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Capítulo 4

RAYAN

Despierto con una jodida erección del demonio, mi cabeza está por explotar y siento que cada segundo que poso mi mirada sobre el techo de mi habitación comienza a distorsionarse, después de lo sucedido anoche, estoy enfadado, el nivel de mi cabreo resulta más que apocalíptico y siento deseos de patearle el culo a muchas personas, entre las que Daria y el maricón de mi primo están en primera fila.

Mi teléfono móvil no ha dejado de sonar y frunzo el ceño. Estaba seguro de que entre esas tantas llamadas y mensajes se encontraba alguno de mi pequeña y ardiente amiga; Azura. Anoche había perdido los papeles, en cuanto llegué al maldito club, me encontré con Brayan Hamilton, el primo de Sam, por lo que después de echarle una barrida a todo el sitio y no hallar a Azura, me dirijo hacia ellos con toda la intención de averiguar en donde mierda se encuentra ella, desde hace rato no me responde las llamadas y sabe que el que no me coja el teléfono ella, me enfurece.

—Algo me dice que sabes en dónde está lo que estoy buscando —sonrío.

—¿Hablas de Azura? —me retó con la mirada Brayan.

—No me hagas mandarte al hospital, pendejo, habla —comienzo a impacientarme.

Brayan Hamilton me mira y eleva las comisuras de sus labios en dirección al cielo.

—Sam la llevó a casa.

Ignorando al mundo y aquellos recuerdos de anoche, decido que una buena ducha refrescará mis ideas, pero al sentir cómo el agua caliente recorre mi piel, me estremezco y los recuerdos de hace apenas unas horas, me hacen caer en un profundo ensimismamiento.

HACE UNAS HORAS...

—Azura, estoy enamorado de ti.

Todo se fue a la mierda cuando dije aquellas simples y muy peligrosas palabras, porque sí, he estado enamorado de ella desde que la vi llena de tierra y me obligó a comerme un asqueroso panque de lodo, desde que cumplimos doce y noté que las tetas se le estaban desarrollando, desde que a los quince pude admirar su cuerpo, caderas de infarto, pechos redondos, y un trasero firme y estrecho, desde que amenacé a toda la puta escuela para que no la tocaran, y desde que acepté que saliera con Eithan para mantenerla fuera del mercado, porque... nadie se mete con los primos Volthmon, si jodes con Azura, Rayan te jode a ti, esa era la regla de oro.

—¿Qué... qué dices? —noto que en sus mejillas se aflora un color rojo, como si se hubiera puesto colorete.

—Lo que es, me conoces, Azura, sabes que no me gustan los rodeos, me has gustado desde que éramos niños, me gustas incluso ahora, pero no pienso intentar nada contigo, eres mi amiga, la mejor que siempre he tenido y no pienso echar a perder todo esto por follarte.

Azura pasó de poner ojos de cachorro a cara de póker, su piel se tornó blanca, y cuando estuve a punto de decirle que todo estaría bien entre nosotros, me vomitó encima. Sí, debo admitir que no fue la respuesta más sexy que obtuve y que jamás me he declarado a una chica, pero no tuve opción más que sostenerle el cabello y llevarla a la cama.

PRESENTE...

Estoy a punto de desayunar para salir a correr, cuando escucho el timbre de mi casa. Mis padres se habían ido a un estúpido viaje de negocios de último momento, y como ya era su costumbre, solo avisaron por medio de un puto mensaje de texto. Así que me tocaba atender, lo cual no me tenía precisamente tirando confeti y aventando pompones.

Ding Don

Puta insistencia de mierda.

—¡Ya voy, joder, más vale que sea bueno...! —me quedó mudo al ver a Azura frente a mí, con los ojos llenos de vida y no muertos como hace unas horas, pero lo que más me descolocó fue la sonrisa impasible que se dibujaba en su rostro, haciendo que las finas comisuras de sus labios se elevaran en dirección al cielo, joder, era tan hermosa que me molestaba.

—¿Puedo pasar? —me pregunta pasando sin que le diera una respuesta, invadiendo de ese modo mi espacio personal, absorbiéndolo todo.

—Claro, adelante —ironizo, cerrando de un portazo que retumbó por toda mi casa.

