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Siempre juntos

Amaia

Metida en un albornoz y con una toalla en mi cabeza, veía al magestuoso cuerpo de mi marido, ser envuelto en una toalla pequeña para el, tapando solamente su sexo y malamente las caderas.

Me recosté en el lavabo y me mordí un dedo, observando el panorama.

— Se me va a parar la polla pequeña...