




Capítulo 5: Hazme tuya.
Capítulo 5:
Hazme tuya.
VENUS MANSON
De todas las personas que pudieron ver mi pataleta, tuvo que ser el jefe de mi jefe.
Maldita sea.
─¿Estás bien? ─preguntó confuso.
De seguro mi rostro sonrojado, mis ojos llorosos y mi grito al cielo de frustración lo preocuparon.
Ahora sí debía parecer una chica loca del aeropuerto.
─No enciende ─dije en un hilo de voz─, todo está cayéndose a pedazos y no puedo.
Sí, aquí estaba yo, frente al jefe de mi jefe mostrándome en mi peor momento de debilidad aferrando el volante con mis dos manos, las lágrimas escurriéndose por mis mejillas y sintiendo que realmente todo era demasiado para mí.
─Bien, debes calmarte, Venus ─murmuró pareciendo indeciso de qué hacer o como tratarme─. Solo sal del auto, yo te llevo a tu casa y mañana resolveremos esto.
Me hacía sentir peor que yo lo hubiera tratado mal, lo hubiera acusado de acoso y le hubiera tratado indiferente hace un momento, cuando él solo quería ayudarme ahora y se preocupaba al verme así.
Creo que nadie nunca me había visto así de quebrada.
─Perdón ─tragué pesadamente saliva aguantando mi llanto de niña pequeña e indefensa, abriendo la puerta del auto y cerrándola con furia.
─No te disculpes, todo va a estar bien ─murmuró─, solo es un auto… los autos se arreglan.
Ah, claro, él no sabía que de hecho estaba así por las diez mil cosas que estaban pasando en mi vida y mi frustración por no tener tiempo ni para pintarme las uñas.
─Los autos se arreglan ─repetí soltando un ligero suspiro, extrañamente eso me hizo sentir mejor, porque todo iba a pasar, no ahora que me sentía ahogada, pero sabía que no sería eterno, porque en algún momento todo se iba a arreglar e iba a tener tiempo y relajación.
Nos dirigimos a su auto, me quedé impresionada al ver que tenía un deslumbrante Lamborginie gris brillante, casi podía ver mi reflejo en él, a diferencia de mi pequeño volskwagen con pintura amarilla opaca, rayones y decoloración por el sol, pero fue un regalo de mi madre cuando entré a la universidad y lo amaba, incluso lo llamaba Petunia.
El auto de Tim era toda una belleza por dentro y olía exquisita fragancia agridulce varonil, casi era un orgasmo olfativo.
─Lindo auto ─murmuré pasando una mano por debajo de mis ojos en un intento de limpiar mi rostro y sentirme menos asquerosa ante todo este glamour, debía de parecer un desastre con mi rostro cansado y mis ojos llorosos, sin contar mi cabello hecho un nido de avispas.
─También es mi favorito ─dijo con esa ligera sonrisa secreta que lo hacía ver diabólico y atrayente a la vez, haciendo rugir el motor con tan solo apretar un botón y aceleró en la calle con elegancia lejos del aeropuerto.
Vaya.
Su favorito, eso quería decir que tenía más y obviamente, era el vicepresidente de una de las empresas número uno del país, sin contar que era millonario desde la cuna, al menos no parecía ser todo un patán.
Llevábamos un buen rato sin decir nada, únicamente con la música de The weekend ambientando el lugar. Me dolía mucho la cabeza y mi estómago gruñó de hambre, coloqué una mano en mi barriga y sentí sonrojarme al escuchar que el sonido fue muy fuerte.
─El león anda rugiente ¿uh? ─murmuró con cierto tono burlón.
Observé su sonrisa ladeada, no iba a mentir, se veía muy sexy manejando un deportivo con su ropa y reloj de marca, sin contar su belleza naturalmente sobrenatural que lo hacía parecer una adictiva droga visual.
Podría verlo por horas, todo de él era muy atrayente.
La escena en el restaurante invadió mi mente, joder, creo que jamás podría estar tranquila después de esa discusión.
─Perdón por lo del restaurante ─murmuré─, no quise decir que estuvieras acosándome, solo… exageré.
Porque no había otra justificación, sobreactué incluso llamándolo imbécil, muy fuera de lugar.
─Olvídalo ─se limitó a decir, probablemente en mi estado, no quería jugar con mis sentimientos─. ¿Cómo has estado?