Mientras camino a la estancia principal, en donde por supuesto ya se ha sentado colocando los pies sobre la mesilla de centro como siempre suele hacer cada que jugamos videojuegos, me tomo la molestia de observarla de pies a cabeza, traía puestos unos shorts cortos que dejaban al descubierto sus piernas largas y estilizadas, haciendo juego con sus ya converse rojos desgastados, mismos que le regalé hace cinco Navidades y que eran sus favoritos, una blusa de manga larga con un escote en forma de V nada fuera de lo normal, no estaba vestida provocativamente, ni siquiera se había puesto tanto maquillaje como las chicas a las que me follaba, pero al parecer mi verga no pensaba igual, y ella la encontraba más apetecible que la más puta del colegio; Daria.

—Tenemos que hablar —me dice mirándome fijamente a los ojos y una burbuja de emoción y terror crece rápidamente en mi pecho.

Intento no perder los papeles con ella, porque es Azura. Vamos, nos bañábamos juntos e íbamos al mismo dentista. Yo tenía guardadas sus malditas muelas y dientes de leche y ella los míos. Tal vez si hablaba con ella y negaba todo, las cosas volverían a la normalidad, odiaba que estuviera así por mi jodida confesión, pero anoche, al verla con Sam, enloquecí.

—Tú dirás —encojo los hombros.

Sus ojos de muñeca se mueven inquietos y se muerde el labio inferior de un modo que hace que mis instintos masculinos se disparen.

—Lo que me dijiste ayer por la noche... —comienza moviendo sus manos por mero acto de nerviosismo—. Es decir, estoy enfadada contigo, pero...

Mierda, perder su amistad por unas simples palabras no estaba en mis planes, así que no, tenía que mentir.

—¿Sobre qué estoy enamorado de ti, Azu? —sonrío con picardía, tratando de limpiar la mierda que solté anoche.

Ella levanta la mirada buscando la mía, se la doy, porque me conocía y sabía que nunca miento, pero cuando lo hago suelo evitar ver a las personas a los ojos, y me estaba costando un montón de trabajo sostenérsela a ella.

—Eso mismo —dice lentamente.

—Es broma, ¿no te lo habrás tomado en serio? —Me dejo caer de manera desganada a su lado, tratando de ocultar lo que siento realmente—. ¿O sí? Porque si me dices que sí, comenzaré a creer que pasar tiempo con el inútil de mi primo, te ha afectado el cerebro.

Su silencio me indica que está estudiando la situación.

—Aléjate de mí —espeta acomodándose al otro extremo del sofá—. Es mentira que estás enamorado de mí, lo capto, pero eso no quita el hecho de que tú supieras que Eithan me era infiel con tu puta abre fácil favorita, eso es traición.

Mierda.

—No quería que te lastimaran, tómalo como que te protegí como siempre —hago el amago de sonreír con coquetería, pero ante su rostro en blanco, mis esperanzas se escurren por mis dedos.

—Eres un cabrón —musita con un hilo de voz y se pone de pie—. Sigo enfadada contigo por ocultarme lo de Eithan con la zorra de Daria.

Resoplo.

—Vamos, no te enfades —intento acercarme a ella para rodear su cintura y cargarla, pero ella me suelta un sutil manotazo que hace que me crispe enseguida.

—Ya te dije que no me toques —replica—. Me voy.

Gira sobre sus talones y no puedo evitar dejar que mis ojos viajen por su trasero en forma de corazón, y al instante me siento enfadado al saber que la noticia de que Azura y Eithan han terminado, solo deja como resultado el que ella esté de nuevo en el mercado, como dicen, ahora tendría que tener cuidado con ella como al principio.

—Azura —digo con lentitud, agarrándola del brazo antes de que cruce el umbral de la puerta.

Ella no se gira, solo voltea a verme por debajo del hombro con mirada desdeñosa.

—¿Qué? —refuta.

Tenso el cuerpo, y eso se nota en la fuerza que ejerzo sobre mi agarre en su brazo. Ella da un respingo y frunce el ceño indicándome con sus ojos de cachorro que afloje, y eso hago.

—No tengo que recordarte que tengas cuidado con los chicos, ¿cierto? Ahora que todo el mundo sabe que estás soltera, se pondrán pesados, si alguno intenta sobrepasarse contigo...

—¡Ah, claro, lo había olvidado! —exclama con toques irónicos que me alteran el sistema nervioso—. ¿Cómo era? Si jodes a Azura jodes a Rayan. Puedo hacer lo que quiera, infórmate.

Intenta soltarse de mi agarre; sin embargo, no se lo permito.

—Lo hice por tu bien, porque...

No lo veo venir, y sinceramente era la primera vez en la que mi pequeña y buena amiga, me golpeaba, porque en un abrir y cerrar de ojos, su pequeño puño se fue contra mi mejilla, obligándome a girar el rostro.

