




Capítulo 3
AZURA
La cabeza me da vueltas, y mi mente me traiciona al momento en el que decide que es buena idea repasarme las imágenes de Eithan follando con Daria. Algunas chicas de la clase de gimnasia habían comentado en los baños que una de ellas solía tener una aventura con él, mientras estaba de novia conmigo, pero no le di importancia al asunto y decidí ignorarlas, como hacía con todos los rumores que me llegaban, supongo que una parte de mí hacía que me confiara por el hecho de que era el primo de Rayan, mi mejor amigo. Grave error.
Y ahora estaba agotando todas mis fuerzas en un bar que solo visitaba con Rayan. ¡A la mierda él y todos los hombres! Sabía que ese capullo estaba enterado de que su chica en turno se estaba viendo con mi novio, por esa razón decidió que romperme el corazón, precisamente hoy que cumplíamos aniversario, Eithan y yo, era buena idea. Mal amigo.
Sentir lástima por mí misma era un concepto algo extraño para mí, normalmente me consideraba una mujer fuerte, no tenía reparo en decir lo que pienso, no me retractaba fácilmente. Pero siempre hay una primera vez para todo, y ahora estaba aquí, hasta una cuba, con la cola entre las patas como solían decir, sintiéndome la chica más estúpida e ingenua del mundo, y cansada de bailar con idiotas, el último había intentado meterme mano mientras se restregaba en mi trasero, empalándome con su erección.
Puto asco.
—Hola, guapa, ¿vienes sola? —me preguntó un chico de mirada azul zafiro, era mono.
—¿Acaso me ves con alguien más? —respondí sintiendo mi lengua adormecida.
—No, ¿quieres bailar?
—Ahora no, estoy algo mareada.
—¿Quieres que te lleve a tu casa? —preguntó lamiéndose los labios al tiempo que sus ojos se anclaban en mi pecho.
«Cerdo»
Pero estaba cabreada con Eithan, quien no había dejado de joderme la vida con estúpidos mensajes y llamadas que rechazaba, ¡que se vaya a la mierda! Y fue entonces cuando decidí hacer algo estúpido por primera vez en mi vida.
—Claro, ¿por qué no?
UNAS HORAS ATRÁS...
Los nervios me invadían, pero logré entrar a la casa de Eithan, mientras hago camino hacia su habitación, mi celular parpadea en mi mano, el nombre de Rayan aparece, pero lo ignoro, entonces giro el pomo con cuidado, levantando la vista cuando escuchó un ruido, es allí cuando mi vida cambió para siempre, cuando me quitaron la venda de los ojos de golpe.
Me quedé en shock con la boca abierta mientras un desnudo Eithan aporreaba desde atrás a una Daria empapada en sudor, ambos estaban a espaldas a mí, gozando y gimiendo al mismo tiempo en el que yo buscaba desesperadamente la respuesta a cómo respirar, ¿acaso lo había olvidado?
Mi mundo se colapsó y mis piernas comenzaron a fallarme, hasta ahora había sido una buena chica, nunca había engañado a Eithan pese a las infinitas oportunidades que se me presentaban, aunque al final el gilipollas de Rayan se encargaba de ahuyentarlos, estando con Eithan, nunca sostuve la mano de otro chico que no fuera él o su estúpido primo.
Mi corazón galopa como nunca, abro la boca para decir algo, pero las palabras no brotan de mi garganta y la cierro, el shock anula mi sistema, ¿desde cuándo se acostaban a mis espaldas? ¿A Rayan le iba bien que su chica se acostara con su primo? Entonces sucede... la ira pronto remplaza mi sorpresa.
—¡Eres un hijo de puta, maldito cerdo asqueroso! —grito a todo pulmón, dando dos pasos hacia atrás.
Eithan da un respingo, detiene las estocadas que le estaba dando a Daria, y se separa de ella, al tiempo que le lanza una sábana para que cubra su cuerpo curvilíneo. Empezó a mover la cabeza como si no pudiera creer lo que estaba pasando.
—Azura...
