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Consecuencias justas

Amaia

No había forma de evitar mi asombro. Ni de cerrar mi boca. Ni de evitar retroceder la mente en el tiempo y verme, junto a Muriel, su cuerpo casi sobre el mío, mirando como Andrew y Dalila follaban sobre aquel escritorio de clase del internado. Sus manos cerrando mi cintura, con su boca seduci...