—¡Mierda, Azu, duele...! —hago una mueca de dolor y me congelo al ver cómo sus ojos se llenan de agua—. Azu...

Doy un paso adelante y ella me detiene, negando con la cabeza.

—Estoy enfadada, ¿sí? No quiero que te me acerques hasta que esté mejor, eres mi mejor amigo, pero me has traicionado, lo que hiciste no es proteger, es mentir, y hasta dónde sabía, la regla de oro entre nosotros es la confianza, maldito mentiroso de mierda —solloza sin poderlo evitar, su nariz está roja, sus carnosos labios se fruncen en un delicado y excitante puchero que comienza a ponérmela dura—. Y deja de amenazar a los chicos, soy libre de hacer lo que quiera, no eres mi Daddy ¿Estamos?

«Daddy... joder quiero follarla mientras me dice así...»

—¿Me estás escuchando?

Espabilo.

—Lo asimilo, sí, pero ten en cuenta que me importa una mierda lo que pienses, nadie se te acerca sin que antes yo lo apruebe —demando y ella me saca la puta lengua como si fuera una jodida cría y no una chica de 18 años, que para sus términos es lo mismo.

—¡Jódete Rayan! —me enseña el dedo corazón, antes de salir corriendo en dirección a su casa.

Me quedo observando cómo se mete y cierro la puerta, recargando mi espalda sobre esta, sacando mi polla endurecida y comenzando a masturbarme aún con el olor dulzón que emana de su cuerpo. Llego hasta mi habitación y hago los movimientos indicados: arriba, abajo, sobo la cabeza de mi verga y no puedo dejar de fantasear con Azura, me la imagino desnuda, debajo de mi cuerpo, gimiendo... ¿Cómo gemirá al momento de que le rompa el coño? Una idea morbosa se forma en mi mente cuando mis deseos por admirar su rostro lleno de dolor al momento de penetrarla, incrementan hasta que suelto mi derrame.

Maldita Azura, lo que me provoca hacer.

Tomo un par de pañuelos desechables y me limpio antes de subir mis pantalones. Las horas pasan, pienso en dormir, pero suena mi celular y sonrío al ver que se trata de Marisol.

—¿Acaso extrañas mi verga? —ironizo bajando por una bebida energizante.

—No seas idiota, solo llamo para averiguar si vas a ir a la fiesta que se dará hoy en la reserva —inquiere y al fondo escucho mucho ruido, debe estar en los malditos bolos.

La reserva era una casa abandonada de algún rico estúpido que no le importaba una mierda, yo mismo la fundé con Eithan y algunos amigos, las fiestas ahí eran exclusivas, no cualquiera entraba, solo los de la élite, chicos y chicas con dinero, populares, con fama, y es que estas fiestas tenían un propósito distinto al de cualquier otra, ya que aquí, se jugaba un verdad o reto distinto uno en el que solo estaban incluidos los actos sexuales o cosas extremas a las que ningún plebeyo imbécil se atrevía a hacer.

Pensar en que posiblemente esta noche follaría con alguna otra chica, me ponía duro, no siempre las organizaba yo, pero si alguien intentaba hacer una, tenía que pasar primero por la autorización de Eithan o la mía, y si me han contactado a mí eso quiere decir que ese pequeño hijo de puta, ya había girado el permiso sin antes consultármelo.

—Ya sabes la respuesta, ¿estarás? —me dejo caer sobre el sofá.

—Por supuesto, ¿quién se perdería la oportunidad de follarte? —ríe la descarada—. Pero cuidado, muchas chicas van con el mismo propósito que yo, a más de que saben que esta vez no estará tú, bloquea pito.

—¿Mi qué? —replico.

—Azura, todas sabemos que cuando ella está cerca no follas con nadie, por andar cuidando sus braguitas —se ríe con más fuerza y aprieto tanto los dientes, que rechinan.

—¿Sabes lo que les pasa a las zorras que se burlan de Azu? —digo en un tono tan amenazante que deja de reír al instante.

—Solo bromeaba, todas sabemos que ella es intocable, por eso...

Se queda callada y estoy a nada de dejarla colgada. Cuando suelta un "Oh, mierda, esto sí que no te gustará", me incorporo.

—¿De qué hablas?

—Nada, solo...

—Habla de una puta vez.

—Azura está en los bolos, acaba de llegar —responde y sé que detrás de sus palabras atropelladas hay algo que no me agradará.

