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PROLOGO.

No me explico aún como fue que quedé embarazada, pero veo la carita de mi pequeña y la verdad, si pudiese volver el tiempo atrás no cambiaría en absolutamente nada; daría lo mejor de mi por  Mily, mi pequeño milagro inesperado.

Mis abuelos y mi madre se molestaron  Mucho con semejante noticia, en especial el abuelo Alonso pues no sé cansaba de decir que la historia se repetía, pero obvio la historia de mi madre, está muy lejos de ser igual a mi historia, ella si tuvo una relación, un amor de adolescentes, de dónde el resultado  fui yo  otra decepción para la familia Mendoza.

El nacimiento de Emily causó una tormenta en la familia, mi madre y mi abuela perdieron sus trabajos, mi abuelo perdió su empleo y no contento con ello tuvo un accidente cardiovascular; yo fui expulsada del instituto por mi embarazo y comencé a trabajar con mi prima victoria.

Más que ayudarle a Vico terminé siendo una carga y por ese motivo, no pude seguir trabajando a su lado.

La tensión en casa era demasiada, salir de mi cuarto era motivo de discusión. Hace una semana todo estaba bien pero un mareo dió un giro a mi vida, el cual puso todo de cabeza.

—Angie cariño ¿Estás bien? —preguntaba una voz femenina, con evidente preocupación.

—Si estoy bien mami Beca.

—Hija debemos hablar, abre la puerta, te hice tu sandwich cómo te gustan, con bastante jamón y queso amarillo. —Dijo la mujer del otro lado de la puerta, con notoria preocupación por su nieta, que tenía casi dos días sin probar bocado.

—No tengo hambre —respondí tirándome a la cama, abrazando fuerte un oso de peluche, que tenía desde que era niña.

—Ángela debes comer, si no es por ti, que sea por ese bebé que esperas. —insistió la mujer al otro lado de la puerta.

Me levanté de la cama como un resorte, para abrir la puerta mi abuela entró y puso una bandeja de madera con dos sandwiches en un plato y un vaso de jugo de naranja.

—Mi mamá ¿Ya se fue? —pregunte a mi abuela. —Tomando uno de los sandwiches y darle un mordisco.

—Si anda buscando algunas cosas en el colegio. —Rebeca guardó silencio, la situación de su nieta había convertido su casa en un campo minado—; Angie mami tú sabes que puedes hablar conmigo, yo no soy como Isabel, ni como Alonso, yo te escucharé sin interrumpirte y mucho menos juzgarte. —La mujer se mostró calmada para dar confianza a la muchacha de hablar.

Suspiré cansada, no iba a decir nada nuevo, no porque no quisiese si no porque simplemente, no tenía nada que decir, se que nunca me creerían yo tampoco habría creído esto, si me lo hubieran contado hace tiempo atrás.

Limpié con una servilleta mis labios, los restos de mantequilla y migajas de pan.

—Mami beca, sabes que eres mi segunda madre —mi voz se cortaba, las lágrimas querían salir—, yo nunca he mentido y nadie me conoce mejor que tú, si pudiera probar lo que digo lo haría.

—Si hija, que bueno que lo sabes, pero tu situación tiene que tener una explicación, madre virgen solo María y tú hija, no eres Maria.

Suspiré ya cansada de repetir lo mismo, ya parecía un periquito repite, que repite, pero no iba a inventar un padre, un culpable, para mí embarazo. Porque simplemente no existia tal persona.

—Como lo he repetido hasta el cansancio mami Beca, yo no he tenido relaciones con nadie, no tengo novio, ni nada por el estilo.

—Esta bien Ángela, mira la cosa es que estás embarazada y del espíritu santo no es mijita. —Razonó Rebeca exasperada por no obtener respuesta.

•••

—¡Ya estarás contenta! —bramó una mujer delgada, de cabello negro y ojos de un llamativo color oliva.

—Ya para Isabel, ya es suficiente con Alonso en el hospital, si no te calmas a ti también te va a dar un infarto mujer.