Me parecía tan extraño que me preguntara algo tan simple y a la vez tan importante, nadie me lo había preguntado, ni siquiera mi amiga Alomi, casi ni la había visto, estaba atareada con sus estudios.
─Han sido días muy tensos ─me limité a decir removiéndome un poco incomoda y me crucé de brazos, tenía mucho frio, solo vestía una falda frisada y una camisa de mangas ¾, él pareció darse cuenta de mi estado vibrante por el frio y se inclinó un poco hacia atrás extendiendo su mano tomando una chaqueta y me la ofreció sin perder la vista de la carretera.
─Gracias ─murmuré, sentía que iba a llorar, no quería sentirme indefensa, o débil, pero realmente estaba al borde del abismo, sentía que nadie me comprendía, que estaba sola y que no hacía nada bien.
Joder, ya iba a comenzar a llorar otra vez.
Me coloqué la chaqueta alrededor de los hombros, olía esplendido y era muy cálida. Él le subió a la calefacción.
─¿Días tensos? ─murmuró, noté como sus ojos fueron a mi brazo de reojo y también vieron parte de mi pierna─, ¿Qué te pasó?
Tomé el borde de la tela de mi falda y la estiré un poco para que cubriera el moretón de la pierna, en el brazo ya no tenía caso hacerlo.
─No quiero aburrirte con mis problemas ─murmuré mirando por la ventana las luces de la ciudad nocturna, no me atrevía a enfrentarlo.
─A veces necesitamos desahogarnos ─dijo.
Mordí mi labio inferior y no sé por qué, probablemente porque me sentía muy ahogada y simplemente lo solté diciendo:
─Bien, para empezar tuve que despertarme muy temprano en la mañana, abrir la tienda, mi suegra llegó tarde lo que ocasionó que llegara tarde a la empresa, Deluca me regañó, no me dio tiempo almorzar, tuve que llegar atendiendo a mi novio porque un carro lo atropelló y tiene una pierna rota, sin contar que me trata como mierda porque está frustrado con él mismo por no poder hacer las cosas por si solo como antes y para rematar, tengo frio, hambre, y sueño ─gemí sintiendo las lágrimas desbordarse por mi rostro─, y eso es todos los putos días desde hace una semana.
Recuperé el aliento, sentía que había vomitado todo lo que tenía concentrado dentro de mí, limpié mis mejillas húmedas por mis lágrimas y me sobresalté un poco al sentir su mano caliente sobre mi mano en mi pierna, sus dedos eran muy largos.
─Eso suena a más de una semana turbulenta.
Él no me miró, mantenía sus ojos fijos en la carretera, pero me sorprendí al sentir su toque cálido en mi mano, me reconfortaba.
¿Cómo podía saber que tenía muchos años guardando demasiadas cosas?
─Son solo estupideces ─me limité a decir.
─ ¿Esos moretones te parecen estupideces? ─replicó acariciando con su pulgar mi mano.
No podía ocultárselo, de seguro él ya lo intuía.
Pero Cesar no lo había hecho apropósito, se sentía muy frustrado con todo lo que estaba pasando, y no miento, me dolía que yo intentara ayudarlo y él solo me saltara con insultos, me arrojara cosas y me golpear con sus brazos cuando no lo movía con delicadeza, antes jamás me hizo nada parecido, tal vez solo me afectaba su indiferencia y que me tratara muchas veces como basura.
Pero como Cesar siempre me decía, teníamos muchísimo tiempo siendo novios, lanzarlo todo a la borda era lanzar todo el amor, todo nuestro tiempo y toda nuestra hermosa historia, y era algo que no estaba dispuesta a hacer.
─A veces los medicamentos lo tornan agresivo ─murmuré, no era mentira, a veces él estaba hasta el tope de medicinas y no distinguía qué hacía, pero otras veces, sí sabía lo que hacía.
─No debes justificar nunca, un maltrato Venus ─dijo luego de unos segundos─, hoy es un moretón, mañana es tu cuerpo en una ataúd.
Fruncí débilmente el ceño, iba a decir que usualmente no era así, pero sería justificarlo y realmente me sentía muy estúpida por defenderlo cuando lo único que sentía en ese momento por Cesar era fastidio, apatía y sobre todo asco.
