




Saliendo con un gran vacío.
-Señorita buenos días, ¿se siente bien? -
Ella asintió y siguió mirando a su alrededor, estaba en una sala común, en donde había muchas camas y al lado de cada una de ellas estaba una cuña pequeña, fue ahí donde ella reacciono y sus ojos se abrieron de par en par.
-¿Dónde está mi hija? Ese hombre se la llevo-
Ella estaba colorada por los nervios y la angustia que sentía al recordar como ese hombre se llevaba a su hija.
-¿Cómo te llamas?-
El médico insiste en saber de ella y ella solo quería saber el paradero de su pequeña hija. -Mi nombre es Beatriz, por favor, ¿podría decirme dónde está mi hija? Pero el médico no tenía respuestas a su pregunta…
—Beatriz quiero que me mires a los ojos, no tengo la necesidad de mentirte, realmente te encontramos en un área alejada de la sala de parto, no sabemos qué hacías ahí, pero tienes razón en tus palabras y te creemos, te atendí al momento y tu desgarre fue grande, además que tu placenta seguía dentro de tu cuerpo, te cuidamos y ahora estás estable, pero no sabemos dónde está el bebé que diste a luz, además que no tienes ningún registro de haber sido ingresada—
Ella lo miraba fijamente a los ojos, realmente no veía mentira en ellos, pero porque su cerebro aún no podía reaccionar a lo sucedido, ella estaba en shock, vio al hombre uniformado que la atendió, además el dejo que ella sintiera a su hija, pero porque ella no estaba ahí, sus preguntas no la dejaban reaccionar, el médico al percatarse de que ella estaba en un estado de trauma, decidió hablar nuevamente.
—¿Entiendes lo que te digo? No sabemos dónde está el bebé— el termino de hablar y fue ahí donde ella se fue en llanto.
Un fuerte grito de la mujer asustó a todo el personal, era solo una niña aprendiendo a ser mujer, Beatriz sujeto con fuerza la bata del médico hasta romperla, ella estaba fuera de sí, era una mujer en un estado de desesperación, tiro todo lo que estaba a su alrededor, se arrancó las vías, su estado era miserable, el dolor de una madre al perder a su hijo no tenía explicación, pero más aún cuando no tenía un cuerpo a quien llorarle, la pequeña de cabellos dorados había desaparecido, el hombre no le dio la oportunidad de mirar sus ojos al menos.
El médico miró a la enfermera, y en un intercambio de miradas inmovilizaron a Beatriz, debieron sedarla y esperar que un familiar apareciera, sus manos y pies fueron atados a la baranda de la camilla con tiras de la misma sabana que habían rasgado entre la pelea que se vivió un momento atrás.
El médico molesto salió hasta la recepción en donde se encontró con otro escándalo, Roberto luego de ser neutralizado por los policías que fueron llamados anteriormente para resolver el caso de la beba perdida, el hombre se volvió a alterar al escuchar la voz de su mujer, él era un joven deportista, su fuerza era bruta y más en una situación por la que estaba pasando, era su esposa y su hija las que estaban en peligro al parecer.
—¿Que estás sucediendo aquí? — con el cabello despeinado y sudado por todo lo vivido con la mujer alocada.
Un policía se acercó para dar un informe de lo que estaba sucediendo, era dos escenarios y todos estaban cansados, neutralizar al joven no fue tan fácil como lo creían, ellos también habían sudado mucho.
—Este hombre ha venido preguntando por su esposa y su hija, al parecer es el esposo de la mujer desconocida—
Solo basto que el policía dijeras dichas palabras, para que las pupilas de Roberto se dilaten y su fuerza descomunal saliera a flote, él se abalanzo encima de médico, lo sujetó con fuerza por la bata en busca de respuestas.
—¿Dónde está mi esposa y mi hija? — Roberto sudaba y su rostro estaba rojo por la molestia.
El médico no lo podía creer, la pareja había arremetido en su contra de la misma manera, no cabía duda que eran unos delincuentes sin educación.
—Le pido que me respete y me suelte, aparte de ser médico soy un hombre mayor, y usted no es más que un chiquillo sin educación— con molestia y de forma despectiva se refirió al Roberto.
El médico tenía toda la razón, él se había preparado por muchos años hasta obtener su título, era una humillación que lo trataran a los golpes.
