




Se acabó la ventaja
Aitana
Despierto de pronto al sentir la puerta de nuestra habitación cerrarse con llave desde fuera y corro hasta el cuarto de mi hermana para notar que no está en su cama, asumo inmediatamente que es ella fue la que salió.
Pero, ¿A dónde?
¿A qué?
Y peor aún ,¿ con quién?
No entendía nada, pero lo iba a averiguar, no podía dejar que volviera a revolver las aguas que habíamos logrado calmar con los hermanos Miller.
Me iba a escuchar pero bien Amaia, como la descubra encontrándose con el profesor a escondidas...
Había notado que estaba como poseída por el hermano del medio, el nombrado Aidan.
Tomando mis propias llaves salgo con lo puesto detrás de mí hermana, no podía esperar a vestirme o no sabría a dónde iba, tenía quw salir en estampida. Al final solo llevaba puesta unas bragas y una camiseta gris que me cubría perfecto, aunque me daba un poco de timidez. Pero a esas horas quien iba a estar despierto.
Pues... al parecer mucha gente, porque nada más salgo al pasillo detrás de Amaia y siento ruidos, personas gimiendo y no me puedo creer los "¡ahhh y ohhh más!", tan fuertes que oigo. Alguien estaba teniendo sexo y ni se molestaba en bajar el volumen de sus gritos.
Era una vergüenza.
Al seguir y seguir a mi hermana entro detrás de ella en un sitio que no me creo que esté viendo lo que estoy viendo.
Parejas y parejas teniendo sexo en público, con otros de observadores, algunos elegantemente vestidos y otros sin nada de ropa.
¿ y esto que es?
Pregunto en mi mente como si tuviera la respuesta.
Y es en ese momento que veo a mi hermana demasiado cerca de Aidan y él le habla al oído mientras la pega a su cuerpo tomándola de la cintura y llevándola a quien sabe dónde.
Con la boca abierta y la vista fija en el lumínico cartel que rezaba
" La dimensión del sexo", trato de alcanzar a mi hermana cuando me tiran de la muñeca y me resisto tratando de soltarme hasta que me dicen al oído:
—Estás en la fiesta del pijama equivocada angelito.
Esa última palabra reveló la identidad del sujeto que me tenía retenida y paralizandome en el sitio veo que aparece en mi campo de visión. Da la vuelta a mi alrededor y tiemblo.
Es tan hermoso, como arrogante y su imponente presencia me intimidada tanto, que llegaba a parecerme excitante.
¿Excitante?... ¿Desde cuándo me excitaba yo?
—No pienses tanto muñeca —dice en mi cara rozando nuestras narices y acariciándome los brazos erizando mi piel —tú solita has venido a la madriguera del lobo y ahora te voy a comer.
—Déjame en paz Ashton que yo he venido por otra cosa y necesito encontrar a mi hermana —trato de moverlo pero él solo se mueve para llevarme hacia un costado, por el mismo sitio dónde ví que llevaban a mi hermana y me aventuro a seguirselo permitiendo para llegar a esta ella.
Sin embargo el camino fue un poco diferente, diría yo.
Entramos en una habitación y él cerró la puerta con llave, unas llaves que estaban colgadas al lado del marco y me miró por toda mi futura, desnudandome con la vista.
Aunque mucha ropa no traía, tampoco es que fuera tan difícil.
—Angelito, te mostraré algo y luego yo mismo te llevo con tu hermanita.
Esto último salió como burlándose pero entre vagar por aquel sitio tan perverso, y llegar a mi hermana directamente solo dedicándole unos minutos a este tío, optaría por lo segundo. Igual no creo que me dejara marchar tan fácilmente.
Se sentó en un sofá y tomando un mando a distancia activó algunos botones y se abrieron unos paneles mostrando seis parejas intercambiando posturas de sexo.
Se me dilataron las pupilas al instante y el rubor se extendió por mi rostro. Quedé oaralizads. Asombrada y extrañamente sedienta. No sabría decir de qué, exactamente.
Sentí que me tomaba de la mano y me sentaba en sus piernas pegando mi espalda a su pecho, abriéndolas a casa lado de las suyas.
Era incapaz de reaccionar,no sabía qué me pasaba. ¿Cómo podía algo tan repugnante llamar mi atención?
—¿Te gusta lo que ves Aitana? —dijo en mi oído, pasando la lengua por el borde y me saco un gemido.
Estaba embelesada en la imagen de un chico chupando los pezones de una chica mientras otro hombre de más edad la penetraba a la misma vez, era casi satánica aquella escena pero tan erótica que no podía dejar de mirar.
Tampoco pude contestar porque no yo misma sabía entonces, si me gustaba o no.
Sentí las manos de Ashton subir mi camiseta y empezar a tocar mi abdomen con cuidado, sin prisas y me erizó la piel. Cuando llegó a mis senos desnudos desnudos ronroneó en mi oído...