Las preguntas comienzan a surgir, provocándome dolor de jaqueca, ¿Habrá vuelto con Eithan? ¿Acaso piensa perdonarlo? Pero la única que me causa revuelo... ¿Por qué mierda nunca acata mis órdenes?

—Tengo que colgar, nos vemos en la reserva...

—No te atrevas a colgar... —Demasiado tarde, la zorra me deja colgado y agarro las llaves de mi auto.

Pensar en que quizá Azura esté saliendo con otro hace que la sangre me hierva. Los chicos buscan lo mismo que Eithan "pero tú también" apago la voz de mi cabeza y arranco. No tardo más de quince minutos en llegar, estaciono mi carro con las llantas casi rechinando, en la esquina hay un grupo de chicos del colegio que al verme bajan la mirada y me abren el paso como lo que soy, su puto Dios.

Entro y comienzo a localizar a mi inocente y malcriada amiga, pero no la encuentro, me adentro más y...

—¡O santa mierda! Estás loco, ¿viniste?

Giro y mis ojos se encuentran con los de Marisol, quien trae puestos unos shorts rosas ridículos y una playera de manga corta blanca y que deja que resalten sus pezones bajo la tela de su uniforme.

—¿En dónde está? —espeto con firmeza, mirándola como si estuviera a punto de matarla.

—No hagas escándalo, me dejaron de encargada y sí armas revuelo...

—¿En dónde? —sentencio.

Marisol frunce los labios y señala hacia la zona VIP del karaoke.

—Gracias.

—Espera...

No la escucho, no dejo que me toquen, odio que lo hagan sin mi permiso, la única que puede hacerlo es Azura, y ella estaba en aquella habitación con quien sabe quién, la conocía mejor que nadie, y por eso sabía que esto era una jugarreta, lo había planeado todo para demostrarme según ella, que puede hacer lo que se le venga en gana, y sí, puede, pero no debe, porque ella solo es... mía.

Sin esperar más, abro la puerta y lo que veo no me gusta nada, un tipo que no conozco, pero que tiene pinta de ser un idiota nerd, está sentado sobre uno de los sofás, con Azura encima de él, a horcajadas, meneando el culo al ritmo de la música. Quiero que haga eso conmigo, sus labios están encima de los de él y veo rojo.

—No debiste romper las reglas, Azu.

No le doy tiempo a reaccionar, la levanto como a una muñeca de trapo sin peso alguno, la llevo hasta el otro extremo del enorme sofá, y tomo al chico nerd de la solapa de su camisa, que, al verme, abre los ojos como platos, mientras lo arrastro a la salida y no deja de balbucear disculpas estúpidas, lo saco y cierro la puerta con cerrojo para que nadie nos pueda interrumpir.

—¿Portándote mal, Azura? —me quito la chaqueta y ella retrocede con la mirada llena de incertidumbre.

Dirijo mi mano hacia el apagador electrónico y coloco la luz en un estado tenue.

—Qué... que haces...

—¿Crees que no sé qué le has dicho a Marisol que mintiera para traerme aquí? —ladeo una sonrisa de media luna.

—No sé de qué hablas, yo estaba pasando un buen momento con Albín y...

—¿Un buen momento? —me dejo caer encima de ella, y la mera posición ya me tiene ardido, con la verga más que endurecida, por lo que le abro las piernas con mis rodillas y le restriego mi erección.

—Rayan... déjame, somos amigos, ¿recuerdas? —traga duro y se ve tan tierna con el rojo carmesí que adorna sus mejillas.

—Pues parece que tú no lo has recordado a la hora de querer provocarme —le susurro al oído.

—¿Qué piensas hacer? —Se agita y siento cómo sus pezones endurecidos mueren por atravesar la tela de su blusa.

—No traes sostén.

Mierda, ella siempre usaba sostén, ¿quería jugar? Bien, le enseñaría que tiene que escoger mejor a su contrincante.

—Déjame en paz.

Río.

—Oye, esto ya no es gracioso.

Se mueve inquieta debajo y eso solo hace que mi verga reaccione de manera automática, como siempre sucedía con Azura.

—Eres una malcriada, Azu, y te daré una lección.

Ella me mira con esos enormes ojos de muñeca, los mismos con los que fantaseo que me mire mientras chupa mi polla.

—Lo siento —musita e intenta manipularme con su puchero.

—Conmigo, no funciona eso, lo sabes, cambia de estrategia porque te voy a dar a probar algo que no dejarás de desear y que no tendrás nunca a tu alcance —aprisiono sus muñecas por arriba de su cabeza.

—¿Y qué es eso? —traga grueso.

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