Read with BonusRead with Bonus

Capítulo 5

AZURA

A los siete años de edad...

El sol se encontraba oculto bajo las nubes grises cargadas de agua cuando yo me perdí en el bosque, había visto a Rayan salir con sus amigos, dirigirse al parque y las ganas porque me incluyera en su grupito, hicieron que bajara corriendo por las escaleras.

—¡Niña, ten cuidado, no te vayas a caer! —gritó mi nana, pero solo le sonreí, enseñándole mis dientes, a lo que ella me sacó la lengua y luego sonrío.

Mis padres nunca estaban, jamás, de hecho, siempre se la vivían viajando, cierto, no me faltaba nada y me daban todo a manos llenas, a esa edad no le tomé mucha importancia, pero entiendo que cualquier niño a esa edad, necesita tener ejemplos buenos de sus padres, y no de tu mejor amigo que tiene la misma edad.

Salí corriendo y los seguí sin que este se diera cuenta, estaban tan entretenidos que nunca supieron que una niña venía pisándoles los talones. Fui hábil a la hora de acercarme, pasos sigilosos, los noté en el parque y estuve a punto de gritarle a Rayan hasta que vi cómo tomaban del cabello a una niña y la arrastraban entre todos hacia el bosque, todo mientras mi amigo volteaba a todos lados para verificar que nadie hubiese visto lo que paso, y es que estaban en una zona demasiado apartada del centro en donde algunas madres vigilaban a sus hijos, y como le habían tapado la boca a la niña, nadie vio nada, bueno... solo yo.

Con ojos curiosos observé de lejos y les seguí lo más que pude, caminé con sigilo tal y como Rayan me había enseñado, tratando de no pisar ramas que me delataran o tropezar, mucho menos quejarme. Los primeros truenos se escucharon y tragué duro cuando divisé que habían llevado a la niña hasta un tronco, me escondí detrás de un árbol y agucé mis oídos.

—¡Maltrátala, Rayan! —exclamó un niño regordete que no sabía cómo se llamaba, ya que mi amigo siempre me impedía conocer a los demás niños. Solo lo había visto un par de veces cerca de la calle, siguiendo e imitando todo lo que hacía Rayan, pero jamás hablo con ellos.

—¡Sí, se lo merece por zorra! —añade otro más a la coletilla.

—¿Hablaste de más, Carol? —sonrío Rayan a la pobre rubia de ojos avellana que lo miraba con horror, al igual que yo.

La niña lloró con fuerza y a punto estuve de decirle que no le hiciera nada, no sabía que era lo que estaba pasando, pero al final él siempre hacía lo que le pedía.

—¿No? —Rayan acercó más su rostro al de ella, que formaba con sus labios un tierno puchero de niña, pero era inútil tratar de convencerlo de ese modo, eso solo funcionaba conmigo.

La niña negó con la cabeza entre un mar de lágrimas.

—¿Segura?

—Solo... le dije a mis amigas —sollozó.

—¿Qué les dijiste? —Mi amigo comenzó a caminar en círculos alrededor de ella, con las manos cruzadas hacia atrás, detallando la escena y comparándola como las que veíamos en las películas de acción o de mafiosos.

—Que me diste tu primer beso —balbuceó la niña.

Fue en ese momento en que descubrí que Rayan había dado su primer beso y creí que lo haría conmigo, pero no, fruncí el ceño y él río cuando estuvo de nuevo frente a la niña, que ahora me caía mal por saber que besó a mi amigo.

—No debiste hacerlo, ese fue tu error, y eres demasiado idiota como para pensar que tú serías la dueña de mi primer beso —dijo Rayan seguido de una carcajada que luego siguieron sus amigos.

—Por favor, déjame ir, prometo no hablar de más.

Los ojos de mi amigo viajaron por el cuerpo de la niña y sonrío, chasqueó los dedos y sus amigos de forma inmediata agarraron a la niña de las muñecas, y Rayan se lamió los labios.

—Bonitas piernas, aunque no más que las de Azu.

El que dijera mi nombre hizo que mi pecho fuera golpeado por los latidos frenéticos de mi corazón, pero lo que más me aterró fue el hecho de ver como comenzaba a tocar las piernas de la niña, eso me dio miedo, no entendía por qué lo hacía, y justo en ese momento el retumbar de un nuevo trueno y ver a mi mejor amigo hacer cosas que no me gustaban para nada, en especial porque la niña lloraba, hizo que soltara un ligero grito, uno que me esforcé por ocultar bajo la palma de mi mano sobre la boca.