—Ohh nena, me encantan —se removió y me impulsó hacia arriba con su cuerpo, cuando volví a bajar me mordí los labios y me aferré a sus manos —siente lo duro que me has puesto solo de verte disfrutar de la imagen del otro lado, ¿quieres oír sus gemidos ?
Cuando pellizcó mis pezones recargue mi cabeza en su hombro y él besó mi mejilla bajando una mano a mi intimidad y grité, no pude evitarlo.
—Ahhh... Ashton, déjame ir —metió un dedo dentro de mis bragas, echándolas a un lado y recorrió todos los bordes de mis labios vaginales mientras chupaba mi cuello fuerte y yo me removí sobre su marcada erección. Estaba confundida. Quería más, o no. No lo supe.
—Angelito, esto me demuestra que no quieres que te deje ir, al menos no de la manera en que lo pides —sacó su dedo de mi braga y me dijo acercándolo a mi boca —chúpalo con fuerza Aitana.
Recibiendo el dedo en mi boca miro otra vez al espectáculo frente a nosotros y es cuando oigo los gemidos y gritos de la otra chica que está siendo penetrada por delante y por detrás a la misma vez por otros dos hombres, sin saber por qué, lo chupo.
Estoy tan excitada como nunca pensé que podría y lo vuelvo a hacer tan fuerte que se queja y lo retira.
—Muñeca, resultaste ser más pervertida de lo que esperaba encontrar en una virgen —me introduce dos dedos ahora y empieza a masturbarme mientras sigo mirando como las otras parejas tienen sexo en grupo .
Adopto por inercia y por puro placer los movimientos de las chicas de abajo y me muevo sobre sus dedos sin ningún pudor, abierta de piernas y recostada en su pecho mientras me apoyo en sus muslos y él me besa y amasa mi pecho con su mano libre.
—Me quedaré contigo nena, voy a moldearte a mi gusto y te enseñaré todas las dimensiones del sexo, seré tu maestro del placer.
Explica convencido mientras sigue entrando y saliendo con sus dedos de mi interior y en un momento que toca mi botón más erógeno me dejó ir uniéndome a los gritos de las chicas del otro lado.
Siento que me mojo con algo liquido entre mis muslos y me quedo respirando fuerte sobre su cuerpo, esperando calmarme. No sé como pude hacer algo así. Dios mío.
Como el cabrón que es me da una palmada en una nalga y me empuja para que me levanté mientras él se chupa los dedos con mis jugos y me paro frente a él muriéndome de la vergüenza. No puedo creer lo que le dejé que me hiciera, ni lo bien que me hizo sentir aquello.
—Ya te puedes ir —dice en tono seco y casi me echo a llorar —la habitación del fondo con la puerta negra es donde encontrarás a tu hermana y quita ya esa cara si no quieres que te arrodille y te meta mi polla en la boca para que me la chupes.
Con los ojos rojos de aguantar el llanto me vuelvo a cuestionar internamente lo que he dejado que este tío tan miserable y engreído me haya tocado de manera tan íntima. Es que me quiero morir.
—No te vayas a echar a llorar aquí —acota con maldad —no soy del tipo cariñoso ni mucho menos te daré un piquito mañana en el patio y enlazaré mis dedos com los tuyos como noviecitos patéticos. No me van esas cosas, así que fuera. —termina rugiendo.
—¡No!, definitivamente no eres del tipo cariñoso, eres del tipo cabrón asqueroso —le escupo molesta y se levanta hasta que avanza y me abre la puerta para que salga.
—Pero bien que te viniste encima de esta cabrón asqueroso.
Me giro y le doy una cachetada tan fuerte que le voltea la cara y salgo de allí corriendo antes de que reaccione.
Voy al fondo del pasillo que me ha dicho y cuando tocó la puerta , esta se abre revelando la cara de horror de mi hermana.
Amaia
Cuando levanto la vista me recibe con una sonrisa de suficiencia y me aprieta más fuerte la cintura, casi acuñandome a él. Es muy poderoso y me encanta.
—Te advertí cariño, que no te pusieras en mi mira o te dispararía —me dice llevándome con él por un pasillo y lo peor es que no reacciono. Le sigo. Me someto.
Entramos por una puerta negra con dos esposas dibujadas afuera en dorado.
Adentro hay dos chicas que esta tarde vi en el internado, acostadas sobre una cama practicándose sexo oral entre ellas.
Ni se molestan en mirarnos, cuando veo aquello voy a salir y me agarra me carga, y auqnue pataleo no consigo safarme de aquella bestia, tiene una fuerza descomunal y me sube a una silla amarrando mis manos y pies. La velocidad a la que lo hace es de locos. Se traduce en que está muy acostumbrado a esto y me da mucho morbo. No sé por qué.
Solo escucho los gemidos y las respiraciones agitadas de las chicas pero no miro, solo lo miro a él que me echa hacia adelante en la silla, rodando mi cuerpo provocando que se tensen mis manos y me duela obligandome a quejarme.