—¿Y como pretendes que me calme? —empero una iracunda Isabel cruzandose de brazos.

Salí del hospital corriendo, sin detenerme, tropezando más de una vez con un par de personas.

Tome asiento en uno de los bancos, en el pequeño jardín del hospital, ya mi vientre se había comenzado a notar un poco, pero con ropa holgada se lograba ocultar.

Mi familia me odiaba, era la burla y el motivo de cotilleo en mi barrio, además mi mejor amiga murió de una manera trágica y ahora mu abuelo Alonso se puso mal de salud y todo por mi culpa.

•••

Treinta de junio el día había llegado, literalmente mi hija fue mi regalo de cumpleaños.

—Esta preciosa ¿Cómo se llamará? —preguntó Rebeca tomando una foto a su nueva nieta.

—Emily, Emily Mendoza Crowtter.

—Pero que lindo nombre Angie.

—¿Dónde está mi mamá? —desde antes de tener mi cesárea ya mi madre se había ido.

—Ángela tu madre consiguió trabajo, a parte de la academia, ahora en el grupo Lombardo.

—Si lo recuerdo —mi Madre me lo mencionó pero lo había olvidado—, bueno es de esperarse mi madre es muy inteligente, además habla varios idiomas.

Iba a preguntar por mi abuelo Alonso, pero sabía que era tonto preguntar él no iba a venir a verme.

—Ángie feliz cumpleaños mi amor, tu abuelo también te manda felicidades y buenos deseos, para ti y para la chiquita.

•••

Un mes paso y si no fuera por mi madre y mi abuela, ya me habría vuelto loca.

—Mily nena cada vez que vengo a verte estás más guapa.

—Cada vez se parece menos a mi. —Mily no sacó ningún rasgo mío, los días transcurrieron rápidos ya Mily había cumplido su primer mes, su piel era blanca y sus cabellos rubios claros, nada que ver conmigo y mi familia, sus ojos eran de un i azul muy llamativo.

•••

Sofia y Artemis Lombardi ante  todos eran un matrimonio perfecto ella una hermosa y codiciada modelo de fama internacional. Él un apuesto millonario, uno de los herederos del grupo Lombardi un imperio farmacéutico de renombre a nivel mundial.

Pese a su gran fortuna, Artemis laboraba como médico, en el hospital Luciano Lombardi, fundado por su abuelo. A raíz de un agresivo cáncer decidió dedicarse a lo que de verdad quería y dejó  a su tía la responsabilidad del negocio familiar.

Helios Lombardi hermano menor de Artemis, un joven viudo, también llamado la oveja negra, pues desde temprana edad fue un rebelde sin causa,  él tampoco quiso hacerse cargo de la empresa de su familia, desde temprana edad se inclinó por la música y con el tiempo Helios y sus amigos fundaron Nova una banda musical aclamada en todo el mundo.

Desde la perdida de Lara su esposa, Helios se sumió en una vida de excesos de la cual no le fue fácil salir, gracias a sus amigos Lucas y Abel que le sugirieron terminar sus estudios  y retomar su vida. Pero internamente no superaba aquella perdida que apagó la vida de su esposa y su hijo  no nacido.

•••

Flashback

Entró silenciosa a la habitación de Helios, le partió el alma verlo así, recibir la noticia de la muerte de Lara y de su pequeño que aún no había nacido le afectó mucho.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Helios en un hilo de voz.

—Yo...bu...eno solo quería verte y saber cómo seguías. —Musitó una nerviosa muchacha, de cabello negro y ojos azules.

—Tú, Gabrielle enserio ¿Tú cómo crees que estoy? —espetó Helios con veneno en las palabras.

Sabía su pregunta era tonta, obviamente estaba mal, ella se sintió tonta, no podía imaginar el dolor que cargaba Helios en este momento, perder a los dos seres más importantes de su vida, en una sola noche es para desquiciarse.

