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Ese mismo día, la muchacha se arregló para ir a trabajar. Le pidió al cielo que su jefe no fuera un ogro gruñón y que no estuviera de mal humor para entender su retraso, aunque a veces este no entendía a nadie y gruñía sin parar.

Se puso su mejor ropa, se peinó el cabello y se colocó un poco de maq...