




Capítulo 48.
La recuperación no había sido nada fácil para Ana, Helena la había acompañado prácticamente en todo momento, y eso le estaba ocasionando una fractura a su matrimonio, eso aunado a su embarazo, estaban provocando un enfriamiento en su relación con Maximilien. Karen fue a visitarla y estuvieron charlando por largo tiempo, la estadía de Ana en la casa sin duda estaba incomodando a todos, pues aún a pesar de todo lo que le había pasado ella seguía conservando ciertos resquicios del nefasto carácter que siempre tuvo, lo sucedido le dejó muchas secuelas físicas y emocionales, estaba rota por dentro y una persona así terminaba contaminando a todos a su alrededor, sobre todo cuando no se tenía una buena actitud para anteponerse a las adversidades.
—Helena , ¿Hasta cuándo piensas decirle a Ana que se vaya de tu casa? Ella ya es mayor de edad, y debe aprender a valerse por sí misma.—Dijo Karen tomándola por sorpresa.
—Karen, baja la voz que podría escucharte.—Contestó un poco preocupada de qué Ana pudiera oír la conversación.
—Ojalá me escuchara, a ver si por fin se pone las pilas y hace lo que hace mucho tiempo debió hacer, perdóname que te diga esto amiga, pero ahora sí, como te necesita, se porta de lo mejor contigo, aun cuando yo sé que por dentro sigue siendo la misma chiquilla malcriada e insolente de siempre.—Espetó.
—No puedo pedirle que se vaya, allá afuera hay un grave peligro que la acecha.—Señaló.
—Eso debió pensar antes de ir a enredarse con ese desgraciado.—
—Lo sé, pero lo hecho, hecho está, y por más que yo quiera cambiar a mi hermana, eso sólo puede decidirlo ella, aun cuando Dios sabe que me encantaría que ella fuera como tú, o como cualquier chica de su edad.—Se sinceró Helena .
Ana escuchaba atenta a la conversación, le dolía profundamente escuchar a cada una de las palabras que decía su hermana o Karen, y aun cuando sabía que tenían razón, no dejaba de afectarle, así que dentro de ella se formó una dignidad antes desconocida y tomó la determinación de hacer algo bueno por fin.
—Amiga, no descuides tu matrimonio, mira que en la oficina hay muchas tentaciones, no sé si te conté de una mujer que tiene una pinta de mujer de la vida galante que hace lo posible por meterse le por los ojos a tu marido.—Le contó Karen.
—Amiga qué cosas dices, sé que Maximilien jamás me engañaría, pero tienes razón, últimamente he descuidado mucho mi relación, ni siquiera hemos planificado lo de la boda debido a todos mis problemas familiares.—Contestó.
—Pues no sé qué estás esperando para hacerlo, tu hombre es muy guapo y un gran partido para cualquier mujer, no permitas que lo vean como una opción viable al considerarlo libre.—Le aconsejó.
—Si sabes algo es mejor que me lo digas, nunca me han gustado los secretos entre nosotras, y lo sabes muy bien.—
—No quería decírtelo, pero cuando la tal Elena llegó, estaba muy interesada en saber cosas acerca de Maximilien, e incluso llegó a insinuar que él era un hombre libre y que quizá pudiera estar dispuesto.—Relató.
Una punzada de celos invadieron a Helena , pero se obligó a tranquilizarse, ya que no debía perder los estribos y mucho menos desconfiar de alguien que le había demostrado tantas veces que la amaba con locura, era verdad que él había desconfiado de ella en el pasado, pero no por eso Helena tendría que hacer lo mismo.
—No quiero ser intrigante, simplemente te lo digo para que estés alerta y dejes de ponerle atención a personas que no lo merecen, Ana te hizo mucho daño en el pasado y no deberías tenerle tantas consideraciones aun cuando se trata de tu hermana.—
—Sé que siempre dices las cosas procurando mi bienestar, y te lo agradezco mucho Karen, pero mi hermana en estos momentos me necesita, y haré lo posible por equilibrar las cosas, porque sé que he descuidado mucho mi relación con Maximilien.—Reconoció.
