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Belly.

Belly.

Belly.

Delante de mí se encontraban esos ojos azules que tantos días me habían atormentado, y ahora estaba aquí, parada frente a mí en la sala de la casa que compartía con Emerson.

¿Qué carajos estaba buscando?

—¿Por qué demonios me llama así? ¿Cómo sabe de ese apodo? –pregunté ro...