—No te quejarás tanto cuando te coma entera aquí abajo, pero si me desafías serás castigada, así te lo pensarás mejor la próxima vez. No debiste venir, te dije que no metas las narices en mis asuntos y veo que no aprendes. Aún estás a tiempo de negarte y te aseguro que te dejo ir. Pero te aconsejo que te quedes. Voy a lamerte y hacer que grites.
Me rompe el tanga, lo tira al suelo y cuando salto de la sorpresa me tiran los tobillos por las putas cadenas.
—¿Qué sitio es este? —me mira. Sonríe.
Se arrodilla entre mis piernas y desliza un dedo entre mis pliegues y gimo mordiendo mis labios y cerrando los ojos.
—¿Quieres que te lo coma, o no?
¡Madre mía como me gusta!
No puedo hablar. Lo hace de nuevo porque sabe que me ha gustado y entra la punta dejándola salir en la misma acción y asiento porque quiero que me folle con urgencia. No sé como llegué a esto pero no quiero irme. Quiero todo de él. Le quiero ya. Gruñe cuando nota mi aceptación y no demora en volverme loca con sus técnicas amatorias.
Se inclina y mete las manos bajo mis muslos, pasa la lengua larga y lentamente por mi sexo y echo la cabeza hacia atrás del placer que siento azotar mi cuerpo. Me kurdo con fuerza los labios para gritar por más.
—Por mucho que me guste tu sabor no es suficiente ofrenda para responder a esa pregunta —dice al tiempo que abre mis pliegues con sus pulgares y chupa y lame cada vez más fuerte haciéndome retorcer con la boca abierta. Me falta el aire. Me late el clítoris.
Las chicas han dejado su propio placer para unirse al mío mirando lo que me hacen y yo no puedo ni avergonzarme porque su lengua no me da tregua. Aprieto mis manos y las cadenas me fustigan.
Quiero gritarle y decirle tantas cosas que son anuladas en mi mente y desechadas en cada lamida larga que me da. Estira mi piel de ahí debajo y chupa haciendo que mi humedad suene entre sus labios. Me muerde una esquina y salto en su boca. Sonríe y vuelve a lamerme de arriba a abajo mirándome a los ojos y me pone al borde del orgasmo más alto que he tenido en mi vida.
Las espectadoras han empezado a masturbarse ellas mismas viendo lo que me están haciendo y me siento como una protagonista de película porno lésbica. Disfruto la experiencia como jamás creí y me duelen los pechos. Quiero más. Grito por ello y me aprieta los muslos con sus manos.
Me está chupando de una manera que siento que nadie me mira, que solo estamos nosotros y su magnífica técnica de lengua. Es el puto cielo.
—Ohh Dios, para ya, detente, no aguanto más —le digo en un momento de lucidez pero vuelve a enterrar su lengua en mí y salto en la silla lanzando un grito de dolor por las cadenas que me mantienen cautiva.
Quiero tocarle. Ponerme de rodillas y chuparsela, hacerle rogar como estoy haciendo yo y luego pedirle que me folle, quiero más cosas de ese hombre.
Él me aguanta de las nalgas haciendo presión provocando otro dolor más a mi cuerpo.
—Me vas a dejar marcas —consigo decir entre jadeos y saltitos en su boca joder, no aguanto más —y diciendo esto explotó en su boca y él bebe de mi hasta dejarme seca. Me lame con rapidez y chupa hasta que me dejo caer extasiada.
-—Ahora se acabó la ventaja —confiesa parándose y apoyando las manos sobre las mías aún amarradas —eres mucho más mía que antes, así que cuida lo que me pertenece y reza mucho porque me controle cuando te vea con tus nuevos amiguitos. Muero por follarte entera.
Me suelta y la vergüenza me impide mirar a las chicas que se que en unas horas veré en clases, y lo peor es que jamás en mi vida me habían humillado tanto abriéndome las piernas delante de otras personas amarrada como un animal y obligandome a disfrutarlo, me ha marcado todo el cuerpo, y no sé por qué algo me dice que lo peor está por venir.
Cuando abro la puerta para salir corriendo de allí, muerta de vergüenza un poco tarde la verdad, me tropiezo con la cara de mi hermana y la mía se transforma en terror.
¿Habrá oído algo de lo que pasó aquí?
Y peor aún... ¿Qué hace ella aquí?
¿Cómo llego a la dimensión del sexo si la dejé acostada y encerrada?
—¿¡Hermana...!? —me dice mirándome de manera confusa.
—Vámonos de aquí Aitana —la tomo de la mano y empezamos a salir del infierno este al que no pienso volver. Es una locura que no me puedo permitir.
Cuando estamos fuera de aquel club, devuelta al internado y vamos por los pasillos directo a nuestra habitación, doblamos en una esquina y nos impactamos contra algo que cuelga del techo y veo en una misma fracción de segundo como chorrea sangre hasta el piso.
Siento a mi hermana gritar y le aprieto la mano observando el bulto frente a mis ojos y no puedo creer lo que veo...
¡Un cadáver!