—Lo siento no debí venir yo...

—¡Espera! —llamó Helios incorporándose en la cama.

—Si. —Dijo la muchacha, acercándose a la cama, pero sin soltar la perilla de la puerta.

—Ven aquí por favor. —Pidió el castaño bajando de nuevo, su voz.

Soltó la perilla de la puerta, para ir   con Helios, en este momento no podía dejarlo solo, verlo asi le removió todo.

Helios le tomó por sorpresa, esperaba cualquier cosa un grito, un reclamo, lo que sea pero no un abrazo y no cualquier abrazo sino uno desgarrador, correspondió sin pensarlo lloraba sin importar nada, sin darse cuenta las lágrimas también salían de de ella.

Luego de expulsar todo aquel amargo dolor, Helios comenzó a sentirse mareado, con cuidado Gabrielle  le ayudó a recostarse sobre la cama, se sentía mareado.

No paraba de llorar, lamentarse y decir que quien debía morir debió ser él y no Lara quien muriera, en aquel terrible accidente.

Los médicos entraron, le pidieron a Gabrielle  salir de la habitación,

•••

Al salir al pasillo, vió a luck tomaba, café recostado en la fría pared.

—¿Cómo sigue? —preguntó el rubio, sin mirar a la cara, a la pelinegra.

—Mal no para de llorar y decir, que él fue quien debió morir ¿Aún no han dado con el cuerpo de Lara?

—Spencer supo ocultar todo, solo llamó dió la noticia y culpó a Helios de todo.

Se le hizo tan injusta esa decisión, del hermano de Lara, Helios no era culpable.

Y Lara  tampoco era culpable, el destino fué cruel con ambos pero la postura de Cole no era la mejor.

—Gaby llevas una semana aquí, has perdido clases, si quieres puedes irte conmigo está tarde. —Se ofreció Luck preocupado por la muchacha.

—No yo quiero esperar, a qué den de alta a Helios, no quiero dejar a la señora Sofía sola, ella puede necesitar ayuda y...

—Gabrielle Helios ya está estable, de seguro no pasa de mañana, que le den de alta. —Intentaba convencer Luck a la terca pelinegra, que insistió en quedarse en el hospital.

El rubio tiró, el vaso ya vacío de café al depósito de basura dispuesto a irse.

—¿Aún estás enamorada Gabrielle? —preguntó Luck, mirando fijamente. No sabía que decir, estaba pálida y cabizbaja, su flequillo cubría su mirada, alzó su rostro dispuesta a responder.

—No y no creo este sea  lugar, ni momento, para esas preguntas Luck.

Se fue molesta, por la pregunta, dejando solo Luck.

—Tus palabras dicen que no, pero tus acciones dicen otra cosa, solo espero que no salgas herida nuevamente Gabrielle, no lo mereces.

•••

—¿Cómo que no te quedarás con ella? —preguntaba una mujer de cabellos rojizos y rizados, con un deje de molestia, por la actitud que estaba tomando su amigo Cole en el asunto.

—No puedo Rachel. —Dijo el rubio sacando sus cosas de trabajo, de su casillero, había renunciado a su trabajo de paramédico, su excusa era que no superaba el accidente de su hermana Lara.

—¡Cole es tu sobrina¡ —gritó Rachel como si con eso, su amigo fuese a reaccionar, pero nada él  no la miró seguia recogiendo sus cosas.

—Cole esa niña tiene un padre, tu deber es...

—¡No! ¡Mi deber es buscar lo mejor, para mí sobrina y lo mejor es darla en adopción! —dijo el rubio interrumpiendo molesto encarando a su amiga Rachel.

—Pero Cole es una pequeña, con un delicado estado de salud, lo ideal si la niña no tiene un padre responsable, es que la cuides tú.

Cole cerró de golpe su casillero, tomó la caja donde había metido sus pertenencias, dispuesto a retirarse. Cuando estaba a punto de hacerlo, la pelirroja lo tomó del hombro con fuerza haciéndole dar la vuelta.

