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19. Imaginándola entre sus brazos

María Teresa aguanta la respiración. La suavidad de sus manos la hacen parpadear. La misma suavidad con la que ha soltado sus palabras hacen que desaparezca por un instante esa penuria. La caricia que reposa en sus mejillas la estremecen, porque esta sensación es nueva, es confusa, es como un hechiz...