Por otra parte, en la empresa de los Baker, Elena se portaba sumamente coqueta con Maximilien tratando de ganarse su confianza a como diera lugar, buscando por todos los medios encontrarse con él a cada momento y encontrando la forma de acomodarse cada vez más dentro de la compañía y en una posición conveniente para tratar de enredarlo.
—Le traje su café señor Baker, Rachel no pudo hacerlo porque ahora mismo se encuentra en unos asuntos.—Dijo Elena mientras se contoneaba frente a él.
Sin duda tener cerca a una mujer como Elena, representaba una tentación muy grande para el Maximilien, quien siempre había estado acostumbrado a mujeres bellas y exuberante con las cuales pasaba múltiples aventuras, pero ahora que tenía a Helena y que por fin la había recuperado, no quería fallarle, por lo que hacía acto de todo el aplomo que le caracterizaba para dejar bien establecidos los límites.
—Gracias señorita, puede retirarse.—Contestó tajantemente dejando a la mujer estupefacta.
—¿Entonces no se le ofrece algo más? Mire que yo estoy aquí para ayudarlo en todo lo que usted necesite.—agregó con malicia.
—No se me ofrece nada, si necesito algo se lo pediré a Rachel, haga el favor de salir.—Espetó.
Desde hacía ya algunos días, él se había dado cuenta de la actitud insinuante de Elena y para nada le gustaba esa situación, además de qué era incómodo para él como hombre soportar algo así, ya que la abstinencia no estaba contribuyendo en nada, no obstante, respetaba a Helena , y sabía que en estos momentos la prioridad era su hijo.
Elena se quedó impactada con el rechazo de Maximilien, no esperaba que alguien la tratase así jamás, no estaba acostumbrada a que un hombre pudiera resistirse a ella, por lo regular todos caían, y no pensaba permitir que él fuera la excepción. Había muchas cosas en juego como para perderlo, el dinero que ese hombre tenía, más lo que Tony le ofrecía, no, definitivamente no podía permitirse equivocarse. En tanto Helena, se había quedado con la espinita clavada sobre lo que Karen le había comentado, por lo que decidió darle una sorpresa a Maximilien, llegó vestida en forma espectacular y hermosa, con un traje que le quedaba precioso y que casi no dejaba ver su vientre y dejando ver su espléndida figura. Se abrió paso ante todas las personas del corporativo y todos la miraban con profunda admiración, dándole la bienvenida, pronto llegó al área de Rachel y se encontró de frente con la figura esbelta y despampanante de Elena, la nueva empleada quién al verla no pudo disimular su sorpresa, pues nunca imagino que Helena Andrews, fuera una mujer tan hermosa.
—Señorita, ¿Podría hacerme el favor de avisarle a mi esposo que estoy aquí? —Le dijo Helena amablemente.
—Disculpe, pero tengo entendido que el señor Baker no es casado.—Contestó tratando de hacerla sentir mal.
—Lamento que le informaran mal, señorita, pero el señor Baker sí está comprometido, estuvimos casados en el pasado, y ahora volveremos a hacerlo.—Respondió poniéndola en su lugar.
—Disculpe, no lo sabía.—Mintió para salir bien librada de todo aquello.
—Pensándolo bien, no le diga que estoy aquí, quiero darle una sorpresa, estoy segura que estará feliz de verme.—Comentó a propósito.
Helena avanzó por el pasillo y Elena la miraba de pies a cabeza, no la conocía y ya sentía un profundo odio hacia ella, ya que no fue la típica mujer a la que se podía humillar con facilidad, y eso le desagradaba al no poderse salir con la suya. No fue necesario que ella llegara hasta donde estaba Maximilien, ya que él salió de la oficina y al verla se apresuró abrazarla con gran efusividad ante los ojos de la mujer que los veía expectante.
—Pero que maravillosa sorpresa, mi hermosa mujer vino a visitarme, eso me encanta.—Le dijo mientras acariciaba su cintura y le daba un beso apasionado en los labios.
