Read with BonusRead with Bonus

Soy toda tuya... O lo que sea

Cuchicheaba miles de cosas sin sentido, quería que se marchara, pero entre más lo deseaba, sentía que más se aproximaba su voz.

Estaba allí tras de mí, podía percibirlo sin necesidad de voltearme a mirar, no quería que me tocara, pero lo iba a hacer, iba a hacer todo lo que yo no quería, porque me obligaría, porque así era él.

—¡Lucy! —me llamó Jack, plantándose frente a mí, alumbrándome de pies a cabeza con su linterna—. ¡¿Por qué te quedaste atrás?! ¡Te estuve buscando por todos lados, idiota! —no pude decir absolutamente nada, era una persona sin vida, de nuevo—. ¿Estás bien? ¡Dios, la herida se ve un poco mal! Menos mal traje un botiquín, te cargaré al lugar que encontré, ahí pondremos el campamento.

Me tomó entre sus brazos con agilidad, casi como si yo no pesara absolutamente nada.

Recosté mi cabeza en su pecho sin poderlo evitar, cerré mis ojos, agradecida de que hubiera aparecido en el momento correcto.

Mi respiración entrecortada continuaba atacándome, pero no era lo suficientemente capaz de calmarme aún, aquellas espeluznantes sensaciones seguían recorriendo mi piel.

Me cargó lo que me parecieron kilómetros interminables, pero aquellos ruidos dejaron de existir, se disiparon por completo a su lado, como si él los hubiera borrado de sopetón con su presencia.

Finalmente, se detuvo en un campo estable y plano, rodeado de árboles, que dejaban caer sus delicadas hojas al suelo con el ritmo del viento, me dejó cómodamente sobre una piedra, mientras encendía una improvisada fogata, se apresuró a armar el campamento donde dormiríamos y cuando estuvo listo, me llevó hasta él para curarme.

—Eres demasiado torpe —bufó, limpiando la herida con un poco de alcohol, toda mi rodilla estaba llena de sangre, tenía una cortada poco profunda que iba de una esquina a otra de la misma, formando una línea irregular, la cual embadurno con menjurjes y luego la vendó con una gasa especial—. Trata de mantenerte quieta y no camines mucho por ahora, mañana estarás mejor, gracias al cielo no necesitas ir al hospital.

—Pues tengo un médico viviendo conmigo, así que no necesito desperdiciar dinero en eso —comenté, demasiado sensata para mi gusto.

—Qué graciosa, Lucy —refunfuñó con desagrado, mientras devolvía todo a la pequeña cajita que era su botiquín—. No vuelvas a desaparecer así, me sentí realmente mal de perderte.

—No te pongas sentimental —suspiré, dedicándole una mirada fiera, que él me devolvió con cierto cariño que no supe comprender—. Es desagradable.

—Hablo en serio —recalcó, dirigiendo su nostálgica mirada al firmamento, el cual nos brindaba una noche despejada de gruesas nubes, lo único que se veía eran pequeñas estrellas y una hermosa luna llena—. Sé que ha sido corto el tiempo juntos, pero eres una gran amiga para mí, Lucy.

—Debes tener muchos amigos en donde vives.

—Verdaderos, no —me corrigió sin siquiera una sonrisa, aquella expresión tan serena, tan firme, me indicaba que todo lo que salía de su boca era demasiado cierto, tanto, que comenzaba a ponerme el cuerpo a flor de piel—. Mis amigos son solo un montaje, igual que mi familia y toda mi vida. Tú pareces ser lo único real que tengo.

—No soy tu propiedad.

—Lo serás a partir de hoy, hasta el día que mueras.

—No tengo opción, ¿cierto? —pregunté, fingiendo tristeza ante mi destino.

—Exactamente.

—De acuerdo, entonces soy tuya o lo que sea —farfullé, poniendo mis ojos en blanco—. Ahora dame de comer, muero de hambre.

—¿Qué deseas, hamburguesa, unos snack, o sopa?

—Cualquier cosa está bien.

Comimos junto al fuego, mientras charlábamos de cosas triviales, pero esta vez, por alguna razón me interesé en todo lo que decía, no me perdí ningún detalle de sus palabras.

Me contaba un poco afligido sus experiencias cercanas a la muerte, las veces que había salvado gente de ella y cuando en ocasiones su vida había estado al borde del peligro por sus alocadas ideas.

Poco a poco mis ojos se fueron cerrando contra mi voluntad, deseaba seguir charlando con él, y saber aún más cosas de su vida, descubrir todo lo que sus falsos amigos no habían logrado jamás, sin embargo, me fue imposible, el cansancio se había apoderado de mí.

No obstante, lo último que recuerdo fue que mi cabeza estaba reposando sobre su hombro y Jack acariciaba mi cabello con cierto nerviosismo, como si quisiera hacerme algo a lo que no se animaba del todo, por miedo.

Previous ChapterNext Chapter