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—¡Aaah!— Edmond gritó mientras se desvió de forma inesperada. —¡No muerdas!—

Antes de que Belinda pudiera ofrecer una explicación, la iluminación de luces rojas y azules se apoderó del interior del coche. Y entonces un auge de voz vino por un altavoz.

—¡Deténgase!—

—¡Mierda!— Edmond escupió mient...