Con rabia y odio en los ojos Roberto lo soltó, los policías lo debieron esposar.
—La mujer se encontró en una habitación alejada de la sala de parto, es cierto que dio a luz, ¿Dónde está el bebé? Es la misma pregunta que nos hacemos, les pido que investiguen a la pareja— el médico habló mirando al policía a cargo, luego volteo su rostro hacia Roberto —tienes dos opciones, calmarte y llevarte a tu esposa o ir preso por agresión hacia un profesional—
Roberto no tenía más opción, así que asintió para darle la razón al médico, él necesitaba resolver su situación.
—Doctor, ¿podría ayudarme a conseguir a mi hija? — dichas las palabras, el médico volteo a verlo.
—Eso es trabajo de la policía, te aconsejo conseguir las grabaciones de los establecimientos cercanos, porque el hospital no tiene cámaras de seguridad en ningún lugar, espero puedas resolver tu caso—
Dichas las palabras le dio la espalda y siguió su camino, aún tenía mucho trabajo de guardia, era triste y lamentable la historia que habían vivido, nunca en su guardia le había sucedió, ¿Quién podría separar a un bebé recién nacido de su madre?
Los policías llevaron a Roberto hasta la comisaría, él debía formular una denuncia por la desaparición de su bebé, él no se sentía bien con la situación que estaba viviendo, algo no cuadraba con los policías.
En una habitación estaba el detective a cargo de su denuncia, quien miraba con desprecio al joven.
—Y dígame, ¿Cómo sucedió la desaparición del bebé? — una mirada de superioridad trataba de intimidar a Roberto, pero le faltaba más que eso para intimidar a un joven con una gran madurez.
—¿Cómo cree que podría saberlo? No he podido ver a mi esposa, esas preguntas las debería hacer al personal del hospital— él estaba molesto, eran en el hospital donde tenían que investigar.
Pero las palabras sugeridas al detective no fueron recibidas con agrado, ese joven no era más que un mal educado, le gustaba entrometerse en el trabajo de los grandes.
—¿Me estás diciendo que hago mal mi trabajo? Tu comportamiento no ayudará en la búsqueda de tu hija—
Las palabras fueron un puñal en el corazón del joven que no tardó en alzar su puño y arremeter en contra del detective, basto solo una oración para el entender que su hija fue secuestrada por personas poderosa, el alboroto fue grande y los policías a cargo le cayeron encima hasta el punto de golpearlo y dejarlo tumbado en el piso.
El detective trono su mandíbula y se dio cuenta que su rostro fue destrozado por un chiquillo sin dinero ni educación, así que actúo con traición, pateando el cuerpo que yacía tirado en el piso, Roberto contrajo sus músculos y aguanto la golpiza, el detective sacó su rabia y antes de salir escupió al hombre con saliva y palabras.
—Lo mejor para ambos será desaparecer y olvidar que un día tuvieron una hija—
El hombre salió de la habitación en donde estaban encerrados, Roberto no era tonto, todo esto se debía a la relación que él llevaba con su esposa, ellos hicieron enojar a muchas personas poderosas, sin embargo, ellos lucharon hasta el final ¿pero a qué precio? Perdieron a su hija en mano de un impostor que fingió ayudarlos y todo por el no tener como pagarle una atención digna a su esposa.
Nadie lo estaba reteniendo en el lugar, le dejaron muy claro cuál sería la única salida para ellos, pero como le dices a una mujer que llevó por nueve meses a su hijo dentro de su vientre, que ya no hay un bebé, que tu hijo está en manos de personas malas, que no sabes cómo la trataran solo por el simple hecho de ser tu hija, como olvidar cada movimiento y el crecimiento de tu cuerpo, él necesitaba volver por Beatriz antes que cayera en mano equivocadas también.
Roberto se levantó y salió con el dolor intenso en su cuerpo por los golpes, él llegó al hospital y el médico al verlo no evitó ayudarlo, Roberto cayó en los brazos del hombre al que había agredido unas horas atrás.
No era un área para atenderlo a él, pero esa golpiza no fue hecha por un solo hombre, el mismo sufrió por la fuerza del joven anteriormente, sabía muy bien que, si hubiese sido una pelea justa, el habría ganado sin duda alguna.