez después de muchos años si la suerte le favorecía, podrían volver a tener contacto, y si las cosas salían tal y como esperaban, poder abrazarla una vez más, y por qué no, tal vez iniciar una nueva vida a su lado.

Una vez cortar la comunicación con los abuelos, Maximilien regresó a la cama y se acomodó junto a Helena , no quería hacer mucho ruido para no despertarla, pero fue imposible, ella abrió los ojos y se movió un poco para abrazarlo.

¿Está todo listo?—Lo Interrogó impaciente.

—Ellos te esperan, mañana temprano estaremos allá, para que por fin puedas conocerlos.—

—Gracias mi amor, imagino lo difícil que habrá sido para ellos.—

—Más de lo que te imaginas, ni siquiera creen que pueda tratarse de tí, al parecer los han engañado muchas veces y están algo escépticos.—Expuso.

—Pobrecitos, hay tanta gente sin escrúpulos en esta vida, que terrible que se aprovechan de los sentimientos para fines tan perversos.—

—Pero ahora ya estás aquí, por fin conocerán a esa nieta maravillosa que tienen.—Musitó.

La noche transcurrió con normalidad, esperando que el día les trajera la templanza y la fuerza para enfrentarse a lo que vendría, los dos se levantaron muy temprano, y se dispusieron a prepararse para ir a la residencia de los Adams. Maximilien tocó el timbre y el mayordomo se acercó para abrir la puerta, nada más mirar a Helena, se quedó impresionado.

—Señorita Helena, es un verdadero milagro. —Acertó a decir.

—Deseo ver a los señores Adams.—Solicitó ella.

—Por supuesto, pasen por favor,  ellos la esperan.—

El viejo mayordomo los condujo hasta un salón espacioso y elegante, donde dos personas mayores los esperaban, bastó dirigirle una mirada a Helena para que pudieran reconocer que se trataba de la hija legítima de Carolina.

—Es ella Frank, no hay duda, es idéntica a Carolina.—Exclamó la señora Victoria.

—Bienvenida hija, pasen por favor.—Manifestó Frank.

—Aquí tienen mis documentos, por si existiera alguna duda sobre mi identidad.—Dijo ella con voz nerviosa.

—No hace falta probar nada, cariño, basta con verte a los ojos para saber que eres tú, ven, por favor acércate, déjame verte.—

Helena avanzó unos cuantos pasos hasta donde se encontraban ellos, la señora no pudo evitarlo y se lanzó a sus brazos con gran efusividad.

—Me parece mentira que esto esté sucediendo, bienvenida a tu casa hija.—Dijo la abuela.

—Agradezco mucho que me hayan recibido, desde que me enteré de su existencia quise conocerlos, Clarissa, la mujer que yo creí que era mi madre, me lo dijo justo antes de morir ñ.—Explica tratando de contener las lágrimas.

—Entonces esa mujer al fin tuvo su castigo, ha muerto, sólo así empezará a pagar todo el daño que ha hecho.—Soltó la señora Victoria sin ningún reparo.

—Basta mujer, deja de abrumar a la niña, ella no sabe nada sobre esto.—Intervino el abuelo.

—Lo lamento mi niña, pero esa mujer le hizo mucho daño a tu madre, a tu verdadera madre.—Dijo ella.

—Necesito que me expliquen por favor, hay tantas cosas que no entiendo.—Agregó ella con gran interés.

—Lo único que importa es que tú eres la hija de Carolina, eres nuestra nieta y ahora estás aquí para ocupar el lugar que te corresponde.—Dijo el hombre mayor.

Helena estaba cada vez más confundida, no lograba comprender lo que los ancianos querían decirle, sabía que era su nieta, que su madre no era Clarissa, sino Carolina, pero, ¿Habría algo más detrás de todo aquello?, No podía dejar de preguntarles, necesitaba satisfacer todas sus dudas cuanto antes.

Por favor, necesito respuestas, ¿Por qué dicen que Clarissa le hizo daño a mi madre?—Cuestionó.

—Porque así es, ella fue la causante del accidente que dejó en estado de coma a tu madre.—Relata la mujer dejando salir todo su sufrimiento.

En ese momento el mundo de Helena se paralizó, sentía que toda la vida la habían engañado, nada había sido verdad, no sólo la que consideraba su madre no la quería, sino que también le había provocado un daño terrible a su madre y le había arrebatado la posibilidad de ser feliz junto a ella.

—Helena , tienes que estar tranquila, en tu estado no te hace bien alterarte.—Intervino Maximilien.

—Lo sé, pero tengo que saber, no puedo seguir así.—Expresó ella llorando.

—Perdóname hija, tal vez hablé demás, debí decirte las cosas poco a poco, estás pálida, ven a sentarte.—Añadió la mujer mayor.

—Estoy embarazada abuela, pero estoy bien, no te preocupes.—Contestó.

El rostro de los ancianos se iluminó, esa era una noticia maravillosa, no sólo la habían encontrado a ella, sino que también tendrían la posibilidad de conocer al bebé que vendría en camino.

Una vez que todos estaban más tranquilos, y la conversación continúa, le explicaron todo lo que realmente había sucedido, el abuelo le contó que ellos también en el pasado cometieron muchos errores, y que pretendían quedarse con su custodia cuando su madre había enfermado, su padre no resistió así que la raptó y fue cuando se la llevó a vivir junto a esa mujer con la que decidió establecerse.

—Entonces, ¿El matrimonio de mi padre con Clarissa no es válido?—Cuestionó ella tratando de organizar las ideas.

—No lo es, porque tu madre no murió, aún permanece con vida después de tanto tiempo, nada más que nosotros le hicimos creer a tu padre que ella ya no estaba en este mundo, no lo queríamos cerca, ahora entendemos que no fue lo correcto , por favor hija, espero que algún día puedas perdonarnos.—Dijo el abuelo de todo corazón y con verdadero arrepentimiento.

—Mi padre dejó escrita una carta donde me revelaba parte de la verdad, pero nunca imaginé lo que llegaría encontrar aquí.—expuso.

—Son muchas verdades para un solo día, Helena , no quiero que te pongas mal, por favor, creo que lo más conveniente es que nos vayamos.—Propuso Maximilien.

—No, por favor no lo hagan, quédense aquí, hay muchas habitaciones en la casa y aquí mi nieta estará mucho más cómoda que en un hotel.—

—Quisiera quedarme, amor, pero me gustaría que me lleven a verla, necesito conocer a mi madre.—Señaló con impaciencia.

—Claro que sí, ella está aquí, en una habitación de la casa, es un lugar especial hecho especialmente para que ella se encuentre bien y reciba todos los tratamientos.—Le explicaron.

Eso sería sin duda la parte más difícil de todas, un momento desgarrador que determinaría muchas cosas en el futuro, para lo cual Helena debe estar sumamente preparada, pues el dolor de una verdad, seguro no sería nada comparado al dolor de la realidad al ver a verdadera madre postrada en una cama, muerta en vida a causa de la inescrupulosa mujer que por tantos años le hizo la vida imposible.

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