Pero fue lo suficiente alto como para que Rayan volteara y al verme se pusiera pálido.

—Azura —susurró mi nombre y salí de mi escondite.

Él sacó su mano del vestido de la niña y caminó hacia mí, pero en esos instantes lo vi como un monstruo, él se acercaba y yo me alejaba mediante pasos lentos y torpes.

—No te acerques...

Eso lo hizo fruncir el ceño.

—¿Qué dices? Soy Rayan, tu mejor amigo, conmigo siempre estarás a salvo —dice acortando más el espacio entre los dos.

—No, no quiero que me toques, ya no te quiero —niego con la cabeza y al ver como cerraba sus manos formando un perfecto puño, el miedo me atenazó.

—Azura... —estiró su mano en mi dirección, quería que la tomara, pero no lo deseaba yo.

Un nuevo trueno se escuchó en el cielo y di un respingo, él sabía que le temía a las tormentas, y por eso se aprovechaba.

—Azu, te da miedo, ven conmigo, estás a salvo.

Negué con la cabeza y al escuchar de nuevo un relámpago y ver como iluminaba la zona, pegué carrera lo más lejos de él.

—¡Azura!

Gritó, pero no me detuve, mi necesidad por alejarme de él era más grande que mi miedo a las tormentas, corrí mientras seguía escuchando de lejos su voz, no sabía qué dirección tomar, y mucho menos en dónde estaba, si me perdía llamarían a mi nana, y ella a mis padres, lo que significaba un mes entero sin mis caprichos.

Corrí y corrí hasta que tropecé y me raspé las rodillas, las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer y en menos de dos minutos una tormenta estaba sobre mí, me hice un ovillo cerca del árbol, abrazando mis piernas y escondiendo mi rostro mientras las lágrimas no cesaban al igual que la lluvia.

Lloré y lloré hasta que la voz de Rayan me hizo levantar el mentón, estaba empapado igual que yo, su pecho subía y bajaba frenético, sus ojos me indicaban que estaba muy enfadado conmigo, pero la molestia fue apagada por la preocupación.

—Niña idiota —negó con la cabeza y se puso en cuclillas, viendo con enfado mis rodillas.

Hizo el amago por tocarme, sin embargo, asustada, le di un manotazo y eso lo hizo torcer la boca. Se acercó a mí y nunca olvidé sus palabras.

—Algún día tus piernas estarán enrolladas a mi cuerpo —me dio un beso en la coronilla y me jaló del brazo con fuerza llevándome hasta casa.

Ese día tuve uno de los peores resfriados de la historia, y por supuesto, mis padres se enfadaron y me castigaron desde Londres y Francia, que era dónde estaban.

Actualidad...

Los recuerdos de aquella noche lluviosa ametrallan mi mente, recordándome que Rayan siempre ha sido amenazante. Y ahora estaba encima de mí, en una posición sugerente y que me ponía la piel de gallina.

—Rayan...

—Silencio Azu, sabes que te has portado mal, así como sé que todo esto lo armaste para demostrarme que, según tú, no tengo poder alguno sobre ti, pero la realidad es que lo tengo, y te lo voy a demostrar —me amenaza y siento que las piernas se me debilitan cuando siento algo duro golpear contra mi vientre.

—Vale, lo siento, solo estoy enfadada contigo por mentiroso, ahora bájate —le regalo la mirada que tanto le gusta, pongo ojos de cachorro y formo un perfecto puchero.

—Esta vez eso no te funcionará, busca otra cosa, pero antes dime algo —empuja las caderas y siento su erección, lo que me da un calentón de mejillas vergonzoso.

—Rayan, ya déjame —me remuevo inquieta, él no desiste, un brillo se aloja en sus ojos y confirmo que se está divirtiendo.

—¿Por qué mierda estabas besando a ese maldito nerd? ¿Acaso no sabes que no lo debes hacer? ¿Ya olvidaste las reglas, Azu? —Su aliento choca contra mis labios y su loción masculina inunda mis fosas nasales.

—Tú y tus malditas reglas, no eres mi Daddy —refuto.

Me dispara una mortífera mirada y se remoja los labios.

—Responde a mi pregunta, Azu, no me hagas enfadar —su voz es gélida como el hielo.

Lo miro en silencio, detallo cada una de sus facciones y siento que ardo cuando empuja una vez más sus caderas, mostrándome su poderío masculino, joder, jamás me había hecho algo así, y una sensación extraña, que se asemeja a un cosquilleo imparable, recorre mi vientre bajo y siento húmedo mi sexo.