—Esa niña fué un milagro Cole spencer, lo entiendes.

Cole no decía nada y eso exasperaba más a Rachel.

—¡Reacciona maldita sea Cole! —gritó la muchacha con algunas lágrimas en su rostro y su voz quebrada.

Aún así él  siguió su camino, ignorando, los gritos de su ex compañera de trabajo.

—¡Buscaré al padre de la niña entonces! —exclamó Rachel Peterson molesta.

Cole se volteó para encarar a la muchacha, la molestia del rubio se veía a kilómetros, no tenía que dar explicaciones.

—Suerte con eso Peterson, luego me cuentas como te fué.

—dijo el rubio azotando la puerta después de salir.

Cole sabía lo hermética de la relación, de Lara y el imbécil de Helios, Peterson no daría con Helios por más que buscara.

Condujo hasta el orfanato Dream Butterfly, debía gestionar lo más rápido el papeleo, para la adopción de su sobrina a parte aún la pequeña seguía en el hospital, él decidió responder económicamente por la niña.

Después de perderse un par de veces, entre tantos pasillos logró dar con la oficina de la madre superiora.

Tocó la puerta, aún no se sentía totalmente seguro, de la decisión que estaba por tomar aún así, entró a esa oficina.

Las palabras de Rachel no dejaban, de hacerle ruido y su mente no dejaba de mostrarle imágenes, de la pequeña Selene en la incubadora.

—Usted debe ser Cole spencer. —Dijo una monja, revisando unos documentos en su escritorio.

Él  solo asintió, como única respuesta.

—Adelante tome asiento por favor. —Ofreció la religiosa con amabilidad.

Cole  tomó asiento frente a la mujer de hábitos, está solo sellaba algunos documentos luego le pasó los papeles al rubio, seguida de una pluma, para que esté los firmara.

—Señor Spencer lamento la perdida de su herman, bueno usted y yo ya habíamos tratado algunos asuntos; pero debo volver a preguntar ¿Está usted totalmente de acuerdo en tomar está decisión? Si después se arrepiente y la pequeña es adoptada no habrá marcha atrás, ni arrepentimiento que valga. —Advirtió la religiosa enfatizando en qué no había retorno.

—Si madre, estoy consiente de eso lo he pensado y emocionalmente no estoy en capacidad, de hacerme cargo de mi sobrina. —Comentó con melancolía Cole.

La madre superiora, entrelazó, sus manos encima del escritorio, observaba al muchacho, suspiró cansada ella tenía esperanza, de que Cole cambiara de opinión, aunque dijese estar seguro de su decisión, la monja vió duda en sus ojos.

—Y el padre de la criatura ¿Asumo también está de acuerdo no es asi? —cuestionaba la religiosa, llamando la atención de Cole.

—Madre la pequeña no tiene padre, me refiero a que mi hermana que en paz descanse, tenía una relación inestable, era más el tiempo, que estaba ausente que con Lara...

—¿Pero esta de acuerdo en ésto señor Spencer? —inquirió la mujer, pues Cole no respondía a su pregunta.

—Si señora está de acuerdo en ésto, me dejó como único representante de la niña.

—Bueno siendo así, lo mejor es agilizar todo. —Finalizó la religiosa resignada a la decisión del muchacho frente a ella, sabía que ese joven tomaba una decisión guiado por el dolor, pero guardaba esperanza de un arrepentimiento, de parte de él.

Firmó los papeles frente a él, para luego devolverlos a la monja. —Madre deseo y espero poder hacerlo, correr con los gastos de la niña en tanto no sea adoptada.

—Joven Spencer, es una petición poco común, no somos un orfanato gubernamental, sin embargo contamos con apoyo económico de muchas fundaciones...

—Por favor Madre Clarice. —Interrumpió Cole, si no tenía el valor de cuidar de la pequeña Selene, creía que almenos la culpa sería menos, cubriendo los gastos de la pequeña.