—¡Ustedes dos son tal para cual! —Estallé, lanzando el retrato de nosotros que estaba sobre su cómoda—. ¡No quiero volver a verte, Eithan! Y tú... —dirigí mi atención hacia Daria, quien parecía no estar afectada por lo que estaba sucediendo—. No eres más que una puta, seguro que a Rayan le parecerá a todas luces saber que te acuestas con su primo.
—Azura, no es lo que crees, perdóname, quiero decir... —Las palabras atropelladas que escupía Eithan no hacían más que darme náuseas.
—Eres patético —frunzo el ceño y lo veo con asco—. De verdad patético, solo no olvides que soy mujer que paga con la misma moneda.
—Espera, ¿qué quieres decir con eso?
—Qué es una idiota —Daria abrió la boca por primera vez, al tiempo que se ponía de pie deslizando la sábana que cubría su cuerpo desnudo—. ¿De verdad piensas que Rayan no sabe que me acuesto con Eithan desde hace tres años? Porque si es así, déjame decirte que estás equivocada, Rayan siempre lo ha sabido.
Ok, había algo en el veneno que destilaba de sus palabras que me dolía, y pese a que en ese momento estaba concentrada en negarlo, la realidad del asunto era que me había dolido más el hecho de enterarme de que Rayan; mi mejor amigo, me hubiera mentido en todo este tiempo, y no solo eso, que hubiera aceptado que saliera con el gilipollas de su primo, porque... ¿Qué clase de amigo le hace eso a su mejor amiga, a su persona favorita en el mundo? Ya ni siquiera se trataba de la infidelidad de Eithan, esto ya era demasiado personal.
Maldito Rayan.
—Bueno, al parecer lo único bueno que puedo sacar de toda su mierda, es que jamás me entregué a ti Eithan, pudiste haberme engañado todo este tiempo, pero nunca te pertenecí realmente, y me alegro de que esto sucediera antes de haber cometido el peor error de mi vida al acostarme contigo —lo señalo con un dedo acusatorio.
—Pues claro que nunca fuiste mía, siempre has sido de él... —susurró Eithan con la mirada gacha.
—¿Qué? ¿De qué hablas?
—De nada.
—¡Vamos, no puedes dejar que esta idiota siga viviendo en la ignorancia! —exclamó Daria rodando los ojos y poniendo las manos en jarras sin importarle su denudes—. ¡Abre los ojos, niña, todo el mundo sabe que Rayan está empelotado contigo! Te desea, le gustas, está más que enamorado de ti, y todo el mundo se ha dado cuenta menos tú.
—Mi... mientes —balbuceo sabiendo que es otra artimaña de esos dos monstruos que están frente a mí—. Dices eso porque temes que Rayan se entere de tus aventuras con su propio primo y tú —me dirijo a Eithan, que ahora es mi exnovio—. Me das pena, has traicionado a tu propia sangre.
—¡Ay, por favor! —Daria puso los ojos en blanco—. ¿Te estás escuchando? Rayan sabe que me acuesto con Eithan y con cualquier otro, me gusta, pero hace tiempo que acepté el hecho de que Rayan y yo no somos exclusivos, y eso es tu culpa, ¿no te has preguntado por qué el capullo de tu amigo no dura con una chica? ¿O por qué tiene bajo amenaza a todo el plantel? Los chicos se mean en los pantalones al saber que, si intentan algo contigo, Rayan les dará la paliza de su vida.
—Si jodes con Azura, Rayan te jode a ti —resopla Eithan con recelo—. Ese es el lema.
Siento que mi cara arde, estoy furiosa, confundida, dolida, exhausta, todo al mismo tiempo, en ese instante era como una caja de pandora que estaba abierta, sacando no solo lo peor de mí, sino, los sentimientos que hace tiempo enterré en lo profundo de mi ser. ¿Rayan enamorado de mí? No, no podía ser cierto, él es un mujeriego que se tira a todo lo que tenga falda, lindas piernas y pechos exuberantes. Admitía que hace tiempo me gustaba, pero mi mejor amigo con poca sutileza me había obligado a aceptar el hecho de que su amor hacia mí era más parecido al de una hermana menor, que al de una chica con la que quiere enrollarse.
