Read with BonusRead with Bonus

20

Cuando llegamos, los hombres allí me miraron, pero esta vez no eran miradas curiosas como aquella vez; estas miradas estaban cargadas de rencor.

—Nadie te hará nada —dijo Eirik, como si hubiera leído mis pensamientos.

Él se bajó del caballo y me ayudó a bajar. Yo miré de un lado a otro y todos ten...