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MACARENA

Al día siguiente, llegó Francesca poco después del almuerzo.

―Hola, hija, ¿cómo amaneciste? No te ves muy bien ―me saludó con un beso.

―No, pasé una mala noche.

―¿Los gemelos?

―Sí ―contesté lacónica―. ¿Cómo estás? ¿Descansaste?

―Sí, venía muy cansada.

―Me imagino.

―Mira, te tr...