No quería verlo otra vez, pero tampoco podía abandonarlo cuando más me necesitaba, no era justo.
Le indiqué la dirección a Tim de mi casa, el camino era un poco largo, las luces y la oscuridad de la noche me hacían sentir cada vez más agotada.
Solo anhelaba mi cama para poder dormir.
─Sé que no me has preguntado, pero igual te lo diré ─dijo─. Bota a ese hijo de puta, no le debes nada como para que te esté tratando así.
Relamí mis labios casi sin poder creer que él me hubiera dicho eso.
─Se supone que el amor es en las buenas y en las malas ─murmuré─, el amor es…
─ ¿Qué mierda del amor? ─me interrumpió con desdén─, ¿estás casada?
Me tensé un poco y lo miré dudosa.
─No pero…
─Ajá, a nadie le juraste tal cosa entonces ─me volvió a interrumpir─, eso es una estupidez, no desperdicies tu juventud con un imbécil que no te valora ni te conviene, sé libre.
Lo miré, realmente parecía enojado o como si hablara con real resentimiento, su mirada fija en la carretera.
─¿Por qué dices que no me valora? Sí lo hac… ─me interrumpí pensando en todos nuestros momentos juntos, aquí estaba yo defendiendo al hombre que amé por primera vez pero sintiendo que lo odiaba.
Maldita sea.
Porque realmente me dolía como me había tratado siempre, yo nunca era una prioridad, primero satisfacía sus deseos y luego estaba yo, si discutíamos la mayoría de las veces cedía yo, y la cereza del pastel fue como me había tratado la última semana, como una inútil, asquerosa, despreciable.
Esta última semana me trató peor que una mierda sucia del piso.
─Ajá, mírate, apenas te tengo la mano agarrada y puedo sentir que estás más tensa que una tabla ─murmuró soltando mi mano y colocándola nuevamente en el volante.
Enseguida extrañé su calor, hacía mucho tiempo que no recibía una mínima muestra de cariño.
─Ya ni recuerdo la última vez que tuve sexo ─las palabras salieron de mi boca antes de que las procesara y sentí que mis mejillas se calentaron, es decir, habíamos establecido cierto estatus de confianza, pero creo que me había pasado.
Él permaneció en silencio unos segundos, y yo estaba muriéndome de la vergüenza, pude ver que relamió sus labios… esos carnosos labios que parecían tener una forma perfecta.
Hey, concéntrate Venus.
─Bueno si fue hace una semana que tuvo el accidente… ─dijo sin parecer incómodo ni nada por el estilo por hablar del tema.
¿Una semana? Ojalá.
─Sí, pero tenemos casi dos meses en castidad ─exploté, era la primera vez que lo decía en voz alta─, es decir, llegué a creer que me engañaba, pero es que no parece ni siquiera interesado en tocarme o hacer algo más que venirse solo, me jode la paciencia porque mi vibrador no me hace…
Apreté los labios, ¿por qué le estaba diciendo todo eso? Y lo peor del caso era… que no me daba vergüenza hablar de esto con él.
Observé que llegamos a mi calle y le indiqué cual era mi edificio, él detuvo el carro a un costado de la calle y volteó a mirarme, no pude aguantarle su intensa mirada, casi me robaba el aliento y me hacía arrojarme sobre él, así que miré mis manos.
─Tu vibrador no se siente igual, entiendo ─continuó sin parecer incómodo, me gustaba que no hubiera vergüenza, con Cesar no podía hablar así de abierta este tema.
Nunca.
Se moriría si supiera que tengo un vibrador para auto complacerme, eso a él le parecía poco moral.
─ ¿No has pensado en pedirle el favor a alguien más? ─continuó Tim.
Quedamos en un extraño silencio y alcé la cabeza para mirarlo un poco confusa.
─¿Que? ─dije sin comprender ¿el favor de qué?
─Que alguien te folle y te quite las ganas ─murmuró con la mirada fija en la mía, sus ojos azules grisáceos pareciendo querer entrar en mi cabeza, sus palabras sin censura y directas hicieron que me quedara sin aire.
Algo había cambiado en el ambiente, se sentía tenso y mi corazón comenzó a desenfrenarse aún más cuando noté como sus ojos observaron por medio segundo mis labios.
Mierda.
