




Capítulo 38.
El día comenzó y Maximilien se puso en marcha temprano, quería sacar a Helena de la ciudad hasta que pudiera solucionar lo de las fotografías publicadas.
Maximilien no guardaba silencio por que tuviera algo que ocultar sino porque no quería que Helena sufriera a causa de las personas malintencionadas que solo deseaban destruir su felicidad.
Se puso en pie, tomó el teléfono de Helena y salió de la habitación, ella aún seguía durmiendo así que no se dio cuenta de nada.
Maximilien sabía perfectamente que la única que pudo filtrar esas fotografías era Diana y no pensaba permitirle que siguiera haciéndoles daño, así que la llamó para advertírselo.
El celular de Diana comenzó a sonar y se puso pálida cuando vio en la pantalla de quien se trataba.
Maximilien, cariño, que agradable sorpresa.—Dijo Diana con una alegría falsa tratando de ocultar el miedo que sentía por las consecuencias que tendría su atrevimiento.
—Deja de hacerte la tonta Diana, no pretendas engañarme, sé perfectamente que fuiste tú quién filtró las fotografías a la prensa.— Le recriminó Maximilien.
—Me duele que durante el tiempo que estuvimos juntos no hayas aprendido a conocerme.—Argumentó ella tratando de convencerlo.
—Precisamente porque te conozco es que te estoy llamando, y me parece lamentable que recurras a métodos tan bajos como esos, y aun cuando no estuviera con Helena jamás regresaría contigo.— Espetó Maximilien.
—Eres tan cruel, sabes que te amo y que me duele mucho que desconfíes de mí y mucho más que pienses que yo puedo ser capaz de algo tan ruin.— Dijo.
—No quiero escucharte Diana, solo te llamé para advertirte que esto que acabas de hacer no se quedará sin consecuencias, te costará mucho intentar desafiarme, ya me conoces y deberías saberlo.—Señaló contundente.
Diana quiso defenderse pero él no se lo permitió, la dejó hablando sola, y eso hizo que ella sintiera pánico, conocía perfectamente el temperamento de Maximilien y tenía muy claro lo que sucedería al provocarlo, por lo que solo podía hacer una cosa, llamar a Emma, la única que podía hacer algo para detenerlo.
—Emma, querida, que bueno que me contestas, creo que estoy en problemas, tienes que ayudarme— Suplicó Diana.
—¿Qué estupidez hiciste ahora?—Preguntó Emma.
—Filtré unas fotografías e información falsa a la prensa y ahora Maximilien está furioso conmigo—Añadió.
Emma frunció el ceño y dio un golpe en la mesa, no podía creer la tontería que Diana acababa de hacer.
—De verdad que ahora entiendo porque mi hijo te dejó, Helena Andrews es mucho más inteligente que tú, y la diferencia entre ustedes dos, es que ella sí piensa antes de actuar y por lo que veo tú no lo haces.— Soltó la mujer con toda la intención de hacerla sentir mal.
—Merezco todo lo que me dices, pero trata de entenderme, yo amo a tu hijo y no soporto verlo con esa oportunista.—
—Lo amas, pero con esas acciones lo único que estás haciendo es ponerle a mi hijo en bandeja de plata a esa mujercita.— Inquirió Emma.
—Lo siento, y precisamente por eso necesito que me ayudes.—
—De ninguna manera, no cuentes conmigo, jamás me pondré en contra de Maximilien, y mucho menos por ayudarte, debiste pensar con la cabeza fría antes de actuar, arréglatelas como puedas.— Sentenció.
Una vez más Diana se quedó hablando sola, todo parecía indicar que todas las puertas se le estaban cerrando, estaba acorralada y no sabía qué hacer para evitar la furia de Maximilien.
Seguro se iría contra su familia, el acuerdo comercial estaba por ser renovado pero con todo eso lo más probable era que Maximilien echara abajo la negociación y eso para nada le convenía.
Cuando Helena se despertó, Maximilien ya no estaba a su lado, así que decidió levantarse para procurar estar arreglada para cuando él llegara, pues conociéndolo, seguro ya tenía armado un itinerario para pasar juntos el día.
No tuvo que esperar mucho, cuando menos lo esperaba él llegó a la habitación sorprendiéndola como siempre.
—Buen día dormilona.—Saludó Maximilien con un semblante más serio de lo habitual.
—Buen día guapo.—Contestó Helena .
—¿Cómo te sientes?, quiero que pasemos el día juntos, y necesito saber que todo está bien contigo y con nuestro bebé.—Dijo mientras le acariciaba el vientre.