—Esta bien Señor Spencer, lo tomaré, como benefactor, en tanto la pequeña, no sea adoptada.

•••

Meses han pasado, Helios se ha alejado de su Carrera como musico, solo se ha dedicado a buscar donde descansan los restos de su esposa he hijo, cuando por fin se recuperó buscó a Spencer pero este nunca decía nada, por más amenazas legales que hiciera Cole no hablaba, su madre sugirió demandarlo pero Helios no lo hacía por respeto a la memoria de Lara, ella amaba a su hermano. Conservaba esperanzas de que Spencer terminaría hablando.

No salía de casa, hasta hace una semana, que decidió volver a la mansión, por insistencia de sus compañeros luck y Abel, ambos insistían en que debía mudarse, el recuerdo no le hacía bien, a veces pasaba todo el día en la habitación que él y Lara habían preparado para su bebé, estaba delgado y dependía mucho de pastillas para dormir.

Miró la hora en su celular, 1:30 pm quedó de almorzar con los chicos para tratar asuntos pendientes con el grupo no tenía ánimos de salir pero sus amigos fueron muy insistentes en salír para distraerlo, su vida últimamente giraba entorno a Buscar a donde había sido sepultado el cuerpo de Lara, sus estudios y los compromisos con Nova y la disquera nada más.

Se vió al espejo, su semblante no era el mejor, pero bueno no había más que hacer, tomó su chaqueta y salió de su habitación.

—¿Va de salida joven Helios?

—Si Juliette saldré un momento, no me esperes para almorzar.

No tenía animo de conducir, optó por caminar, total no estaba muy lejos, el día era agradable y un día así no debía ser desperdiciado, su mal humor comenzó de nuevo en cuanto el teléfono comenzó a timbrar.

—Si. —Respondió tajante la llamada.

—Lombardi no es que no quiera, ponerme en tu situación, ni mucho menos ser indolente pero trabajo, es trabajo amigo.

—Ve al grano Zack, no estoy para darle explicaciones a nadie, mucho menos a un tipo que apenas y trago por cuestiones laborales, ya de por sí le caía como patada al hígado, saber que él y Gabrielle tenían algo, no mejoró el panorama.

—Ok Helios tú y los otros dos, ya deberían ponerse a trabajar en su siguiente álbum, llevan más de seis meses sin nada, la casa productora te entiende, pero ya es hora de retomar.

Definitivamente Zack estaba, logrando joderle el día. —Escucha bien Zack, porque esto lo diré solo una vez no más, Nova ya solicito un descanso con el señor Jhonson, seguiremos cumpliendo compromisos ya pautados en la agenda, pero este año no habrá álbum.

Colgó la llamada, apagó el celular, no tenía ánimos de discutir y mucho menos con Zack Russo, que desde que fué ascendido de puesto, se tomaba muchas decisiones que no le competían.

Sin darse cuenta ya estaba, en el café de Loretta, no había venido desde su inauguración, el lugar era muy elegante.

—Buenas tardes en que puedo servirle ¿Desea una mesa? —preguntaba una muchacha, de cabello negro largo y mirada exótica.

—No gracias señorita, busco a unos amigos, Luck y Abel Conti...

—Oh si permítame lo llevo a su mesa.

—Hasta que llegas. —Se quejaba Luck, por la impuntualidad de Helios.

—No exageres Luck, no hemos esperado mucho. —Reprochaba Abel.

—Si chicos bueno la verdad es que, me distraje un poco Russo llamó y la conversación, se puso tensa.

—¿Qué quería? —preguntó Abel.

—Como si no supieras hermano, lo mismo de siempre, jodernos la vida. —Soltó Luck hastiado

—buenas tardes caballeros, vine a tomar su orden. —Decía una muchacha de largo cabello rubio, de hermosos ojos azules.

Los tres, dieron una ojeada al menú.

