




Capítulo 2.
-Mañana debemos partir temprano. No podemos dejar a Pier aquí y tampoco podemos llevarlo, así que después de comer pregúntale a Savanah si puedes dejarlo con el resto de los salvajes.
-¿Por qué no puede quedarse aquí? Se porta bien y solo gruñe un poco cuando tiene hambre-Dije mirando el rincón del piso en donde Gisselle le había dejado su plato. Pierna o Pier, como le pusimos cariñosamente para acortar el nombre, se encontraba comiendo tranquilamente. Era como tener un perro pero más grande.
-Porque solo se comporta cuando estás al rededor y lo sabes- Dijo mi tío arrojándole un hueso. Pier lo atrapó con la boca y los cachorros aplaudieron encantados.
-También obedece a Gisselle- Dije con la boca llena.
Una bola de papel se estrelló en mi cabeza.
"Es porque sabe quién lo alimenta"
-Es tu mascota, debes poner el ejemplo a los cachorros y cuidar de él.-Dijo Gisselle trayendo más platos de su delicioso guiso de res.
- Está bien, iré a la aldea y preguntaré si lo pueden cuidar por...- Me detuve y miré a mi tío. No habíamos hablado de cuánto duraría la Competencia.
- Quizá regresemos al siguiente día, no lo sé.
-Bueno, estoy segura de que no tendrá problemas- Dije convencida y seguí comiendo.
Una hora después le puse la correa que los cachorros habían embellecido con algunas piedras preciosas que habían tomado de las bolsas que había traído Kyrian. Se veía muy elegante con ella, incluso le puse un moño a juego y partimos a Glassdale.
-Tengo un problema- Dijo Savanah.
-¿Qué sucede?
-Pier aterroriza a mis salvajes.
-Solo dales un poco más de mi sangre y listo. Ni lo notarán.
El experimento con mi sangre había dado resultados extraños. Era como si después de beberla los hubiera drogado o algo. Incluso les salía baba por la boca; era divertido y extraño al mismo tiempo. Por un rato ni siquiera tenían ganas de arrojarse sobre Savanah y su padre. Savanah había venido a la mansión por algunas muestras más para dárselas en los días en los que estaban inusualmente inquietos y todos esos ruidos ponían nerviosos a los pacientes de su padre.
-A menos que te desangres, dudo que podamos tener drogados a todos por tanto tiempo. ¿Por qué no lo llevas contigo?
-Porque ya no estoy en buenos términos con la corona y no quiero que maten a mi mascota al verla.- Dije triste- Sería una pena, es un buen chico.
-¿Por qué no le pides a Gene que lo cuide? Estoy segura de que no se negará.
-¿Tiene un sótano secreto del que no sepa?- Pregunté curiosa.
-Mejor. Tiene unas bonitas y cómodas celdas reforzadas.
Savanah me acompañó hasta la oficina de Gene; con las recientes remodelaciones, este lugar se había transformado en una oficina decente. La nueva secretaria, Linda, me saludó efusivamente.
-¡Hola Lily! ¿Cómo estás?
-Bien, Linda ¿Y tú? ¿Cómo están los cachorros?
Linda era una joven viuda con dos cachorros pequeños; anteriormente habían vivido en la costa y eran una de las nuevas familias que Cole había traído. Resulta que no solo trajo a su batallón para acompañarlo a interrogar a Federico, sino que también habían escoltado a las familias refugiadas desde su mansión hasta Glassdale.
-Creciendo. Les gusta vivir aquí- Dijo con una sonrisa- ¿Qué te trae a la oficina?
-Quería saber si Gene estaba aquí, necesito pedirle un favor- Dije señalando la puerta. Ahí, justo en el poste de un pequeño pórtico que era parte de las nuevas mejoras de la oficina, había amarrado a Pier. Este se había sentado y miraba pasar a las personas.
-Le dire que salga un segundo- Dijo Linda y fue a buscar a Gene.
Savanah y yo esperamos menos de un minuto.
-¡Lily, cariño!- Dijo dándome un abrazo de oso que yo aguanté porque me gustaba la efusividad-
-¿Estás muy ocupado, Gene?
-Un poco. El rey vino más temprano a dejarme una cantidad absurda de trabajo; creo que está poniendo a prueba a los posibles candidatos a Alfa del territorio - Dijo con una sonrisa orgullosa- Pero siempre estoy disponible para ti. ¿Qué necesitas?