—Te extrañaba y quise venir a visitarte, últimamente no hemos tenido mucho tiempo para nosotros.
Al escuchar las palabras de Helena , el intensificó su abrazo y sus besos, ante la mirada de las personas que se encontraban en el pasillo.
—No creo que esto sea un buen ejemplo por parte del CEO de la compañía, así qué, ¿Le parece bien si vamos a su oficina señor Baker?.—Susurró ella.
—Encantado, señora Baker, creo que es tiempo de planificar nuestra boda, me gustaría que fuera algo sencillo, íntimo, porque no me interesa tanto la fiesta, sino lo que viene después.—Musitó.
Una chispa de deseo se dibujaba en los ojos de ambos, y Elena lo presenciaba completamente enardecida por lo que aquello significaba, con esa pasión y ese gran amor que se profesaban, sería mucho más complicado para ella poder cumplir con la misión que Tony le había encomendado.
Por otra parte, Ana charlaba con Matt, con quien tan mal se portó en el pasado, no acostumbraba a pedir disculpas nunca, pero por primera vez decidió dejar esa actitud de lado y le hablo desde el fondo de su corazón. El mayordomo era un ser cálido y con una bondad infinita, así que la miró con infinita ternura como un padre miraría a una hija.
—Sé que no tengo derecho a pedirte nada, Matt. Fui tan mala en el pasado que tendrías razones para odiarme. —Expresó sinceramente.
—Usted es muy joven, señorita Ana, y a esa edad se cometen muchos errores, lo importante es querer cambiar, y usted está dando un gran paso para hacerlo. —contestó solidario.
—No sé si pueda, Matt, cuando se cometen tantos errores como los que yo he cometido, difícilmente se pueden enmendar, y mucho más si se ha hecho tanto daño como el que yo he ocasionado.—
—El peso que el bien tiene, es mucho mayor que cualquier mal que hayamos hecho.—Puntualizó.
—Llevo tanto dolor por dentro, que resultaría imposible quedarme aquí, tengo que irme, necesito reconstruir mi vida y empezar de nuevo, pero sé que aquí eso será imposible.—
—Puede que esa sea una buena solución, ¿Ha pensado en algo?—Preguntó el gentil hombre.
—Estuve investigando y hay un internado en Europa donde me gustaría ingresar, es un lugar apartado y podré estudiar una carrera tal como mamá y Helena querían.—Le explicó.
—Qué alegría, estoy seguro que esa noticia le dará mucha felicidad a la señora Helena y que la apoyaré en todo lo que sea necesario.—Manifestó.
Una luz de esperanza se dibujaba en el corazón de Ana, había pasado por tantas cosas, que ya no sentía que tenía motivos para seguir viviendo, el vacío que se hallaba en su corazón sin duda era muy grande, así que lo único que debía hacer, era marcharse , contaba con el dinero que le había dejado su madre, así que lo utilizaría para invertirlo en sus estudios y de esa forma no necesitaría pedirle nada ni a Helena ni a su cuñado.
—Matt, en una caja de seguridad que mamá tenía encontré todo el dinero que le dieron por el artículo de la revista, y algunos ahorros que seguramente hizo con el dinero que mi hermana le daba y lo que papá le dejó, ella siempre nos hizo creer que no tenía nada, pero al final de cuentas resultó que sí, te lo cuento porque necesito que me ayudes, quiero irme, pero no quiero despedirme de nadie, no podría enfrentarlos ni verlos a la cara, ayúdame por favor.—Le pidió en tono suplicante.
Matt lo pensó por un momento, pero veía tanta ilusión y tanta desesperación en el golpeado rostro de Ana que apenas empezaba a recuperarse y que no había podido alcanzar la belleza que antes tenía, que no pudo negarse decidió ayudarla con todo lo necesario, y dentro de unas horas ya todo estaba listo para que ella pudiera emprender ese viaje del cual tal vez pudiera regresar como un ser humano diferente.