—Yo quiero una hamburguesa y una, malteada de chocolate. —tenía hambre y no había desayunado, solo había café en su estómago.

—Ok una hamburguesa una malteada ¿Algo más? —preguntaba la rubia.

—Yo quiero un sándwich de banana y mantequilla de maní. —pidió el rubio, junto a un jugo de fresa.

—Yo solo quiero una rebanada de pie de arándanos y un té de frutos rojos también.

—Bueno ya vuelvo con sus órdenes. —Decía la rubia, tomando el menú de los muchachos, para luego retirarse.

—Retomando el tema ¿Qué quería Zack? —inquirió abel quitándose sus anteojos.

—Quejarse porque Nova, no ha sacado álbum en más de un año, además le cayó de piedra, el descanso que pedimos.

—¿Y le explicaste que Jhonson está de acuerdo con nosotros? —preguntaba Luck.

Asintió como respuesta. —Solo quiere imponer órdenes sin sentido.

—O se quiere cobrar, el puñetazo que le diste. —Murmuraba Luck, pero Helios alcanzó a oírlo.

—Por favor yo pedí disculpas, si es el idiota, con el que sale Gabrielle, ni modo, aunque pensé que tendría mejores gustos, mira que salir con el narcisista de Gardner. —Dijo con hastío Helios, poniendo, sus ojos en blanco.

—Aquel puñetazo en el club estuvo fuera de lugar Helios, por cierto nunca mencionaste porque lo golpeaste aquella noche.

—Ya ni recuerdo, solo se que insultó mis canciones, ambos estábamos ya bien tomados. —La verdad este tema ya le tenía aburrido, había sido hace tanto que no tenía sentido recordar.

A los minutos, llegó una mesera castaña caramelo, pero no era la misma que tomó la orden hace un momento, está era un poco más pequeña, su cabellera caramelo casi rubia, era más oscura que la otra muchacha, tenía atadas dos coletas altas  a lo alto de su cabeza. de ojos pardos, y mejillas sonrojadas.

—hamburguesa con una malteada de chocolate, una rebanada de pie de arándanos y té de frutos rojos y por último un sándwich de plátano y mantequilla de mani y jugo de fresas.

Los tres agradecieron, comenzaron a comer, pero la castaña aún seguía sin moverse, sujetaba la bandeja sobre su pecho, se veía más sonrojada que hace unos segundos atrás, para que negarlo se le hacía muy tierna esa chica.

—joven tome. —Le extendió la mano para entregar el pequeño papelito doblado.

—¿Qué es esto? —preguntó Luck con curiosidad, mirando el diminuto papel anaranjado, a la mesera se le fue la voz no sabía que decir. Pero uno de los muchachos intervino.

—Oh Luck que pregunta es esa. —Dijo el chico de cabellera rubia más oscura.

—Que no ves que este hermoso bombón te está dando su número de celular. —La castaña se puso más roja que las mismas cerezas las palabras, no salían de su boca estaba tan incómoda.

—Si hasta colorada está la pobrecita —Helios reía, mientras que luck solo observaba también algo apenado.

—Helios se más sutil mira como está la muchacha. —Dijo Abel.

—No, no, no, ese papel me pidieron entregárselo solamente, pero no fui yo lo juro. —Loretta se percató que algo pasaba y fue a ver qué ocurría.

—¿Ocurre algo señores? —regunto Loretta de manera amable.

—No nada que ver hablo el joven de cabellera castaña, la joven le acaba de entregar un recado, a mi compañero solo preguntaba de quién venía el mensaje. —La mesera en ese momento quería ser tragada por la tierra, para más nunca salir,

—¿Es tuyo Ángela? —pregunto Loretta.

—No bueno si p...pero tengo una explicación enserio.

—Ángela ya tu turno acabó puedes irte. —Fue lo único que dijo Loretta.

La muchacha se retiró cabizbaja, se veía realmente triste, en parte sentía había sido su culpa, no debió bromear con esa chica, pero se le hizo tan tierno el gesto que tuvo con Luck.

