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Besé su suave boca con delicadeza, saboreando cada rincón de ella. Tiana sabía a gloria; su aroma me embriagaba y mareaba. La tentación de arrancar su ropa y lanzarla a la cama era casi irresistible; deseaba devorar cada rincón de su cuerpo. Mis manos recorrían su piel con ansia, explorando cada cur...