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Nos miramos fijamente a los ojos por varios minutos. El lugar se volvió silencio y tensión y casi puedo sentir que poco a poco se encoge la oficina, atrapándonos y asfixiándonos. En sus ojos está el reflejo del cielo y en ellos, no veo ni una pizca de arrepentimiento, nada. Además, ¿que nunca lo dej...