




Capítulo 4.
-Me deberán un favor, un favor que cobraré en el momento que yo quiera.
-Mi cuerpo y un favor. Hecho.
-Oye, lo de tu cuerpo era una broma.-Dije frunciendo el ceño.
Y así sin más el maldito me arrojó a la arena. Reaccioné en el aire enseñándole el dedo medio mientras él tenía su atención puesta en el reloj de sol de la arena. Me transformé en lobo para amortiguar mi caída; cuando mis patas tocaron el piso me di cuenta de que ya estaban reunidos los combatientes por secciones.
Me di la vuelta hacia donde estaba Cole pero había desaparecido. Maldito.
Me dirigí hacia los cinco combatientes de la sección del continente Central mientras Karel daba inicio a la competencia sin disculparse por la tardanza y las dificultades técnicas. Solo dio un aburrido discurso sobre cómo es que estos juegos eran importantes para la economía, las buenas relaciones entre continentes y bla bla bla. Yo estaba más interesada en vigilar a la sección del continente Norte.
Mi tío Marcus había escogido a los lobos más malotes que pudo encontrar. Dulce Madre, eran enormes cosas con músculos que miraban en mi dirección. No me gustaba esa mirada y de esto también se dio cuenta el tío Chad.
-¿Qué quieres hacer, pequeña flor?- Dijo en tono bajo para que solo yo pudiera escuchar.
-Aún no lo sé. Yo solo venía a aplaudir y gritar obscenidades; todo esto me supera.
-Si, yo tampoco esperaba su falla tan grande de seguridad y me temo que mirando a los lobos del continente Norte, puedo inferir quién fue quien envenenó a los otros combatientes.
-Me alegro de que estés bien- Dije tomando su mano y dándole un pequeño apretón- Y cualquiera pudo haber envenenado a los lobos, no es como que el rey sea muy amado. Yo digo que fueron los rebeldes.
-No lo sé pequeña, cuida tu espalda de todas formas.
-Si.
-... como cada cinco años, las apuestas pueden comenzar a partir de la segunda etapa. Combatientes, ¡A sus puestos!
¿Y eso dónde mierda es?
Yo seguí al tío Chad. No me había percatado de que delante de cada sección de las gradas de los continentes había marcado una especie de espacio rectangular. Suponía que ese era mi lugar hasta que llamaran mi nombre.
Nuestro grupo era el más pequeño de todos. Incluso con la Guerra entre Este y Oeste habían enviado a dos docenas de lobos. El Sur una docena y el Norte había enviado a nueve lobos que seguían planeando mi asesinato con la mirada.
-¿Qué pediste, Savanah?- Pregunté curiosa cuando nos acomodamos.
-Una explicación.
Yo desvié la mirada del grupo Norte y la miré.
-Supongo que no es una explicación del tipo "¿Por qué se oculta el sol por las noches?".
-No, quiero saber por qué me envía regalos caros pero no puede dirigirme la mirada.- Dijo mirándose las uñas.
Yo escondí una sonrisa; por mucho que intente ocultarlo, le atrae Kyrian. Eso explicaba también por qué andaba cargando esa cantidad de monedas de oro el día que me encontraron en el bosque de Herrer. Los regalos caros son... caros.
-¿Y luego qué?
-Pues nada, solo tengo curiosidad. Acuchillar a algunos lobos es un bono extra por si no me gusta lo que tiene que decirme.
-Atentas, cachorras- Dijo el tío Chad llamando nuestra atención y poniéndose ligeramente delante de nosotras.
Regresamos nuestra atención al frente. La primera pareja se encontraba luchando al frente; por el ropaje yo suponía que Este y Sur eran los combatientes.
Los tres guardias que se encontraban detrás de nosotras gruñeron ligeramente.
-Tranquilos- Dijo tío Chad en tono amenazador y automáticamente se calmaron.
Yo entendía que no era voluntario; los machos tienen una respuesta natural a la violencia. Al tener a hembras cerca, el instinto les hace hacer cosas extrañas. Como invadir mi espacio personal y el de Savanah.
-Tienes tres segundos para quitarte de encima o en este espacio quedaremos cuatro lobos- Dijo Savanah molesta.
-Lo siento, señorita- Dijo el lobo.
Era un hombre de mediana edad y rasgos duros pero su actitud protectora me hizo pensar en que era un buen lobo.
-¿Cómo se llaman, chicos?
Ellos me prestaron atención y comenzaron a presentarse.
-Erick- Dijo el lobo más joven. Tendría dos o tres años más que yo.
-Mason- Dijo el hombre de mediana edad que se disculpó con Savanah.
-Sid.- Dijo el último. Tenía una gran cicatriz que le cruzaba la barbilla y llegaba hasta un costado de su boca haciendo parecer que hacía una mueca cruel.
-Yo soy Lily. Ésta es Savanah- Dije con un gesto hacia mi amiga.
-¡Savanah Drost y Peter Vozza!
Savanah caminó hasta el centro de la arena. A un costado había una seria colección de armas y escudos; sin embargo, solo hasta la siguiente ronda se podrían ocupar armas. Nunca había visto a Savanah luchar con sus puños pero era una loba en una misión a juzgar por su postura. Su contrincante era un tipo de Oeste que al verla sonrió burlonamente.
-¡Luchen!- Gritó Karel.
Podía ver desde aquí la tensión del tipo. Su clon se encontraba notablemente ausente, no es que lo estuviera buscando, por supuesto.
El tipo Peter cometió el primer error que cometen todos los machos: Subestimar a la loba blanca.
Fue directo a darle un puñetazo en la cara y Savanah se transformó en lobo para evitar el impacto. Esto dejó en desequilibrio al lobo, así que Savanah se escurrió entre sus piernas y volvió a transformarse a su espalda. Lo único que tuvo que hacer fue levantar su pierna y Peter cayó acunando sus partes privadas. La pelea duró un total de quince segundos.
Karel le dio la victoria ante los abucheos de la sección del Oeste y los gritos y aplausos de Centro y Este. Ya saben, eso del enemigo de mi enemigo es mi amigo y todo eso.
Dos lobos de uniforme blanco tuvieron que entrar para ayudar a levantar al tipo.
Yo choqué los cinco con ella cuando regresó.