




Prólogo Quinta parte.
Karel una vez que vio que su clon sobreviviría decidió que tenía que ser un buen rey y ayudar a evacuar a todos los civiles que se encontraran en el castillo. Yo regresé al castillo solo porque se oía divertido ir a saquear el lugar; nunca se puede ser lo suficientemente rica.
Antes de partir, Cole me ofreció una insana cantidad de adornos caros a cambio de que tomara a su poni de guerra más rápido y fuera a buscar a no sé qué aldea a su ejercito personal. Lo rechacé, ¿Cabalgar hasta que me doliera el trasero o conseguir como botín los pendientes de su abuela? La elección era bastante obvia.
De cualquier forma, fue Savannah la que aceptó todas esas joyas y partió hacia lugares lejanos en busca de refuerzos.
Ya dentro del castillo me encontré a algunos cuantos rebeldes divirtiéndose y decidí unirme a ellos en una sangrienta pero corta batalla. Así me encontró el rey idiota segundos después y comenzó a gritarme sobre lo irracional, estúpida y… un montón de cosas feas. Por supuesto que me hizo enojar. ¿Yo era estúpida? Por favor, en los pocos meses que tenía de conocer a los gemelos idiotas había descubierto y resuelto más problemas del reino que el rey idiota a lo largo de toda su brillante carrera en el trono.
Estaba molesta, no lo voy a negar, así que cuando apareció un grupo mucho más numeroso de rebeldes, decidí que sería buena idea unirme a ellos… después de patearle las bolas al rey, por supuesto.
Mi nuevo grupo de amigos estaba emocionado por haber capturado al rey. Yo compartía su emoción, de todas formas el tipo me caía mal. Como sea, saqueamos juntos el lugar encontrando a algunos nobles perdidos que se unieron a nuestra fila de capturas.
Cuando tuve lo que quería (los pendientes de la mencionada abuela de Cole y Karel, así como información útil sobre el número de rebeldes) terminé con toda la tontería seduciendo al tipo a cargo y mandando a volar al resto de nuestra compañía. Quizá les inventé que las sirvientas se habían encerrado cerca de la habitación de Cole, pero ese asunto viene después.
Entonces ahí estaba yo, pidiéndole al rey idiota que nos llevara a su habitación Real para que mi nuevo amigo rebelde y yo nos revolcáramos salvajemente (Asco) solo para poder noquear al tipo y liberar a nuestros prisioneros. Sabía gracias a mis entrenamientos con Kyrian en el bosque, que el rey tenía un pasadizo secreto de escape en su dormitorio, así que me vi como una loba MUY CAPAZ al llevar a todos los capturados y al rey hacia allí. Modestia aparte.
¿Pero me lo agradeció el imbécil? Por supuesto que no.
Así que decidí separarme del cretino y salir del lugar. El problema es que el castillo era un enorme laberinto y tuve que entrar a una de las habitaciones para asomarme por la ventana y ver en qué lado del muro estaba o cualquier mierda.
Fue entonces que rescaté a un pequeño que se encontraba un piso por debajo de mí. El pobre se encontraba muerto de miedo en el balcón. Salté, aterricé, me encargué de algunos rebeldes… ¡Paw!, ¡Puff! ¡Pow! Y mandé sus cuerpos a volar para que salieran disparados por el balcón.
Fue justo en ese momento que el tío Chad y Mateo llegaron a la entrada del castillo y se asombraron de ver lo fabulosa que era pateando traseros.
Claro que no habían llegado solos, habían llegado con la mitad del pequeño ejército de Cole y demandar conocer la ubicación del bastardo monosilábico.
Con muchas súplicas de su parte, claro está, bajé para conducirlos hasta la enfermería donde se encontraba el bello durmiente.
Entré yo primero para decirle a su Alteza que tenía visitantes y que se pusiera decente. ¿Cómo mierda había perdido toda la ropa? Un misterio, y me declaraba culpable de esconderla por la habitación porque de todas formas se veía mejor así.
Tuvimos un breve momento en el que puede que ambos extraviáramos nuestros labios. No es mi culpa que sea atractivo. Jodido lobo, estaba medio enamorada y lo sabía.
Como sea, después de que su pequeño ejército de veinte hombres nos interrumpiera, me enteré por casualidad que el sitio a donde había enviado a mis amigos rebeldes escondía la colección de armas de Cole.
Así que maldiciéndome porque seguramente el tipo se enojaría si los rebeldes tocaban eso, tomé a Mateo y regresé al castillo con mi guía turístico.
Lamentablemente mis amigos rebeldes aun se acordaban de mi pequeña mentira sobre sirvientas y no se lo tomaron muy bien. Me encargué de todos, por supuesto, pero uno de ellos alcanzó a darme un fuerte mordisco a la altura de mi muñeca. Este pequeño dato es importante, así que recuérdenlo.