•••

Luego de  comer y hablar con los chicos y Loretta, encendió Luego el celular, recibió una llamada Artemis, este quedó en pasar por él para ir al hospital, afortunadamente no estaba muy lejos del café de Loretta.

Salió y lo vío discutir con una chica, en una bicicleta, se le pareció conocida, al acercarse mas,  reconoció que era la mesera de coletas.

—Señor.

Artemis salió del auto con cara de pocos amigos.

—Oye tú cabeza de chorlito ¿Acaso no te fijas por dónde vas? sabes este auto lo acaban de entregar hoy del concesionario.

«Típico de mi hermano y su amor, por los autos».

—Bueno señor ya le dije que fue sin mala intención y le pedí disculpas.

—Como si las cosas se arreglaran con solo pedir disculpas niña cabeza de chorlito.

—¡Oiga ya le pedí disculpas, no sea grosero, además a su auto no le pasó nada no sea tan exagerado!

«Auch eso debió doler, pero esa chica tenia razón, mi hermano era un exagerado con sus autos». Decidió intervenir antes de que la discusión, pasará de castaño a oscuro.

—Oye Artemis ya llegué me esperaste mucho hermano.

—No tanto pero está chica casi estropea mi auto.

—¿Que chica? —preguntó haciéndose el desentendido.

—Esa chica. —Dijo este señalando a la mesera.

—Oiga señor pedí disculpas, además su auto está bien. —Dijo molesta la chica.

—Hola bombón tú de nuevo. —Saludaba a la chica, según Loretta Angela era su nombre.

—Hola y adiós. —Se despidió Ángela antes de subir a su bicicleta, para irse de nuevo. Se quedó mirando a esa rubia, hermosos ojos cafés.

—Helios sube de una maldita vez al auto tengo guardia en el hospital llevo prisa.

—Ya voy Hermano no te enojes comete un sniker a ver si se te pasa esa amargura Artemis.

•••

Llevaba mucho preguntándome lo mismo, acaso  la mala suerte en la familia ¿Nunca acabaría? Definitivamente algún tipo de maleficio tenían.

Me detuvo en un pequeño parque cerca de casa, quería llorar y no quería ser vista por nadie en casa. Tome asiento en una banqueta. —Si me hubieran despedido, Vico me hubiera matado.

—Hola Angie ¿Qué haces hablando sola?

—Hola Cole —reí nerviosa por ser descubierta hablando sola, en el parque «¿En qué pensaba?» Pensé  avergonzada por ser pillada infraganti—. No Cole solo pensaba en voz alta.

—Ya veo toma —ofreció el rubio, una paleta helada—, el frío es bueno para aclarar ideas. —Dijo el rubio tomando asiento junto a Ángela.

—Gracias Cole era lo que necesitaba. —agradecida tome la paleta de limón y comencé y le di una lamida.

—¿Cerraste temprano la tienda?

—Si —respondió él con su mirada perdida—, no me sentía animado Angie además tenía que hacer unas cosas.

—Ya somos dos entonces, pero recuerda Cole estás vivo y eso es motivo suficiente para seguir adelante, además a Lara no le gustaría verte así amigo.

Me levanté aún tenía cosas que hacer, antes de volver a casa.

—Gracias por la paleta y recuerda te ves más guapo cuando sonríes y esos bellos ojos de bosque brillan. —Subi  a mi bici para irme, mi bebé me esperaba y aún debía comprar algunas cosas.

Aunque hoy no fue un día tan malo creí que sería despedida  no fue así. Además mis  compañeras de trabajo se ven amigables. Rose, Zoe, Ami y la más extraña de todas  Mía.

Quizás era ingenua al  pensar así, pero con esas chicas  me sentí rodeada de amigas, o tenía tanto tiempo sola que convivir con personas de su edad la había emocionado.

•••

—Helios ¿Cuánto te quedarás en Miami está vez? —preguntó Artemis, sin apartar su mirada de la taza de café, que estaba frente a él.