—¡Reacciona de una puta vez, Azura!
Levanto la mirada y con ojos acusatorios y palabras viperinas, observó a Eithan.
—Si eso fuera cierto, ¿por qué me pediste ser tu novia? ¿Por qué él lo aceptó?
—A la mierda, Azura, escucha, me gustaste desde el primer momento en el que te vi embarrada de lodo cuando teníamos cinco años, todo este tiempo he estado enamorado de ti, pero también me di cuenta de que Rayan lo estaba de ti, es tan cabeza dura que no quiere aceptarlo, aunque supongo que no te quiere arrastrar a su mierda —me explica terminando de ponerse los jeans sin ropa interior—. Cuando en una borrachera le confesé mis sentimientos hacia ti, me animó a conquistarte, pero al mismo tiempo me amenazó, me ayudó a ser tu novio y a que te fijaras en mí, eras mi novia, pero según sus palabras, no tenía derecho a pasarme contigo.
—¿Pasarte conmigo?
—¡Agh!, por Dios, eres más idiota de lo que pensé —Daria comenzó a ponerse su ropa.
—¿Quieres callarte, Daria? —Eithan le lanza dagas llenas de fuego por la mirada.
—Me da igual.
—Era tu novio; sin embargo, no tenía permiso... joder —se pasa una mano por el cabello con desesperación—. Hasta decirlo suena absurdo y me siento como un imbécil por haber aceptado sus estúpidas condiciones.
—Eres un imbécil de cualquier forma, solo habla, no tengo tiempo para seguir aquí viendo lo perdedor que eres —lo apremió consumiéndome en una brutal tormenta de confusión y desesperación.
—Rayan me advirtió, pese a ser tu novio, no podía meterte la lengua hasta la garganta, nuestros besos tendrían que ser simples y no efusivos, no podía tocarte más de lo debido, nada de pasar a la segunda base, nada de intentar convencerte en que tuvieras sexo conmigo, porque eres virgen y por supuesto, todo lo que hacíamos se lo tenía que informar a él.
La sangre me hierve. Eso explica porque el comportamiento de Eithan siempre fue... simple, lindo y caballeroso, es decir, jamás me tocó hasta el día de la fiesta.
—¡¿Y lo hiciste?! Todo lo que te platicaba, todo lo que hacíamos...
Eithan bajó la mirada, pero asintió.
—Es mi primo, tú lo has dicho, es mi sangre, pero una parte de mí siempre supo que la única razón por la que aceptó que yo saliera contigo, era porque de esa forma estabas fuera del mercado, ¿Quién se metería contigo? Siendo la mejor amiga desde los cuatro años del temible Rayan Volthmon y ahora la novia de su primo, ningún idiota intentaría acercarse a ti. Y eso estuvo bien para mí por un tiempo, hasta que comencé a desearte con más urgencia, ¡carajo! Se supone que eras mía, por eso te propuse que intimáramos un poco más, pensé que ibas a rechazar, pero cuando lo aceptaste te llevé a su casa en su fiesta, sabía que eso lo cabrearía, que se enterase que su chica estaba follando con su primo, en su casa, en su cama... eso lo hacía una apuesta apetecible.
—¡Soy una jodida apuesta entonces!
—Ok, tú sí que eres la persona más idiota que he conocido en la vida —añade Daria ya vestida.
—No, pero se supone que eras mía, quería que supiera que lo eras, eso es todo.
Era suficiente, no podía seguir escuchando a estos absurdos, lo que decían sonaba demencial, es decir... Rayan no sería capaz de algo así... ni siquiera soy su tipo, somos amigos, como hermanos.
—Basta, no quiero volver a saber nada de ti, que culpes a tu primo por tus errores no es divertido, Eithan.
—Piensa lo que quieras, Azura —me mira con tristeza—. Siempre supe que eras una especie de préstamo, jamás me perteneciste, y creo que mientras estés cerca de Rayan no serás de nadie.