Justo cuando me cercioré de que nadie había encontrado la colección de armas de mi pareja no pareja Cole, sonó un cuerno de guerra a la distancia.
La fortaleza en donde se encontraba el castillo solamente tenia dos entradas: Norte y Sur. Bueno, pues afuera de la muralla Sur ya se había reunido un millar de lobos. Para terminar esta bonita situación se escuchó una segunda trompeta y en el lado Norte también se comenzaba a vislumbrar otro ejército.
El pequeño rey estaba jodido, pero debía de admitir que al menos no era cobarde ya que se fue con dirección a la puerta Sur para ir a combatir el ejército él solito.
Supuse que era mi deber como buena ciudadana avisarle a su general sobre la situación, así que Mateo y yo nos dirigimos hacia la puerta Norte en donde Cole y sus pequeños veinte guerreros ya se encontraban alineándose.
¿El resto de sus guardias? Para ese momento sospechaba que se encontraban muertos o que cambiaron de bando.
Como sea, le informé a Cole sobre el suicidio de su hermano pero… ¿Qué hizo? Tomar mi brazo herido por la anterior mordida del rebelde y lamerlo como si fuera el más dulce de los caramelos… entonces se fue dejándome a cargo de proteger la muralla con solo esos veinte hombres.
Jodido lobo loco.
Así que mandé a Mateo a que desalojara a los anteriores civiles que Savannah y yo habíamos salvado de los salvajes más temprano y los llevara al castillo. Mientras tanto ideé un plan para dirigir al ejército de los rebeldes de la puerta Norte hacia una pequeña y cálida villa de los nobles a las afueras del castillo. ¿Por qué era el lugar ideal? Porque el lugar tenía un acceso controlado por una puerta de hierro que nos podía servir para encerrar al ejército. Al menos hasta que llegaran los refuerzos que enviaría Savannah.
A base de engaños, mentiras, persuasión y mis dotes actorales, convencí al líder del ejército de que los salvajes que habían enviado más temprano se habían vuelto locos y que se habían ido al castillo a seguir devorando víctimas. Entonces los dirigí a donde supuestamente se encontraba escondido el rey idiota… y los encerré. Si, soy una chica lista.
Entonces llevé a mis pocos e impresionados soldados hacia la puerta Sur y ayudar a los gemelos idiotas a no morir.
La batalla fue bastante divertida, pude constatar por qué Cole era el General y lobo más temido del mundo; también el rey idiota se defendía bien. Justo cuando comenzaba a cansarme, llegó Savannah con los refuerzos y el ejército enemigo emprendió la retirada. Cole ordenó que la mitad de su ejército los persiguiera y que la otra mitad se encargara de los lobos que había encerrado.
Con casi todo resuelto, Savannah y yo regresamos al castillo para comer y tal vez echar una siesta.
Tristemente estando ahí me di cuenta de un pequeño detalle.
En uno de nuestros descubrimientos sobre los salvajes, pudimos ver de primera mano que después de una mordida con su virus “zombi” a los nuevos portadores les salía una enorme marca en la zona de la mordida. Así que… ¿A qué no adivinan qué loba recién mordida tenía esta marca?
Después de una breve crisis existencial en la que entré en pánico porque obviamente no quería ser una salvaje, Karel decidió que debía encerrarme en el calabozo.
Cole decidió dejarme ir y luego continuar con sus asuntos de estado mientras que mi tío Chad y Savannah comenzaban a buscar toda la información necesaria para ver si existía una cura o lo que sea.
Estaba triste, así que me encerré en la habitación Real de Karel y esperé lentamente a convertirme en salvaje. Solo que después de algunos días nada sucedió; ni siquiera tenía ansias que comer carne cruda o lo que sea.
Fue entonces que un día llegó a buscarme Savannah para informarme de un hecho insólito, además de preguntarme si ya me había convertido en salvaje: El rey idiota no iba a llevar a cabo el juicio contra Elizabeth por tratar de matarme, por herir a Cole y por casi follarse ante nosotros al líder de su guardia real.
¿La razón? Porque el padre de Elizabeth era un lobo influyente con montones de tropas que en ese momento Karel necesitaba desesperadamente. Sobre todo cuando la Competición de Fuerza estaba a la vuelta de la esquina y los otros Continentes no podían ver que Karel era idiota o se aprovecharían para intentar invadirlo.
No me pareció justo que ni siquiera castigaran mínimamente a la perra así que decidí que la retaría a un duelo y tendría su garganta.
Así fue que como loba salvaje (si es que alguna vez lo fui) tomé a Mateo y a Savannah para dirigirnos a la Casa de la Manada en donde se encontraba escondida la perra.
Imaginen mi sorpresa cuando llegamos y la Casa de la Manada se encontraba ardiendo felizmente.