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Capítulo 114 Lo maravilloso de arder en lo prohibido

Y mientras las carcajadas del rubio se esparcían por su hogar, en la casa grande la preocupación en el rostro de Mei no menguaba.

— Debería llamar al médico, aun estas muy pálido. — cuestiono la joven mientras acomodaba la almohada de Walter.

— Cariño, fui envenenado, debo agradecer que estoy páli...