La tela de mi camisa rozaba mis pezones erectos, apreté mis piernas al sentir el cosquilleo en mi vientre, nunca había hablado así, estaba completamente deseosa por su mera mirada.
─No, no lo he pensado ─murmuré sintiendo mi garganta reseca─, solo he estado con Cesar y de igual forma el sexo es… algo que deben hacer dos personas que se quieren que haya sentimiento, o no se va a sentir nada.
Es lo que siempre creí y me dijeron, pero después de todo, yo solo estuve con una sola persona toda mi vida, y solo el sentimiento de amor era lo que daba más placer, pero igual no tenía con quien comparar ni confirmar eso.
─Se puede sentir incluso más placer solo con una fuerte atracción, Venus ─murmuró─. No es necesario estar enamorado.
Su voz había bajado una octava haciéndome remover todo dentro de mí pero evidentemente solo me quedé muy quieta intentando respirar, relamí mis labios por inercia, noté como sus ojos se oscurecieron de inmediato observando nuevamente mi boca y luego mis ojos.
Supe en ese instante que esa condenada mirada sería mi perdición.
El ambiente era tan tenso que se podía palpar y cortar con una tijera.
─Gracias por traerme ─murmuré necesitando huir de aquí o realmente terminaría arrojándome a sus brazos, no entendía la extraña atracción que me empujaba hacia él.
Me quité la chaqueta que me había prestado, pero como siempre soy una torpeza, uno de los botones se quedó enganchada con un broche de mi cabello.
─Mierda, se quedó enganchada ─murmuré en un suspiro forcejeando con la cacheta y el broche.
─Espera, cálmate ─murmuró. Debía de recolectar una moneda por cada vez que me dijo que me calmara, pero me desesperaba muy fácil.
Tim se inclinó hacia mí invadiendo tanto mi espacio personal que me quedé sin aliento, mi corazón casi infartado dejándome pálida. Parte de su pecho rozó mi brazo, su rostro un poco más arriba del mío, sus carnosos labios a solo un movimiento de mi cabeza hacia arriba y su olor… joder, su olor era tan delicioso que sentía que me iba a morir si no lo olía.
Así que lo hice.
Me eché un poco hacia adelante y mi nariz chocó contra su cuello, aspiré profundamente sintiendo que ya estaba por desfallecer, podía quedarme oliéndolo por horas. Él se quedó muy quieto por unos segundos hasta que murmuró:
─Eh, ¿Qué haces? ─su voz ligeramente ronca, pude sentirlo estremecerse ligeramente cuando volví a inhalar pegándome más a él, era lo mejor.
─Hueles muy bien ─susurré en un gemido, mis labios tocando la piel de su cuello necesitando besarlo.
Joder Venus, ¿Qué coños estás haciendo?
Abrí los ojos reaccionando de mi embrujo y me eché hacia atrás.
Maldita sea, había estado oliéndolo con descaro, lo peor era que todo mi cuerpo se sentía caliente y enviciaba que me tocara, mis mejillas completamente sonrojadas al sentirme como una completa zorra.
Tienes novio.
─Per…Perdón ─aclaré mi garganta─. Adiós, Tim.
Nada de formalidades, no estábamos en el trabajo.
Iba a abrir la puerta pero estaba trabada con el seguro, volteé a mirarlo aún con algo de vergüenza sintiendo que iba a desfallecer o caer en mis deseos si no huía ahora.
Tim mantenía la mirada fija en la mía, parecía que sentía la misma intensidad pero no estaba segura, él sabía guardar sus pensamientos, a diferencia de mí que parecía hecha un manojo de nervios. Él estrechó los ojos para decir:
─Si quieres algo de mí, solo tienes que pedirlo, Venus ─relamió sus labios mirando mi boca y agregó en tono más bajo: ─ ¿En serio quieres que abra el seguro?
Lo quería todo de él, pero en ese momento me sentía mentalmente agotada de pensar tanto, realmente no procesaba nada, y dejé de pensar, ya había dejado de lado mi cordura…
A la mierda todo lo que sea correcto.
─No abras el puto seguro ─gemí sintiendo la adrenalina recorrer mi cuerpo, lo agarré de su fina camisa con mis puños sin importarme que se arrugara y lo atraje hacia mí para estrellar mis labios contra los suyos en un violento beso antes de despegarme segada del deseo y decir: ─ Hazme tuya ahora.