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07

Ambos sabían que debían parar, pero ninguno tomó la iniciativa de frenar la situación. Solo complicaba las cosas al volverse más y más intensa, como la profundidad del mar. Aunque no se podía encontrar ninguna comparación suficiente con lo que estaban haciendo. De repente, ya no podían respirar bien y ella comenzó a estar encima de él, experimentando en exceso la sensación viril debajo de sus pantalones, lo cual enloqueció a él. Pero se contenía, no quería causar un escándalo.

No importaba que no hubiera nadie más presente, de todas formas aquel no era el lugar adecuado para expresarse o hacer cosas prohibidas.

Fue un milagro que él pudiera detenerlo y finalmente ser lo suficientemente capaz de decirle que no. Aunque después tuviera que tomar una ducha fría y aliviarse por sí mismo. Sin embargo, había sido la decisión acertada, en ese momento no importaba cuántas veces había deseado tenerla de esa manera. Ahora que podía tocarla y sentirla, ahora que estaban a punto de hacerlo en su cama, él retrocedía y se sentía idiota en parte, pero por otro lado, sabía que era lo mejor. Se estaba ahorrando un gran problema, en su opinión.

Después de varios minutos en los que ambos intentaban recuperarse del intenso momento, la joven comenzó a sentirse muy arrepentida por lo sucedido y él solo un poco. Hope, la verdad es que tenía ganas de huir o meter la cabeza bajo tierra, o incluso desearía que un enorme hoyo se abriera en la tierra y la tragase viva. No quería mirarlo a los ojos, permitirse eso la hizo sentir como una cualquiera. No solo estaba presente el arrepentimiento (no solo por el hecho de que él era mayor y también el padre de su amiga, y de algún modo estaba traicionando a Alicia), sino que también no tenía idea de lo que había sucedido segundos antes en la cocina. Era lo correcto volver a la habitación, por supuesto, pero no sin antes disculparse por ese incidente.

Él la estaba mirando a los ojos, temblando al volver a su asiento y fue testigo de cómo ella se tapó la cara, mostrando una enorme vergüenza que se le notaba en el rostro enrojecido. Pero él extendió la mano y la puso en su espalda, comenzó a acariciarla lentamente, intentando hacerla sentir mejor. Ese era su objetivo, aunque en ese momento nada podría cambiar las cosas. La joven todavía sentía la necesidad de desaparecer de allí, y esa urgencia era tan grande que era inmensurable cómo se sentía. Nunca se había sentido así de mal.

Y es que no se había sentido así hasta ese momento en que un beso a punto de llevarlos a algo más lo cambió todo.

De alguna manera, estaba devolviendo el favor y podía suspirar profundamente, más convencida de que ella era una verdadera amiga en tiempos de angustia.

—Chicas, la cena está lista, no creo que quieran perderse la deliciosa comida que se ha preparado. Se van a chupar los dedos de lo rico que está todo —informó la mujer dulcemente mientras ambas se levantaban rápidamente. Una más que la otra, ya que la joven se sentía nerviosa por volver a ver al padre de su amiga.

Con solo saber que estaría bajo sus profundos ojos azules, todo su cuerpo se ponía nervioso. Pero debía disimular ese sentimiento, esa sensación, porque su amiga lo notaría. Siempre había sido muy intuitiva con los chicos. Jamás olvidaría esa vez en la que le gustó un chico en la secundaria, Alicia supo de inmediato que había una atracción entre ellos dos y Hope ni siquiera se lo había confesado. Por eso tenía que andar con mil ojos, debía hacerlo si no quería que Alicia se diera cuenta de esa atracción que surgía entre ambos. Al menos, sabía que por su parte así era, porque no creía que un hombre como él pudiera fijarse en alguien como ella.

Tiró de ella para dirigirse a la inmensa sala, un lugar bastante espacioso y moderno que recordó haber visitado en varias ocasiones. Aun así, no podía sentirse familiarizada con todo eso, mucho menos al encontrarse bajo la imponente figura del hombre que encabezaba la mesa. Nuevamente les hizo la invitación para sentarse y comenzar a cenar. Hope se sentó a unas tres sillas de él, pero podía sentir la distancia, ni un kilómetro sería suficiente para volver a sentirse cómoda.

No pudo hacer más que centrarse en la exquisitez que se había preparado, aunque ya no tuviera mucho apetito. Las ganas de comer le habían sido arrebatadas desde el momento en que se sentó allí. No podía ni siquiera tomar un bocado sin notar lo nerviosa que estaba. Pero se esforzó por actuar con normalidad y tomó el tenedor y el cuchillo adecuados para cortar un trozo de carne jugoso, que probó lentamente y, como por arte de magia, volvió a sentir apetito. Por suerte, la falta de apetito ya se había ido y podía comer tranquilamente. Mientras tanto, su amiga Alicia no dejaba de gemir y hacer comentarios sobre la preparación, incluso llegó a preguntarle qué le parecía el plato. Hope solo pudo asentir, ya que tenía la mirada profunda del padre de su amiga clavada en ella.

—Sí, me gusta mucho, gracias —respondió.

—Es un placer que sea de tu agrado. Aquí también aceptamos sugerencias, no siempre es comida casera —intervino él, mirándola, con una sonrisa en su rostro que aparentaba ser amable. Al menos eso fue lo que ella interpretó, o eso hubiera sido si no lo hubiera visto deseoso.

—Sí, hay noches en las que pedimos comida para llevar, puede ser china o cualquier cosa que se nos ocurra. A decir verdad, puedes sugerirnos lo que más te guste. Aunque eso ya lo sé perfectamente, sé que mueres por la comida italiana, no me lo vayas a negar, ¿eh? —apuntó él, y aunque ella esbozó una tímida sonrisa mientras asentía levemente con la cabeza.

Asthon las observaba a ambas, sobre todo a Hope, que se había mostrado un poco retraída. Quizás debía ser más discreto al mirarla, ¿le tenía miedo o algo así? Tal vez no se trataba de eso, sino de otra cosa.

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