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Capítulo 3.

La multitud rugía aclamando que empezara el espectáculo veinte minutos después. Para ese momento Savanah y yo habíamos terminado de comernos todo el contrabando y estábamos aburridas.

-¿Cuánto tarda en empezar esto?- Dije con un bostezo.

Ella miró hacia el reloj de sombra que se encontraba a un costado de la arena y frunció  el ceño.

-Se suponía que iniciaría hace unos cinco minutos. Supongo que aún no terminan de acomodar a la gente.

Ciertamente, aún había asientos vacíos en la sección del continente Este y del continente Norte.

Media hora después estaba ligeramente preocupada. Sabía que tío Chad estaría bien porque, bueno, era tío Chad pero aun así quería ir y asegurarme en persona.

-Algo está pasando- Susurró suavemente Savanah señalando la sección del continente Norte.

Yo miré hacia allí y mi corazón dio un pequeño salto al reconocer al lobo que era escoltado hacia el palco en primera fila.

A pesar de la considerable distancia pude reconocer ese andar arrogante y el rostro cruel afilado con los años.

Otra conmoción atrajo mi atención a la arena;  un lobo cruzaba corriendo a toda velocidad en línea recta hacia Savanah y yo. Muchas personas lo notaron, incluyendo mi tío  Marcus, actual rey del continente Norte que me dedicó una sonrisa victoriosa al reconocerme.

-¿Tantos son tus deseos de verme muerta, querido Kyrian?- Le pregunté en tono mortal cuando se detuvo en el muro que separaba a la audiencia de los combatientes y comenzando a escalar.

Me miró confundido unos momentos mientras recuperaba el aliento.

-¿De qué hablas?

-No solo fuiste y le avisaste al tío que quiere verme muerta que estaba en el continente, sino que ahora le has dado mi ubicación exacta. Solo por nuestra pasada amistad voy a permitirte explicar por qué mierda hiciste tu pequeña carrera hacia mí.

-Te necesito.- Dijo echando un vistazo rápido a Savanah- Las necesito a ambas.

-Extraña forma de pedir un favor- Dijo Savanah jugando con uno de sus cuchillos mientras miraba inexpresiva a Kyrian. Yo estaba de acuerdo.

-Soy curiosa, ¿Para qué?

Él frunció el ceño.

-Vengan conmigo, por favor.

Savanah me miró arqueando una ceja.

-No tengo intenciones de moverme de aquí. Así que habla o piérdete, estoy ocupada.

Kyrian apretó los puños y los dientes. Savanah le sonrió cuando comenzó a cercarse a nuestras caras para que solo escucháramos nosotras.

-Alguien envenenó la comida de la sala de espera y todos los combatientes que participarían por el reino han muerto, todos excepto nuestro campeón. El continente está a diez minutos de la descalificación si no consigo al menos tres lobos más que luchen.-Dijo con cara sombría.

-Eso suena terrible... pero no es nuestro problema- Dijo Savanah recostándose en su asiento.

-Lo que dijo la loba- Dije con una sonrisa.

Este pequeño concurso de Poder era regido por unas pocas reglas y entre ellas estaba que un continente debe de enviar al menos cinco lobos a la arena para poder participar y éstos deben  llegar a las semifinales para que el campeón califique. El objetivo era que hicieran un esfuerzo en manada o alguna mierda así.

-No tengo tiempo para convencerlas. Solo digan su precio, estoy autorizado para otorgarles casi cualquier cosa.

-Define "casi"- Dijo Savanah interesada.

-Todo menos el reino o la cabeza de algún miembro real. Por supuesto, deberían llegar hasta al menos las semifinales para que se les otorgue su recompensa.

La forma de emparejamiento para el combate es muy sencilla. Primero escogen lobos al azar entre los continentes y tienen pequeñas peleas entre ellos. Solo tienen dos minutos para someter al lobo contrincante o dejarlo inhabilitado. En esta parte, los campeones no pueden competir ya que lo que se busca es que clasifiquen los otros cinco lobos que lucharán con él en la siguiente etapa. En caso de haber más de cinco calificados, se decide por una lucha de un minuto.  El ganador pasa a la siguiente ronda pero en caso de que exista un empate, el campeón podrá decidir basado en las habilidades mostradas quién puede ser su compañero.

-Entonces, si pidiera un barco lleno de los tesoros de la corona, ¿Me lo darías?- Pregunté sin expresión. Solo quería saber hasta dónde llegaría el rey idiota en su desesperación por ganar esto.

-Si, incluso podrías escoger qué tan grande lo quieres.

-Interesante. ¿Y quién me asegura que el idiota pagará?

-Podríamos hacerlo oficial con un edicto real. Pueden acompañarme y lo firmaríamos en dos minutos-Dijo Kyrian con prisa.- Entonces, ¿Me acompañarán?

-Si.- Dijo Savanah desperezándose- Tu propuesta me parece de lo más conveniente.

-No.

Kyrian me miró y asintió con la cabeza.

-Ahora desaparece de mi vista antes de que el rey se quede sin mano derecha- Dije fulminándolo con la mirada.

Kyrian tomó a Savanah como un costal de tierra y saltó de vuelta a la arena. Me sorprendió que mi amiga se dejara tratar así pero bueno, quizá el barco lleno de tesoros sería lo suficientemente grande para restaurar su orgullo.

Levanté la vista al sentirme observada. Ya sabía quién era así que me limité a regresarle la mirada a sus ojos despiadados y calculadores. Tendría que cuidar mi espalda durante y después del evento.

El continente Norte no había participado desde la guerra con el Sur en esta competición así que a riesgo de sonar ególatra, suponía que había tomado la excusa para venir por mi cabeza y Kyrian acababa de servirme en bandeja de plata.

No reconocí a sus lobos acompañantes pero me llamó la atención una figura encapuchada de negro que se sentaba a su izquierda.

Por el tamaño y las delgadas muñecas que se asomaban, esa era una loba.

Una mano se posó sobre mi hombro y traté de no tensarme hasta que olí el mango en el aire.

Giré mi cabeza y vi a Cole con expresión preocupada en el rostro.

-¿Si?

-Por favor, únete a los combatientes en la arena.- Dijo suavemente.

-No.

-¿Qué puedo ofrecerte para que entres?- Preguntó serio.

-Tu cuerpo.

-Hecho.- Dijo rápidamente.

Yo suspiré.

-¿Tan desesperados están? Agarra a unos cuántos lobos de tu batallón y listo.

-Se encuentran apostados lejos de aquí. No llegarían en los siguientes... tres minutos.

-Agarra a cualquiera de la guardia real, debes tener a algunos por aquí.

-No podemos permitirnos prescindir de más guardias. Se encuentran vigilando y cuidando del rey, además de que no son tan buenos como tú.

Yo me tomé mi dulce tiempo en pensar. Estar ahí abajo sería ponerme un blanco fácil sobre la espalda. Pero también pedir lo que yo quisiera era un buen trato que podría usar en el futuro.

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