—Quería olvidarme de Eithan —miento.

Le retengo la mirada y trato de ocultar mi verdadero sentir, solo porque me conoce mejor que nadie.

—¿Tanto te duele lo que te hizo mi primo? —indaga mascullando entre dientes, y la hostilidad se respira entre el poco aire que nos envuelve.

—Sí —miento de nuevo y muevo mis caderas empujando mi pelvis—. Solo quería que me tocaran.

Frunzo los labios haciendo un puchero que sé que es su talón de Aquiles, espero que con eso me libere, pero su mirada me hace caer en cuenta que está teniendo una lucha interna, como si deseara hacer algo, pero no pudiera.

—Rayan, por favor...

—Shhh.

—Rayan, ya entendí...

—No, no entiendes una mierda —dice colocando sus labios encima de mi cuello, se sienten fríos y cálidos al mismo tiempo, es algo extraño, intento moverme asustada por lo que está haciendo, cuando me sujeta las manos con más fuerza y vuelve a colocarlas por arriba de mi cabeza—. No hables, no digas nada, Azu, solo cierra los ojos.

—¿Qué? ¿Por qué? —interrogo alterando mi sistema nervioso.

—Esto será nuestro secreto, ¿sí?

No entiendo lo que dice, hasta que baja su mano rozando mi pecho, desabrocha mis shorts y mete su mano tocando la humedad de mis bragas.

—Rayan, esto se siente mal —intento que mis palabras concuerden con lo que siento en el pecho y con lo que me repito, pero mi cuerpo es traicionero y accede en un gusto culposo a ser tocada por mi mejor amigo.

—Mientes, se siente tan bien —besa, lame y succiona mi cuello al grado que duele.

—Ok, ya aprendí mi lección, ahora bájate —me muevo y él ejerce más fuerza sobre mi sexo.

—Tienes las bragas muy húmedas, ¿es por el nerd? —respira agitado en mi oído y eso hace que las piernas se me abran un poco más, invitación errónea que toma para meterse más en medio.

—Rayan —mi voz tiende de un hilo.

—Responde a mi pregunta, Azu, o las consecuencias serán peores.

—No —trago duro, sintiendo cómo sus dedos se mueven diestros por encima de mis bragas.

—¿No qué? —Su respiración es inestable, al igual que la mía—. Sé más específica.

Me niego a hablar, me niego a decirle que me gusta y que lo amo tanto como le odio y le temo al mismo tiempo, porque cuando amas a tu mejor amigo, nada bueno puede ocurrir, mucho menos si tienes como mejor amigo a Rayan Volthmon.

—¿Te niegas a hablar? —me mira fijo y ladea una sonrisa de media luna que me nubla la razón y adormece todos mis sentidos.

Asiento solo porque soy una malcriada, una mimada que quiere tentarlo.

—Mala respuesta, Azu.

Esta vez desliza lento la tela de mis bragas y mete su mano por debajo, siento sus dedos deslizarse por mi sexo, abriendo mis pliegues virginales.

—Rayan... —El calor que siento en las mejillas no deja de arder.

—¿Te has masturbado alguna vez? —Me da un beso en la nariz para calmar mis nervios, pero no le funciona la táctica.

—Esto está mal, Rayan, eres mi...

Tensa el cuerpo y aprieta la mandíbula con tanta fuerza que me resulta incluso doloroso a mí.

—¿Está mal que tu mejor amigo te toque? —noto el atisbo de ironía detrás de su fingida inocencia en la pregunta.

—Sí.

—Sin monosílabos, Azu —mueve más sus dedos y quiero que me trague la tierra en esos momentos.

—No te escucho —insiste y comienza a meter un dedo, lo que me hace abrir los ojos como platos ante tal instrucción.

—Sí, Rayan, está mal, para —pido, no obstante, su mirada me hace callar cuando veo que sus pupilas se dilatan.

—Está mal que yo, tu mejor amigo, te toque, pero no lo está si te dejas tocar por un pendejo cualquiera como el puto nerd que salió despavorido en cuanto me vio —ríe con malicia.

Sé por qué lo dice, tiene la estúpida idea de dejarme salir con alguien que tenga las bolas de enfrentarlo, y eso lo hace porque todos le temen y no se atreven a llevarle la contraria, si Rayan pide que me cuiden, lo hace, si vamos a una fiesta y él quiere follar con alguna puti zorra, solo le dice a alguno de sus amigos que me cuide y lo amenaza con hacerle la vida imposible si me pasaba algo en su ausencia, ¿el resultado? Varios pares de ojos molestos encima de mí, sin permitirme beber o bailar con chicos.