—Todo está muy bien, tu hijo o hija se está portando maravillosamente.—Aseguró.
—Entonces prepárate porque nos vamos a pasar el día en un lugar que acabo de comprar, quiero que lo conozcas, estoy seguro que te va a encantar.—
—Me gusta mucho la idea.— Respondió mientras deslizaba sus manos por los hombros de Maximilien.
—Me encantan tus manos, siempre logras hacer que me sienta mejor.— Añadió.
—Te siento tenso, ¿pasa algo?— Preguntó con genuino interés.
—Son solo cosas de trabajo pequeña, pero hoy es nuestro día y no quiero que te preocupes por nada, iremos en el yate, la casa está en una isla.—Le anticipó.
—Maximilien, no podemos irnos todo el día, dijiste que tenías muchas reuniones.—
—Por hoy no quiero pensar en el trabajo, quiero estar todo el día contigo.—
Helena conocía muy bien a Maximilien, y sabía que algo no andaba bien con él, le resultaba extraño que de repente quisiera salir de la ciudad en la que habían planeado pasar toda su estadía, no obstante, le agradaba mucho la idea de ir con él en el yate y pasar un día romántico a su lado.
—Amor, no encuentro mi celular—
—No te preocupes, a donde vamos no lo vas a necesitar.—Contestó él.
—Sigo muy preocupada por Ana y por mi madre, quiero llamarlas para saber cómo están.—
—Tranquila, ya me ocupé de eso, velo tú misma, al parecer Ana ya se olvidó de mi hermano.—Enfatizó.
Helena se quedó muy intranquila cuando vio la imagen de su hermana junto a ese hombre mucho más grande que ella, y tristemente su intuición le decía que ese sujeto no tendría buenas intenciones.
A pesar de todo, Helena seguía preocupándose por su seguridad, aun cuando ellas no lo merecieran.
—No puede ser, Ana no aprende, sigue tras hombres que no le convienen solo por dinero—Lamentó ella.
—Deja de preocuparte, Helena , no hay nada que tú puedas hacer si Ana sigue destruyendo su vida, pero lamentablemente tendrá que aprender la lección, aunque para eso tenga que sufrir lo indecible, así que, ya, deja de pensar en eso, si te mostré las imágenes fue para que tuvieras noticias sobre ellas, no para que te preocuparas más.—
Salieron de la ciudad, el mar se encontraba en su máxima expresión engalanando ese mágico día que esperaban fuera extraordinario.
Helena se veía radiante con el traje de baño que había elegido para agradar a Maximilien, quien no dejaba de mirarla extasiado por su belleza.
Las olas enmarcaban el idilio en el que se encontraban, él estaba abrazándola con tanta ternura, y ella correspondía con la más genuina de las sonrisas.
—Te ves preciosa, cuando te veo así me olvido de todo, es maravilloso tenerte a mi lado Helena , y te juro que no concibo mi vida sin tí.— Susurró.
La rodeó con sus brazos y la sola cercanía de sus cuerpos fue suficiente para desatar un volcán de pasión entre ellos.
Helena lo abrazó por el cuello y se dejó llevar por los besos de Maximilien, ese hombre tenía la facilidad de hacerla tocar el cielo con tan solo mirarla, y que decir cuando sus labios se posaban sobre ella, eso hacía que se despertaran todos sus sentidos.
—Te amo, no entiendo como pudimos dejar pasar tanto tiempo, sé que no te gusta hablar sobre esto, pero creo que es necesario que sepas que desde que nos separamos, nunca pude sacarte de mis pensamientos, y aun cuando sabía que era imposible que pudiésemos volver a estar juntos, te juro que en lo más profundo de mi corazón conservaba una pequeña esperanza.—Confesó Helena .
—No te imaginas lo bien que me hace escuchar eso, saber que me necesitabas tanto como yo a ti, eres como el aire que respiro Helena , y te pido que pase lo que pase, jamás tengas dudas de lo que siento por ti.—Exclamó Maximilien.
Sus besos se intensificaron, dando paso a la pasión acumulada en su interior.
Él la tomó en sus brazos y fueron directamente al camarote, perfectamente preparado para la ocasión.
—Al parecer lo tenías todo previsto, sigues siendo tan romántico como la primera vez que estuvimos juntos.—Musitó Helena acariciando la espalda de Maximilien.
—No es que sea romántico, lo que pasa es que tú me inspiras.—
Resultaba increíble que después de haber pasado por tantas cosas, su amor hubiese permanecido intacto, y que estuvieran dispuestos a dar todo para conservar su felicidad, aun cuando en el camino tendrían que enfrentarse a seres malintencionados que estaban empeñados en destruir su relación.