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VICENTE

Dos meses después, al despertar, abracé a mi Capitana y, como cada mañana, toqué su vientre. ¡Estaba abultado! Ya se podía sentir. No era mucho, apenas una pequeña protuberancia, pero mi puntito estaba creciendo, ya había pasado la barrera de los tres meses y cada vez estaba más firme...