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Capítulo 42

Sus manos eran suaves, aunque podía sentir cierta aspereza en los dedos índices, no le costó mucho llegar a la conclusión de que se debía a tanto disparar sus arma, algo que debería pertúrbala, ¿Cuántas personas había matado ese bello rubio? No lo sabía, y quizás, nunca lo quiera saber.

Era inevita...