- Felicidades, Gene. Sé que harás un trabajo mejor que Federico- Dije con un abrazo. El tipo había huído justo antes de que Cole fuera a ajustar cuentas con él y por lo que sabía, el puesto seguía vacío. -Voy a acompañar a mi tío al Coliseo para el evento de mañana y me preguntaba si podías prestarme una de tus celdas para dejar a Pier ahí.
Gene miró hacia el tranquilo salvaje que jugaba con una piedra y me dijo que lo haría.
-De todas formas Glassdale no es un lugar conflictivo, esas celdas no se han ocupado en años- Dijo entrando a su oficina y saliendo con unas llaves.- Escoge la que más te guste, me las puedes devolver cuando lo saques de ahí de nuevo.
Pier gimió un poco cuando lo encerré pero le arrojé su juguete favorito (una bola de hule) y estuvo feliz de nuevo.
-¿Me necesitarás mañana?- Preguntó Savanah cuando salimos de las celdas.
-No lo creo, pero si quieres venir eres bienvenida. A tío Chad no le importará, aunque si vienes debo buscar quién alimente a Pier.
-Lo hará papá, ya sabes que es su salvaje favorito- Dijo resoplando- Si por él fuera, Pier sería nuestra mascota.
El buen curandero me había pedido permiso para hacer un montón de experimentos divertidos con Pier, pero el pobre se había encogido de miedo la primera vez que le mostró una aguja. Desde entonces no he querido traumatizarlo más y eso ha puesto triste al padre de Savanah.
-De acuerdo. Solo adviértele que nada de agujas, el pobre aún no lo supera.
Al día siguiente Savanah, tío Chad y yo partimos con el sol.
Mateo no quiso ir pero me pidió que comprara semillas de flores para su jardín. Yo acepté que me vieran comprando esas cosas porque aún seguía molesto conmigo por lo de los cachorros. Con eso esperaba que me volviera a querer.
El Coliseo se encontraba a una hora y media del castillo; era una estructura redondeada que permitía una capacidad de unos cinco mil lobos.
Poco después de que el continente perdido estuviera... pues perdido, se decidió que haríamos éste espectáculo cada cinco años en el continente central, ya que era una especie de continente neutro en ese momento.
Cada continente tenía reservado mil asientos, aunque no siempre se llenaban; así que podías formarte en una larga fila y cruzar los dedos para que éste fuera el caso y te dejaran entrar sin importar de qué continente vinieras. En nuestro caso, cada participante tenía reservado dos asientos y, Savanah y yo, entraríamos primero a escoger nuestros asientos. Por supuesto, yo buscaría estar hasta adelante porque decían que era donde salpicaba más sangre. ¿Morboso? Tal vez.
Cuando llegamos, ya había una gran fila para entrar. Kiki resopló molesta cuando le di las riendas a un mozo de cuadra para que se la llevara.
-volveré por ti, preciosa. Sé buena- Le dije con algunas palmadas y ella me miró con traición en sus ojos- Te traeré regalos.
Con eso mi yegua se fue feliz. Era la primera vez que la montaba desde que habíamos llegado a la mansión y ella no se opuso al viaje cuando se lo pregunté. Supongo que estaba aburrida de andar libre sin nada que hacer.
Tío Chad nos condujo hasta la entrada y enseñó un medallón especial que era nuestro boleto de entrada al evento. Eso fue lo que le vino a dejar ayer el rey idiota.
Un guardia nos condujo por el pasillo y subimos algunas escaleras antes de que nos dejara en algún tipo de sala de espera donde ya había otros competidores del continente comiendo de un pequeño buffet en el centro de la habitación.
-¿Un aperitivo antes de conducirlos a los palcos reservados?- Preguntó un lobo con uniforme blanco. Estos chicos eran a los que teníamos que acudir si necesitábamos comida o bebida mientras disfrutábamos el espectáculo.
-No, muchas gracias- Dije con una sonrisa.
Savanah y yo teníamos escondida comida y cosas deliciosas para pasarlas como contrabando. Técnicamente, lo vendían en el coliseo, pero era divertida la sensación de peligro.
Tío Chad rechazó la comida porque no le gustaba pelear con el estómago lleno.
Poco después nos despedimos de tío Chad y nos condujeron hasta el palco de los asientos reservados. Al ser los invitados del campeón, teníamos la ventaja de entrar primero a escoger nuestros lugares; tomamos los más céntricos y en primera fila.
Sacamos nuestra comida ante la mirada de desaprobación de los vendedores y esperamos a que se llenara el lugar.