Read with BonusRead with Bonus

84

—¿Puedo ofrecerte un té, para que no te duermas mientras me escuchas?

Acepté riendo por lo bajo.

Las damas aparecieron como si hubieran estado esperando ocultas tras los cortinados, nos sirvieron té con pastel de manzana y volvieron a dejarnos solas.

El atlas que trajo una de ellas era mucho más ...