Read with BonusRead with Bonus

24

Su beso impetuoso acalló cualquier pregunta, pero los ruidos de su estómago me hicieron reír.

—Cocinemos, mi señor, que nos llevará un rato y temo que te me desvanezcas de hambre.

—Tenemos un problema. Si sigo descalzo, pescaré un resfriado. Y créeme que no quieres cuidar a un lobo resfriado.

—En...