Incluso cuando salíamos de fiesta, solo me permitía bailar con quienes él consideraba que no se propasarían conmigo, pero no soy idiota, siempre estaba consciente de que, fuera a donde fuera, hiciera lo que hiciera, Rayan nunca me despegaba la mirada de encima.

—Yo solo quería...

—Sé lo que querías, Azu, y prefiero hacerlo yo, porque nadie te toca.

Y finalizando con esto último, comienza a mover sus dedos, causándome olas electrizantes por todo el cuerpo. Nunca me había masturbado, es decir, una vez lo intenté y me dio tanta vergüenza no poder gemir como lo hacían las modelos en las películas, que lo dejé de lado. Pero esto que me estaba haciendo Rayan, ni en mis sueños más locos pasaba.

—No te detengas, no pongas esa barrera, suelta esos gemidos que muero por escuchar —acelera el ritmo y me niego a hacerlo, no quiero, porque ganará y quiero dar batalla antes, así que me muerdo la lengua.

Parece darse cuenta y me obliga a abrir más las piernas, lo que le da más acceso a sus dedos en mi sexo.

—Te di una orden, Azu.

Odio cuando se pone en plan mamón.

—Tú no me das órdenes —intento sonar lo más racional posible, pero es en vano cuando se aferra a mi sexo con rabia.

—Dije que los sueltes, quiero escucharte gemir —su mirada se oscurece.

Acelera un ritmo, pasea el pulgar por mi monte Venus y cuando menos lo espero, mete dos dedos y comienza a masturbarme con una rabia, agilidad y maestría increíbles. Sus dedos se mueven diestro y me arqueo, cerrando los ojos.

—Vamos, Azu, hazlo, suelta esos dulces gemidos, suéltalos y di mi nombre —besa mi mejilla y luego mi cuello.

Su aliento quema, sus manos se mueven como las de un pintor sobre un lienzo, siento la humedad y quiero morirme al saber que estoy bañando sus dedos con mis jugos.

—Azu, sé una niña buena, sé una buena amiga y suelta lo que por muchos años he fantaseado —ronronea y poco a poco pierdo el control.

Sello mis labios, pero no por mucho tiempo, porque el sonido encharcado de mi sexo contra la fricción de sus dedos me excita demasiado, y por un momento, por un breve instante, olvido que se trata de Rayan.

—No sufras y suéltalos.

Abro más las piernas, me suelta las manos y me aferro a sus hombros, la ola de calor se expande por todo mi cuerpo y sin poder retener más lo que tanto anhela, suelto todo y me dejo llevar.

—Ah, ah —tomo una bocanada de aire y me equivoco al pensar que me dejará, porque parece que mis gemidos le dan más pie a seguir.

—No te escucho.

Sigue masturbándome y es entonces cuando cierro los ojos, mi corazón se acelera, arqueo la espalda y siento la llegada del tan esperado primer orgasmo.

—¡Rayan! —exclamo y él se deja caer sobre mí, escondiendo su cabeza entre la curvatura de mi cuello.

Me siento desorientada, mi pecho sube y baja con dificultad por el peso de mi mejor amigo sobre mí, él también está agitado, siento incluso los latidos frenéticos de su corazón golpeando fuerte en su pecho.

—Maldición —bufa dando un golpe a mi lado sobre el sofá.

Caigo en la realidad de las cosas y me siento fatal, abro la boca para decir algo, pero justo en ese momento, se pone de pie, mis ojos no pueden evitar dirigirse hacia el enorme bulto que se ciñe en sus pantalones, se pasa una mano por el cabello y camina de un lado a otro, como si estuviera maquinando algo.

—Olvida esto, ¿quieres? Nada ha pasado Azu —escupe y me duele, pero me lo callo.

—¿Quieres que calle que mi mejor amigo me ha masturbado y me ha provocado mi primer orgasmo? —lo observo en silencio mientras me abrocho los shorts.

—¿Escuchas lo que dices? Es una aberración, eres como una hermana pequeña para mí, somos mejores amigos, nada puede pasar entre nosotros —espeta.

—A las hermanas no se les desea como tú me deseas a mí —por fin pierdo el miedo de hablar, y digo lo que pienso, aun sabiendo que las consecuencias por llevarle la contraria son malas—. Y eres tú quien ha empezado esto.

Yo mejor que nadie conocía los castigos de Rayan, yo mejor que nadie conocía lo cruel que podía llegar a ser.

