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6. Vergüenza

A mi alrededor hay muchísima gente, pero en estos instantes solo puedo verlo a él. Tengo sus labios a una distancia demasiado corta de la mía y me tienta a besarlo sin que él se dé cuenta. Una de sus manos se ubica en todo el centro de mi espalda y ese contacto de piel a piel me hace estremecer. Me mira fijamente y no entiendo cómo es que me estoy resistiendo a todas las ideas que pasan por mi mente.

Me muevo al ritmo de la canción; más específicamente al ritmo de "Mad Love" de Sean Paul. Volteo en medio de los pasos de baile para que toda mi espalda quede de frente a él y su brazo ahora se ajusta a mi cintura apoyando su mano sobre mi abdomen. Es esta sensación de sentirlo tan cerca la que me hace volver loca... Su otra mano aparta mi coleta hacia un lado y puedo sentir su respiración en mi cuello. —Te mueves demasiado bien...— Me susurra al oído haciendo que todos mis sentidos se despierten un poco más.

Me está matando el sentir su respiración en mi cuello, mucho más me enloquece el sentir su cuerpo pegado al mío de esta manera, y no sé si es mi imaginación que me hace una mala jugada o qué, pero me parece que su cuerpo le ha traicionado con mi cercanía. Su otro brazo me rodea al igual que lo hace el otro y ya de esta manera, desaparecen nuestras sombras. Me sigo moviendo con toda la intención de poner a prueba sus cinco sentidos y ahora noto como su respiración se agita.

—Larita, soy tu amigo, pero, no soy de palo mi niña. — Me dice bajito y sonrió triunfal.

«¡No le soy indiferente!» Grita todo mi interior «¡No seas idiota, es hombre! ¡Los hombres son así!» Me grita esa otra parte de mí que intenta mantener la cordura.

Tomo valor y volteo para verlo a la cara. Sus piernas se enredan con las mías y vamos bajando al ritmo de le música. —Si quieres me detengo. — Le digo de manera picara e intentando entender lo que le sucede.

«Quiero saber si esto va más allá de una simple reacción física...»

No me dice nada, me mira con dudas y yo estoy intentando encontrar alguna excusa para no besarlo en estos instantes —Creo que has bebido demasiado. — Me replica y se equivoca.

«No le voy a sacar de su error... No le diré que apenas he bebido dos gin-tonics.»

Muerdo mis labios y en un arrojo enredo mis brazos en su cuello. —Creo que sí. — Digo aparentando estar algo ebria y no se dé donde saco el valor, pero atraigo su rostro hacia mí con la ayuda de mis brazos, y lo beso.

«Dios su boca... me estoy muriendo al sentir sus labios sobre los míos...» Quiero intensificar el beso, quiero disfrutar de este momento, pero él se separa de mí y se me queda mirando con dudas.

«¿Qué rayos he hecho? ¡He arruinado todo!»

Él no quita su mirada de mí, es como si quisiera entender que es lo que acaba de suceder y no puedo más de la vergüenza.

—¡Lo siento! — Exclamo mientras que siento que las lágrimas comienzan a rodar por mis mejillas.

Jamás había sentido tanta vergüenza como en este momento. El hombre que amo no solo me ha rechazado, sino que se me ha quedado mirando como si yo estuviese loca. Soy una idiota al haber pensado que el sentía algo por mi... No soporto la manera en que me mira. Quisiera que el suelo se abriera en dos y la tierra me tragase, y lo único que se me ocurre es salir corriendo sin dar ninguna explicación.

Atravieso la discoteca esquivando a la gente que hay a mi alrededor hasta poder salir a la calle. Sigo corriendo hacia la esquina mientras siento como todo mi rostro se ha cubierto en lágrimas, me siento horrible... rechazada... humillada al recordar cómo ha rechazado mi beso.

Las luces de un taxi aparecen en mi camino y lo detengo de inmediato para subirme en este —¿Dónde la llevo?— Me pregunta el chofer.

—Al hotel Atrio por favor.— Consigo decir en medio de mi caos emocional.

Siento que he cometido el peor error de mi vida, ¿en que estaba pensando? ¿Cómo pude llegar a creer que Elían sentía algo por mí? Es que debo ser imbécil para haberme confundido tanto...

No tengo ni idea de cómo lo mirare a la cara mañana... Debería renunciar y alejarme de él para siempre, pero al mismo tiempo no creo que tenga el valor para hacer eso... Mi corazón no me lo permite. Es terco, cree que entre él y yo hay una oportunidad, pero la verdad es que con lo que ha sucedido hace un instante las cosas han quedado más que claras. Elían no siente ni sentirá nada por mí nunca.

[...]

Entro a mi habitación y miro a la mujer en el espejo. Es una mujer avergonzada, triste, y con ganas de huir, pero que no se atreve... Mañana será un día difícil… lo veré y no se me ocurre que cara y excusa poner para que nuestra amistad no se arruine por completo. Pienso en mi amiga y me siento aún peor...

Tengo que tomar decisiones, pero no serán esta noche... Ahora solo quiero meterme en la cama y llorar hasta sentir que todo este dolor ha quedado afuera, solo eso...

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