—J.O.D.E.T. E —le saco el dedo corazón y salgo de su habitación echando chispas con el corazón roto.
¿Rayan enamorado de mí? Menuda mentira... aunque yo sí que lo estaba de él desde los cinco años.
ACTUALIDAD...
Cuando llegamos a mi casa, me pareció que era la construcción más fría del mundo, habíamos permanecido callados todo el trayecto, Sam, como me había dicho que se llamaba, se había comportado a la altura, hasta me permitió poner música que sé que a los chicos no les gusta. Mi mente no dejaba de viajar, estaba ebria y tenía frío, el corazón roto y la confusión navegando sobre los mares de mi pequeña ignorancia e inocencia.
—Gracias por traerme a casa, Sam —me quito el cinturón de seguridad cuando los cables de mi cabeza hacen corto y una duda absurda me surge—. ¿Puedo preguntarte algo?
Sam sonríe, era muy apuesto, pero sin duda uno o dos años mayor que yo.
—Lo que quieres, preciosa —eleva una sola comisura de sus labios en dirección al cielo, y no puedo evitar quedarme aturdida y embobada con los hoyuelos que se le forman.
Su tono no me agrada nada, en especial porque parecía ser el típico chico popular y mujeriego de la ciudad. Pero para ser justos, debía darle mil puntos por no intentar violarme, porque ¿qué clase de chica razonable se sube al auto de un extraño que apenas conoció, totalmente ebria?
Entonces las reglas y consejos que Rayan me dictaba desde los seis años, vinieron a mí como olas en maremoto, arrasando con todo mi buen juicio.
"Jamás hables con extraños, nunca te vayas con nadie que no sean tus padres o yo, jamás bebas de lo que te dan otros, no confíes en nadie, solo en mí, solo conmigo, estarás a salvo siempre, ¿entendiste? Si no soy yo, te jodes y esperas por mí"
¡Ja! Menudo imbécil.
Me siento airosa de haber roto sus reglas, como un hijo reta a sus padres, solo que él no era mi papá, por fortuna, porque de ser así, estoy segura de que no sabría quién fuera mi madre, es un prostituto que seguramente en algún punto de su vida tuvo un ETS.
—No vas a nuestra escuela, y jamás te había visto por esos rumbos, ¿cómo sabes dónde vivo? Quiero decir... estoy ebria, pero no recuerdo haberte dicho dónde quedaba mi casa —las palabras salen atropelladas de mi boca y me sonrojo.
Sam me mira con ternura y con compasión, como si yo fuera un cachorro abandonado, y eso solo hace que frunza el ceño y aumente mi cólera.
—Soy nuevo, el lunes empezaré las clases, perdí un año por andar de mochilero, pero mis padres quieren un título, así que era esto o la escuela militar, me quedo con uno de mis primos en su casa, y él junto con sus amigos me han advertido sobre ti en el club, cuando te vi bailando en la pista, me gustaste, pero mi primo negó con la cabeza diciendo que no pusiera los ojos sobre ti o moriría —me explica jugando con sus llaves—. Me dijeron: "Si jodes con Azura, Rayan Volthmon te jode a ti"
—Y eso no te detuvo —susurro pensativa—. Algo me dice que conoces a Rayan.
—El año pasado vine a una fiesta con mi primo, estaba de visita en plenas fechas navideñas, el ambiente estaba ameno, pero creo que me pasé un poco de copas e intenté joder con la chica con la que iba, por más intentos que hice por explicarle que no sabía que la chica iba con él, entramos en una pelea y me amenazó con matarme si me volvía a ver, esa noche pasamos por aquí y mi primo que dijo que esa era su casa —señala la casa de Rayan—. Y que la dé al lado era la de su chica intocable, esa eres tú, creo.
Puto Rayan de mierda.
—Y con todo y amenaza, sabiendo que quizá Rayan esté en casa, estás aquí —digo más para mí misma que para Sam—. Debo pensar que, o eres idiota, o tienes instintos suicidas.