Me lanza dagas por los ojos, se acerca y de dos zancadas acorta el aire entre los dos, rodea mi cintura y enrolla su mano entre las hebras de mi cabello castaño, jalando a tal grado que el cuero cabelludo me duele y siento cómo mis ojos se llenan de agua.

—Escúchame bien Azu, te amo, lo sabes, eres mi mejor amiga, pero créeme cuando te digo que no querrás andar contando lo que pasó aquí —su fiereza me doblega y su tamaño me intimida a tal grado que asiento.

Lo odio.

—Buena chica —me suelta y me abraza con fuerza, con cariño, como siempre lo hace.

—Rayan.

—Nada acaba de pasar ¿vale? Olvida esto como yo lo haré.

Dice y me da un dulce beso en la frente, luego sale sin decirme nada, solo desaparece de mi campo de visión, dejándome con el dulce sabor amargo de saber que Rayan Volthmon me acaba de masturbar.

Dejo pasar unos cuantos segundos y luego decido salir como si nada hubiese pasado, camino hasta la entrada y me encuentro con Marisol, la chica con la que Rayan suele acostarse y la única que me cae bien.

—¿Qué tal las cosas, pequeñuela? —me sonríe y me dejo llevar por la luz que desprenden sus ojos miel.

—No va, Rayan es un cabrón, sigo enfadada con él por no contarme lo de Eithan —me recargo en la barra de manera desganada.

—Tal vez no deba decirte esto, pero creo que ese capullo se merece una lección, es decir, el tío se la pasa follando todo que tenga piernas bonitas y un culo de diez, pero cuando se trata de ti, no te deja nada, creo que tienes que madurar y hacerle entender que eres mayor y que eres libre de hacer lo que te plazca —arguye y siento que es la primera persona que me comprende.

—¿Pero, cómo hago eso? —pregunto con exasperación.

Ella encoge los hombros y me lanza una mirada llena de compasión, es entonces que la idea llega a mí como torbellino, sonrío y Marisol parece entenderlo, porque palidece.

—No, ni lo sueñes, te mata si vas a la fiesta en la reserva.

—Vamos, me acabas de decir que debo demostrarle que no soy de él.

—¡Pero no yendo a la fiesta de la reserva, tú no tienes idea de lo que pasa ahí! Es una locura, puedes hacerlo de cualquier manera menos en la reserva —dice rotunda y ahora es ella la que se le parece.

—Y nunca lo sabré si no voy, vamos, llévame, no puedo asistir si no me invitan o si no voy con alguien de la élite.

—Dile a Rayan que te lleve, a ver qué piensa —se burla.

—Muy graciosa —pongo los ojos en blanco.

—Es mala idea, Azu, me matará y después a ti, por lo menos tú eres su amiga y te adora, pero a mí, pff, el pendejo es capaz de darme por el culo y ¿has visto su polla? Eso me dejaría inválida de por vida, olvídalo —vuelve a negarme la oportunidad de joder a mi mejor amigo y cambio de táctica, al final era una chica, y nosotras somos sensibles.

—Odio ser la muñeca perdida de Rayan ¿sabes lo que se siente que te guste un chico y que este no se acerque por miedo a que ese idiota le rompa el cuello? Desde niña he vivido bajo sus reglas como si fuera mi jodido padre, estoy cansada, por una sola vez en la vida quiero demostrarle que ya no soy la niña de siete años que siempre lo seguía.

Sollozo y parece que mis lágrimas le surten efecto, porque se detiene y hace una mueca de dolor.

—Solo quiero una noche, sentirme bien como una chica de 18 años normal —me limpio las lágrimas con el dorso de la mano.

Marisol frunce los labios y, soltando un exasperante suspiro, se rinde ante mis encantos.

—Vale, ganas, joder, ahora entiendo a ese capullo —no entiendo lo que dice, pero le sonrío cuando me aprieta la mejilla—. Tenemos la misma edad, solo que cuando te pones en plan puchero, eres la cosita más tierna.

¡Bien, Marisol cero, Azura uno!

—Gracias, gracias, gracias —casi brinco de alegría.

—No me las des, porque Rayan nos matará a las dos esta noche.

Encojo los hombros y la sigo para ponernos de acuerdo, no sabía lo que esperaba, pero de algo sí estaba segura, y es que esta noche, en la fiesta de la reservación, verían a una nueva Azura, una renovada, una que estaba dispuesta a llevarle la contraria al chico más temido; Rayan Volthmon.

¿Jodes a Azura y Rayan te jode? ¡ja! Mejor "Tú me masturbas, yo te jodo"

Previous ChapterNext Chapter