Read with BonusRead with Bonus

Capítulo 3: El primer día de viaje

Capítulo 3

DAHIANA ROSE

Se suponía que iba a ir con Edward a comprar la ropa que el quería que usara, pero después de la cachetada que le dio mi tía Kala, solo me pidió mi talla y mandó la ropa a mi casa por servicio de envió, al parecer no quería que lo interrogara y mi tía no me respondió los mensajes de por qué lo abofeteo.

Así que no comprendía muy bien lo que ocurrió entre ellos ni por qué.

Solo esperaba que el día de mañana cuando comenzaba nuestro mes juntos, todo fuera menos extraño.


Mal.

Todo iba de mal en peor.

Amaneció y no escuché la alarma quedándome dormida, lo peor era que se suponía que debía irme al aeropuerto, mi maleta se rompió, no pasaba ningún taxi, no me abría la aplicación para un Uber, intenté llamar al ver que se me hacía tarde pero no tenía señal, así que ni modo, tomé el autobús.

Todo parecía ir en mi contra, fue una mala mañana.

Al llegar al aeropuerto los de seguridad me guiaron a un deslumbrante jet privado y me subí, apenas me ubiqué en mi haciendo, me encontré con la cara de culo de Edward, estaba completamente enojado, lo notaba por la vena que sobresalía a un lado de su frente y su rostro enrojecido.

—¿Por qué llegaste tarde? —dijo con voz dura—, tenemos reservación, seguimos un cronograma.

—Es que me desperté tarde, entonces…

—Eso es inaceptable —me interrumpió—, si tienes un compromiso debes seguir ese compromiso.

—Pero…

—No me interrumpas mientras hablo. —alzó la voz.

Ay no, no me iba esto.

—Joder, complejo de jefe relajate —solté ya obstinada—, tuve una mañana de mierda, no tenia señal, no pasaba auto, tuve que venir en bus y se me rompió la maleta, así que relajate, porque yo también estoy enojada.

Lo vi apretar la quijada, creí que me saldría con otra patada de jefe regañón, pero, al contrario, él simplemente pasó una mano por su frente y tomó su teléfono como si contara regresivamente en su mente.

Bueno, enfrentarlo no fue tan malo como pensé.

—¿Puedo preguntar a donde iremos? —dije luego de un rato cuando aún no habíamos despegado. Edward terminó de escribir y dejó el teléfono a un lado para fijar sus penetrantes ojos azules en mí, joder, él sabía ponerme nerviosa solo con una mirada.

—A una isla, te lo había dicho. —se limitó a decir.

—Si, pero… uhm —arreglé mi cabello intentando no sanar insistente, sabía que no le gustaban las preguntas—, ¿son vacaciones o algo así?

—Si —dijo simplemente.

Maldición, este tipo era tan expresivo como un cubo de hielo, sentía que le sacaba las palabras a la fuerza.

La moza trajo dos bebidas unas galletas dejándolas en la pequeña mesa frente a nosotros.

—Te lo pedí de piña —dijo Edward.

Me sorprendí un poco.

—Piña es mi favorito. —admití.

—Lo sé.

Entrecerré los ojos hacia él.

—¿Cómo puedes saberlo? —alcé una ceja.

—¿Qué dije de las preguntas? —dijo nuevamente poniendo esa mascara de “jefe superior, no me molestes”.

Este tipo algunas veces me sacaba de quicio.

—Es una conversación —refuté—, se supone que eso hace la gente normal.

Él apenas me miró antes de volver a tomar su teléfono y decir:

—Si, pero tú y yo solo seremos dos desconocidos que fingirán amor por un mes, metételo en la cabeza.

Auch.

Me quedé callada, sin dudas estos serían los 28 días más largos de mi vida con este idiota de cara bonita.

El avión arrancó al poco tiempo, no quise ni siquiera hablar o hacer el intento de una conversación, a veces sentía que había sido un error venir con él, porque por algo un tipo como él; soltero, atractivo y millonario estaba solo, pero era un sacrificio de un mes, solo debía resistir su extraña forma de ser.

Al aterrizar nos esperaba una lujosa limosina, y nos llevó hasta una deslumbrante casa playa, me quedé deslumbrada al ver la piscina, la playa y la casa en todo su esplendor porque era como un sueño, creo que, de hecho, ni en mis sueños mas locos me hubiera imaginado estar en una casa así.

Entramos y mientras arreglaban nuestras cosas me acerqué al balcón de la habitación observando el bello paisaje, el agua de mar cristalina, el sol resplandeciente, todo era un espectáculo.

—Baby.

La voz de Edward me hizo tensarme y pisar tierra, y es que intentaba adaptarme a la idea de estar cómoda a su alrededor sin sentir que era solo una niña torpe que hacía todo mal.

—Dime, amor —me voltee hacia él y él se recostó de la baranda del balcón, su cabello parecía de color caramelo y sus ojos resaltaban ante el contraste del sol, era un hombre tan hermoso que podías mirarlo por horas sin casarte.

—Perdón por… haberte gritado en el jet —dijo y se atrevió a mirarme, creo que desfallecí, ¿de verdad se estaba disculpando conmigo?

—Vale, tranquilo —dije—. Perdón por atrasar los planes por llegar tarde.

Me gustaba así, que él prefiriera que estuviéramos en paz.

—Puedo ser un dolor de culo muchas veces —dijo—, pero intento, realmente intento hacerte feliz.

¿Hacerme feliz?

Lo miré erguirse en toda su altura y dio un paso hacia mí acortando la distancia y mandando mi respiración a detenerse.

—¿Estás feliz ahora? —preguntó, sus ojos fijos en los míos me dejaban en shock, aquí estaba, sin respirar, sin pestañear, solo… me mantenía de pie.

—Si, si lo estoy —dije—, creí que mi trabajo era hacerte feliz a ti.

Él se acercó un poco más a mí, no me tocaba, pero podía sentir su respiración mezclarse con la mía.

Dios mío, sentía mis piernas perder fuerza, creí por un momento que me caería de espaldas.

Él sonrió y alzó su mano acariciando un costado de mi rostro, sus ojos bajaron a mis labios y murmuró:

—Entonces haz tu trabajo.

Me soltó alejándose de mí dejándome toda temblorosa, él sabia el efecto que tenia en mí, pero él tenía razón, había venido para hacerlo feliz, era el trato, así que era lo que iba a hacer…

Esperaba poder resistirme ante el deseo creciente que comenzaba a sentir por él, pero parecía imposible.

Previous ChapterNext Chapter