Read with BonusRead with Bonus

Capítulo 3 Recuerdo.

Huang Lei veía fijamente el techo de su cuarto, no terminaba de comprender lo que había sucedido, o, mejor dicho, no queria comprenderlo, ¿cómo podía ser posible que Renzo Bach le hiciera semejante cosa? solo por un pequeño pleito de niños.

Su mente recreo aquel día, o mejor dicho noche, ese primer y único encuentro que había tenido con el castaño.

Habían llegado a Nueva York, se suponía que solo sería una pequeña parada para luego continuar su viaje a Chicago, aun siendo niños, sabían que lo que sucedería esa noche era importante para el mundo en general, pero más para las mafias, ya que cada clan existente estaba allí y solo eso explicaba el motivo por el que ellos estaban en la mansión Bach, sus enemigos jurados, pero solo porque así estaba escrito en los pergaminos, algo había sucedido muchos años atrás y se había establecido que los Bach nunca pisarían el país que manejaba el clan Zhao, sin embargo el tigre blanco había llegado no solo a los dominios de los Bach, sino que a la misma residencia, y luego cuando vio lo que era, entendió la importancia de que ellos estuvieran allí, era la sucesión de mando de la familia, Kimberly dejaría de ser la cabeza de la familia y su hija Lucero tomaría su lugar: ver una sucesión de poder, no era divertido, al menos no para Huang Lei, ni para Mei Ling, por lo que ambos fueron a explorar el inmenso jardín, la mirada curiosa de otros niños no les preocupaba, estos pequeños estaban acostumbrados a hacerse compañía mutuamente.

— Hola. — dijo una pequeña rubia de la misma edad que Mei Ling. — Mi nombre es Lizbeth, ¿Cómo te llamas?

— Soy Mei Ling y él es mi hermano mayor Huang Lei.

— Hermano ¡creí que era una niña! — se quejó un niño de unos 10 años que venía acompañado por dos niños más.

— Te lo dije Renzo, paga. — lo increpo uno de sus acompañantes.

— Ustedes y sus apuestas los meterán en problemas un día de estos. — se quejó la niña de 10 años. — Hola, soy Dalia, este tonto que te creía niña es mi hermano mellizo Renzo…

— Y él es mi hermano mayor Walter, le has hecho ganar 100 dólares. — intervino Lizbeth riendo.

— Mi tío Wang maneja muchos casinos, deberían ir a apostar allí y no meterte con mi hermano. — rebatió la pequeña Mei viendo mal a Renzo, era la segunda vez en la noche que confundían a Huang con una niña, eso no estaba bien, en su cultura había cosas que estaban prohibidas.

— Mira pequeña, puede que en tu país seas alguien importante, pero aquí… sobre nosotros no existe nadie, somos Bach, somos quienes tenemos el poder y los demás se doblegan… — era tonto discutir con una niña, pero el hecho de que Huang sea un niño no le gustaba a Renzo, él deseaba que fuera una niña, era demasiado bello para ser un niño.

El traje que tanto problema le había traído a Huang por parecer un vestido, aunque era la vestimenta tradicional de un guerrero, fue lo que llamó la atención de los demás niños que en el jardín jugaban, la habilidad con la que el delgado rubio salto por el aire y la rapidez con la que una navaja salió debajo de la amplia manga fue lo que hizo a Ámbar Zabet correr hacia ellos.

— Vuelve a hablarle de esa forma a mi hermana y te matare frente a la tuya. — solo cuando Ámbar vio el colgante que se balanceaba en el delgado cuello del pequeño Huang, fue que supo quién era, su hijo.

— Pequeño trueno. — susurro sintiendo que el alma le regresaba al cuerpo después de 7 años, por escasos segundos se sintió completa, humana.

— Señora. — Huang hizo una reverencia luego de ponerse de pie, ya que había arrojado a Renzo al césped. — Pido disculpas por mi comportamiento. — Ámbar podía ver a Park creciendo en su hijo, podía ver su alma vivir en él.

— ¿Qué? ¿Qué sucede? — indago viendo con fuego en los ojos a Renzo y este tembló un poco, era sabido por todos que esa rubia frente a ellos era una despiadada asesina.

— Solo era una apuesta. — se justificó el hijo de Linda Bach.

— Deberían tener cuidado, el tigre blanco es muy bueno para cobrar deudas de juego… mejor para cobrar el honor de la familia. — Ámbar vio pasar a su lado a un pequeño que tendría la misma edad que Huang, y que también era rubio, solo entonces comprendió que estaba viendo al hijo de Aika Ming, la mujer que había asesinado al hombre que amo con su alma. — ¿Estas bien hermano? — indago el joven con traje rojo, colocándose frente al pequeño trueno y arreglando su cabello largo que por el gran salto que había dado se había desordenado.

— Lo estoy, no te preocupes. — rebatió sonriendo y Ámbar respiro con fuerza, disfrutando de ver la sonrisa de Park una vez más. — No debes de cuidarme siempre.

— Soy el mayor, son mi responsabilidad, mientras yo viva… quien los lastime morirá en mis manos, ahora será mejor que regresen con mamá. — los vio partir, aun atónita, sin poder decir o hacer nada, acababa de ver el amor en carne y hueso, acababa de ver su alma y la de Park, acababa de ver a su hijo, ese que ella misma le dio a Jade.

— Tu hermano no debería de estar con una navaja aquí, es la mansión Bach, nadie puede… — solo era un niño de siete años, y la niña que lo regañaba tenía 10, era más alta, además de que estaba acompañada, aun así, Shen Kun la tomo del cuello y la silencio al cortar el paso del aire por ella.

— Yo puedo matarte con mis manos si así lo quisiera. — susurro mostrando una sonrisa tan diabólica como la que su madre Aika poseía.

— Deja a mi hermana… — Renzo se fue sobre el pequeño Shen, pero este era rápido, arrojo a Dalia al suelo y pateo el pecho de Renzo, cuando Walter quiso defender a su amigo, Shen tomo del cuello a la pequeña y frágil Lizbeth y la dejo frente a él, usándola de escudo.

— Esto es solo una advertencia Bach, nunca más molesten a mis hermanos, o sabrán que tan oscuro es mi universo. — Ámbar jamás había dejado de matar desde que había regresado del oriente, era un ser sin alma, una joya maldita, le decían algunos, pero ahora que había visto a su hijo, ni siquiera podía hablar, estos niños estaban a punto de lastimarse frente a ella, y la rubia no podía ni siquiera gritarle que se detuvieran.

— ¡Shen Kun Zhao! — la voz de Jade lo hizo soltar con más delicadeza a Lizbeth de la que soltó a Dalia. — Será mejor que regreses con tu padre en este momento. — Jade vio a Ámbar y las cientos de preguntas que en sus ojos se reflejaban, pero primero tenía que poner en vereda a su hijo.

— Lo siento madre, no quise ser una molestia…

— No te funcionara y lo sabes, regresa adentro. — conocía cada treta de sus hijos para salirse con la suya, pero en esta ocasión no lo pasaría por alto, no cuando su bienestar estaba en juego, pues sabia quiénes eran esos niños y el poder de sus padres, después de todo, Jade también era una Bach, una que decidió permanecer en el anonimato.

— Su hijo está loco… — comenzó a decir Renzo y Jade lo vio con frialdad.

— Mis hijos, no atacan sin una razón, solo lo diré una vez, si valoras tu vida, mantén la distancia de ellos, o apuesta lo que quieras que terminaras sufriendo.

Previous ChapterNext Chapter