—La verdad no lo sé  Hermanito,  es que tengo pensado quedarme y ejercer mi carrera. —Respondió el rubio tomando un trago de café.

—¿Que pasará  con  tu  grupo musical  se  piensan disolver?—  preguntó Artemis extrañado sabía que su hermano menor respiraba la música, sin ella y sin su banda, era como estar incompleto.

—No lo sé  pero Abel y Luck, quieren un descanso, en parte yo también, además quiero ejercer la medicina, que ese título no sea solo para que nuestra madre lo presuma hace poco terminé mi especialización en pediatría y pensé que podría empezar en este hospital  que opinas hermano?

—Pues me  parece bien Helios ojo, esto debes tomarlo muy serio, cuando quieras empezar...

—Pues mientras más rápido se pueda mucho mejor bro.

—Artemis también quiero saber tú ¿Cómo te sientes hermano? Se que ya has superado el cáncer y eso me alegra y mucho,  tú y Claudia se  lo merecen.

—Gracias Helios por tu apoyo hermano lamento,  no haber podido estar a tu lado, cuando perdiste a Lara, se que ella ya había logrado quedar embarazada, es lamentable que ella y él bebé no hayan podido sobrevivir según lo que me comentó Sofia, este era su quinto intento con la inseminación.

—Si Artemis estaba tan feliz mi pelirroja, verla feliz me hacía, feliz ella se llevó una parte de mi en ese accidente. —Una lágrima se resbaló por la mejilla de Helios, fue allí donde Artemis comprendió que ya era momento de dejar el tema, no era fácil por lo que él estaba pasando

Muy en el fondo él también extrañaría a su cuñada era una chica, tan dulce no merecía morir y su sobrino no nacido tampoco lo merecía, él era inocente, ella era enfermera en el hospital y muchas veces, en ese lugar compartieron charlas amenas y una taza de café él y ella tenían un mismo anhelo ser padres, algo que era muy difícil ella por  faltarle un ovario y él, a raíz de su cáncer había quedado estéril, él y su esposa ya habían tenido varios intentos fallidos.

•••

—Sofia Lombardi es una cotizada modelo, no puede hacer estas cosas. —Reprochó una mujer de largo cabello rojo perfectamente arreglado, nada fuera de lugar.

—Vanessa ¿Y que tiene de malo ayudar a los demás? Según yo lo veo, solo ayudé a las niñas de un orfanato, por cierto mismo orfanato donde yo crecí. —Remarcó la guapa mujer las últimas palabras, pues Vanessa era su representante y le agradecía mucho, pero no le gustaba que pasara sus límites.

—Dime algo hermosa, ya que el último intento falló y la chica también perdió su embarazo ¿Qué piensas hacer? Mira que si Sarai no lo logró, podemos buscar otra mujer que preste su vientre. —Dijo Vanessa tomando asiento junto a la modelo.

Sofia suspiró cansada, recordar no era de su agrado pero al parecer Vanessa parecía no saberlo, o simplemente aquello no era de su importancia.

—Yo prefiero no hablar si, para mí y para Artemio no ha sido facil y ya si volvemos a considerar el ser padres quiero elegir la adopción. —Sofia miró a su representante como abrió sus ojos al escuchar la palabra adopción.

La pelirroja se levantó de su asiento, caminó hasta quedar trás  Sofia,

—Asegúrate bien de todo, porque si sabes mover bien las piezas este asunto nos podría traer muchos  benefactores a tu fundación, Sofi me asombras, así ya dejas de andar martirizandote por perder tus intentos fallidos. —comento Vanessa mientras reía hilarante saliendo del camerino de la modelo de.

Una vez sola se desplomó en un mullido sillón blanco, definitivamente aquella mujer tenía una piedra, en lugar de corazón, pero esto ella yo lo sabía, aún así  tenía a Vanessa a su lado porque aún no le tenía aprecio a pesar de todo...

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