Sam echó la cabeza hacia atrás y soltó una sonora carcajada.
—Azura, eres una chica divertida, pero demasiado inocente, no le tengo miedo a Rayan, creo que el ojo morado que le dejé el año pasado es una prueba de ello, además, no iba a dejar que te fueras sola a casa en este estado, cualquiera pudiera intentar algo indecente y violarte —se apresura a decir incapaz de ocultar el brillo que se aloja en sus ojos zafiro.
—¿Y quién me asegura que tú no eres un violador? —entrecierro los ojos con la duda flotando en el aire.
—Dime algo, Azura —acercó su rostro a mí, a tal punto de que nuestros alientos chocaban y se mezclaban, uniéndose en uno solo—. Te he traído a casa sana y salva, no te he tocado, te he hablado un poco de mi vida —esta vez toca un mechón rebelde de mi cabello, y con delicadeza, como si de cristal fuera hecha, me lo colocó detrás de la oreja—. ¿Te parezco un asesino o un violador?
Una corriente eléctrica recorre todo mi cuerpo cuando siento sus labios aplastarse contra los míos, yo acepto su beso porque lo necesitaba, ya que de esa manera me sentía rebelde, pero cuando Sam intenta, siquiera meterme la lengua, desaparece. Abro los ojos y de pronto lo veo fuera del auto, en el suelo, mientras Rayan lo golpea.
—¡Detente, Rayan, lo vas a matar! —exclamo, sintiendo como si me hubieran tirado un balde de agua fría encima.
Sam toma ventaja de la ligera distracción de Rayan al verme, y le da un puñetazo en el estómago, provocando que mi mejor amigo se inclinara de dolor, pero con todo y mueca vuelve al ataque, e intenta asestarle otro golpe en el rostro, pero Sam lo detiene y es él quien lo hace, partiéndole el labio.
—¡Alto, los dos! —grito expulsando todo el aire acumulado en mis pulmones.
Ambos se miran como si sus ganas por matarse no hubieran desaparecido, sino, por el contrario, aumentado.
—Creo haberte dicho que, si te volvía a ver por estos rumbos, te mataría —Rayan se limpia la sangre que sobresale de su labio inferior con un dedo—. La tocaste, lo que es igual a que no solo has firmado tu sentencia de muerte, sino, tu boleto directo al infierno.
—Y yo creo haberte dicho que no te tengo miedo, Rayan Volthmon, y por lo que he visto esta noche, Azura es libre de hacer lo que quiera.
—Ni siquiera la nombres, cabrón —Rayan me fulmina con la mirada y me encojo—. Reglas, Azu, ¿acaso no las recordaste?
De pronto el miedo que tenía se esfumó al recordar las palabras de Eithan y de Daria.
—Confianza y cariño, ¿acaso olvidaste que esas son las bases de nuestra amistad? Y me mentiste, ¡todo este jodido tiempo sabías que Eithan se acostaba con tu puta favorita! Así que no vengas con aires de hermano mayor, porque no te van. —Rayan palidece, pero después opta por su porte de gilipollas controlador e inocente, me dirijo esta vez a Sam, que parece confuso con nuestra rencilla y le regalo una sonrisa lastimera—. Gracias por traerme a casa, Sam.
—Todo un placer, muñeca —se acerca a mí y me da un beso en la mejilla—. Te veré el lunes, supongo.
Noto la tensión de Rayan y en revancha lo cabreo, descarto la pregunta del mote, pero en su lugar asiento con la cabeza.
—Búscame en la cafetería el lunes, almorzaremos juntos y así nos pondremos al día.
—Es un hecho.
Sam se despide de mí, y cuando pasa junto a Rayan ambos chocan sus hombros mirándose a matar.
—Si yo fuera tú, vigilaría mis espaldas —susurra Rayan.
—Te estaré esperando, Volthmon —respondió Sam subiéndose a su auto, y luego desaparecer de nuestro campo de visión.
La noche era fría y estaba segura de que mi nariz estaba tan roja como Rodolfo el reno, Rayan parecía haber enmudecido, y aunque estaba cabreada con él y tenía ganas de llevarlo al antártico y que se le congelaran las pelotas, no pude evitar soltar el llanto.
—Eres... eres despreciable —sollozo golpeando su pecho.
—Lo sé —Rayan deja que golpee su pecho con puños en una mueca de silencio—. Y creo que estás loca al ser la única persona que ve el tipo de monstruo que soy y, aun así, me acepta y me ama.
Me detengo y alzo la mirada, sus ojos eran de pronto más hermosos, estaban inyectados en sangre y su cabello ligeramente despeinado, como si acabara de despertarse bajo la brisa matutina de un domingo.
—Te odio.
—Mentira, tú me amas.
—Sí, pero en estos momentos te odio.
—Y lo acepto —me rodea la cintura y me atrae hacia él para depositar un tierno beso en mi coronilla—. Soy un idiota, perdóname Azu.
—Te perdono solo porque sé que lo que me dijo Eithan, son puras mentiras —hago una mueca—. O al menos la mitad de las cosas, creo que tu primo ha perdido la cabeza totalmente.
Rayan frunce el ceño y enseguida parecía más molesto que de costumbre.
—Solo tengo dos preguntas, Azu, ¿qué hacías con ese maldito de Sam Hamilton? Y ¿qué te dijo el marica de mi primo?
—Sam, solo me trajo a casa, Rayan —ruedo los ojos—. No me tocó, de hecho, fue el único que se comportó decentemente.
—¿Decente? —bufó—. Claro, y por eso lo encontré metiéndote la lengua hasta la garganta.
—Eso no es de tu incumbencia, hace horas que estoy oficialmente soltera, puedo hacer lo que quiera, follar con quien quiera, y...
Rayan me estrechó contra su cuerpo y me acorraló chocando contra el cofre de su carro, que aún tenía las luces delanteras encendidas y la puerta del copiloto abierta.
—Jamás vuelvas a decirme eso, Azura —sus ojos eran penetrantes y me intimidó al instante.
—Por qué...
La mirada de mi mejor amigo estaba llena de deseo salvaje, de lujuria, de... ¿Amor?
—Porque eres mía.
Suelto una sonora carcajada que lo pone más molesto que un búfalo.
—¿Qué resulta tan gracioso? —enarca una ceja con incredulidad.
—Nada —encojo los hombros alejándolo de mi cuerpo—. Solo es algo que me dijo Eithan.
—¿Qué te dijo ese imbécil? —Ejerce más fuerza en su agarre—. Habla.
La seriedad y la autoría que hay en sus palabras y en su orden, me da miedo, por lo que trago duro y abro mis labios.
—Me dijo que estás enamorado de... de... mi.
Una chispa de algo que no supe descifrar, recorrió el rostro de Rayan, una ligera brisa gélida hizo que mi cabello se ondeara y fue en ese momento que me di cuenta de algo, nuestros cuerpos estaban demasiado cerca, jamás habíamos estado tan unidos, a tal grado que una de sus piernas estaba en medio de las mías, haciendo que la fina tela de mi vestido se subiera por mis muslos, el mismo que me puse saliendo de la casa de mi ahora ex, un cambio de ropa siempre mejoraba mi estado de ánimo.
Me detengo unos segundos a estudiar su rostro apacible y me doy cuenta de que es imposible que él esté enamorado de alguien como yo, es decir, no me menospreciaba, pero ¿a quién quiero engañar? Rayan es un chico gastador, popular, apuesto como los modelos de revistas, burlón, mujeriego, altivo, orgulloso y algo vanidoso, justamente todas las cualidades y todos los defectos que a la mayoría de las chicas les gusta, y que son eficaces para cautivarlas.
—¿Rayan? —me remuevo incómoda al sentir el frío del material del cofre del carro, colarse por mi trasero.
—Es cierto —por fin dice y siento que estoy a punto de desmayarme.
—¿Qué? —me tiembla la voz.
—Azura —se acerca a mis labios sin tocarlos y luego me mira fijamente—. Estoy enamorado de ti.